Dice el profeta Oseas: “¿Cómo podré dejarte Efraín? ¿Cómo podré abandonarte Israel?... ¡Mi corazón está conmovido, lleno de compasión por ti!” (11,8). Este profeta tiene una expresión impresionante sobre el corazón de Dios, ante la vista de los desastres de su pueblo, Dios cambia su cólera en perdón.Tiene compasión de este pueblo de dura cerviz. Su cólera es barrida de su presencia por el amor. Del fondo de su ser surge un fuerte aliento de misericordia. Pobre Efraín, ¿cómo voy a abandonarte?
Su misericordia es más fuerte que su cólera.
Jesús ya lo proclamó en las bienaventuranzas:
“Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia” (Ma 5,7).Mi actitud ante las ofensas que me han podido hacer, ¿no tendría que ser la que Dios tiene conmigo? Y las ofensas que me hayan podido ingerir no tienen punto de comparación con las que el hombre ofende a Dios. No podemos olvidar que habrá más alegría en el cielo por un pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse (Cr Lu 15,7).
Texto: Hna. María Nuria Gaza.