Manifiesto por la Justicia Climática A los pies del Cristo Redentor, la RUC llama al “ejercicio de una justicia ecológica, social y ambiental”

La RUC en el Cristo Redentor
La RUC en el Cristo Redentor

Las 230 universidades públicas, privadas, laicas y confesionales de toda América y Europa, en camino hacia la COP30 de Belém, han alzado “una voz colectiva ante la urgencia planetaria”

Se comprometen a “fortalecer una educación transformadora que integre las dimensiones ecológica, social, económica, cultural y espiritual del desarrollo sostenible, asumiendo la complejidad del presente y formando nuevas generaciones capaces de habitar el mundo con responsabilidad, creatividad y justicia”

“Cuidar del medio ambiente es cuidar de la vida misma, pues no hay salud ni futuro sin una tierra habitable”

“Es hora de actuar, de educar con el ejemplo, de vivir con sobriedad y de exigir con justicia un nuevo modelo de desarrollo centrado en el bien común”

A los pies del Cristo Redentor, cartón postal de Rio de Janeiro, ciudad donde se han reunido de 20 a 24 de mayo de 2025, los miembros de la Red de Universidades para el Cuidado de la Casa Común (RUC) han lanzado un llamamiento global por la justicia climática. Ha sido una oportunidad para “hacer incidencia y pedir firmemente por el cuidado de nuestra casa común, que incluye a todos los seres humanos, también a los descartados y los desocupados”, en palabras de la secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina, Emilce Cuda.

Emilce Cuda Cristo Redentor

Una voz colectiva ante la urgencia planetaria

Las 230 universidades públicas, privadas, laicas y confesionales de toda América y Europa, en camino hacia la COP30 de Belém, han alzado “una voz colectiva ante la urgencia planetaria”. Lo hacen a 10 años de la Laudato si’, un momento en que se comprometen a fortalecer el camino iniciado en 2023 junto al Papa Francisco, que les “llamó a organizar la esperanza”.

Los miembros de la RUC insisten en que “la crisis climática no es una amenaza futura: es una realidad presente que impacta con mayor fuerza sobre los pueblos y territorios más vulnerables”. Una realidad que lleva a las universidades a no estar al margen, dada su “responsabilidad ética, científica, pedagógica e institucional de actuar”.

Deuda pública y deuda ecológica

El texto hace “un llamado urgente al efectivo ejercicio de una justicia ecológica, social y ambiental que atienda el clamor de la Tierra y de los pueblos más postergados”. Al mismo tiempo, proponen “que los Estados, los organismos multilaterales y los actores financieros globales impulsen, en el marco del Acuerdo de París, la remisión entre la deuda pública que tienen los países menos industrializados con la deuda ecológica que tienen los más desarrollados”.

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La RUC invita a todos los sectores de la sociedad a construir diversos puentes de integración, “con escucha atenta y diálogo sincero, para acordar estrategias globales de cuidado común”. Desde ahí se comprometen a “fortalecer una educación transformadora que integre las dimensiones ecológica, social, económica, cultural y espiritual del desarrollo sostenible, asumiendo la complejidad del presente y formando nuevas generaciones capaces de habitar el mundo con responsabilidad, creatividad y justicia”. Todo ello porque “no hay justicia social sin justicia ecológica. No hay futuro sin compromiso”.

Manifiesto RUC Cristo Redentor

La voz del CELAM

Unos compromisos que también son asumidos desde el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), como ha manifestado su secretario general, Mons. Lizardo Estrada, que ha dicho que “no podemos seguir ignorando que atravesamos una sola crisis, tanto climática como social”, lo que ve como “una cuestión de justicia, de vida y de fe”.

Ante la grave realidad que enfrentamos, que considera “un síntoma visible de un profundo desorden antropológico y social”, el Celam resalta que “no podemos callar cuando nuestros pueblos sufren desplazamientos, enfermedades, pérdida de sus raíces y cultura, como consecuencia directa de la degradación ambiental. La destrucción de los ecosistemas es, en el fondo, una forma más de violencia contra la dignidad humana”.

Lizardo Estrada

Cuidar de la vida

Por ello, “cuidar del medio ambiente es cuidar de la vida misma, pues no hay salud ni futuro sin una tierra habitable”. En esa perspectiva, Lizardo Estrada subrayó que “la llamada a una ecología integral implica una conversión personal y estructural”, llamando a las universidades, “corazón pensante de nuestras sociedades, sembradores de esperanza y transformadores del presente”, a ir más allá de gestos simbólicos y asumir “con valentía la misión de proteger la creación como una expresión concreta del respeto a la vida y de la defensa de la dignidad de cada persona”.

Es hora de actuar, de educar con el ejemplo, de vivir con sobriedad y de exigir con justicia un nuevo modelo de desarrollo centrado en el bien común”, resaltó. Todo ello si perder la esperanza, que “no es ingenuidad ni resignación, sino una fuerza activa que nos impulsa a construir lo nuevo”. Para ello ha pedido a Dios “la fuerza, la sabiduría y la compasión para responder, con valentía profética al desafío ecológico de nuestro tiempo”.

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