Cuaresma... Un corazón puro

Un corazón puro
Un corazón puro

El primer paso es fomentar las relaciones sencillas, relaciones de verdad, donde no haya doblez ni interés. Hemos de vivir siempre en las bienaventuranzas, subir, metafóricamente, a la montaña para encontrarnos con Jesús y repetir lo que Él nos dijo: “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”. Sólo desde esta postura de vida podremos acercarnos y conocer a Dios, desde la sencillez, la humildad y el reconocimiento de uno mismo.

Parece una buena época para hablar de corazón puro, de corazón limpio, ahora, en tiempo de cuaresma que se nos invita a fortalecer la vida, el corazón y las relaciones entre las personas. Lo cierto es que no es propio únicamente para este tiempo sino para la vida, porque vivir fuera de esta línea de búsqueda de la verdad, de querer cambiar lo que no es tan bueno, no es propio de un tiempo, sino que lo es de una vida.

El primer paso es fomentar las relaciones sencillas, relaciones de verdad, donde no haya doblez ni interés. Hemos de vivir siempre en las bienaventuranzas, subir, metafóricamente, a la montaña para encontrarnos con Jesús y repetir lo que Él nos dijo: “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”. Sólo desde esta postura de vida podremos acercarnos y conocer a Dios, desde la sencillez, la humildad y el reconocimiento de uno mismo.

Busquemos y caminemos hacia Dios, el dador de vida y de sentido, apartémonos de las “tinieblas” para dirigirnos hacia la luz. Poseer la luz de Dios es encontrar ese sentido de la vida y sólo llegamos si nuestro corazón es limpio y puro.

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