Confiar... La raíz de la guerra
Cuando confiamos algo en el otro, todo resulta más sencillo y nosotros mismos nos sentimos felices. A veces me pregunto, que, si hemos tenido esta experiencia, ¿por qué nos dejamos llevar más por ese miedo que paraliza? La consciencia de que esto es así, ha de realizar en nosotros un cambio, el de abandonar al miedo para evitar las guerras internas y las que podamos tener con los otros.
| Gemma Morató / Hna. Conchi García
Decía Tomas Merton que “el miedo es la raíz de todas las guerras”, aunque no se refería exactamente al miedo que se pueden tener entre los seres humanos si no el miedo al todo. Si lo pensamos bien, la confianza entre las personas no siempre es lo que prima, al contrario, tendemos más a la desconfianza entre nosotros, incluso diría que a veces no confiamos ni en nosotros mismos.
La confianza entre las personas es algo a recuperar, no podemos vivir eternamente en la desconfianza y no sólo porque no nos aporta nada bueno sino porque necesitamos creer en la otra persona para poder realizarnos plenamente. La vida de la relación forma parte importante del ser humano y si esto falla, fallamos también nosotros.
Hemos de huir de cualquier tipo de guerra, de enfrentamiento, y para ello hemos de cultivar todo lo que es contrario a ello, y el miedo hemos de conocerlo para poder esquivar y pasar de largo. Ciertamente, el miedo nos hace estar a la defensiva, no deja que veamos con claridad y esto provoca enfrentamientos y luchas; por eso, nuestra meta ha de ser la búsqueda de lo positivo, de lo bueno que hay en los otros, y no la constante de mirar únicamente lo negativo de los otros. Cuando confiamos algo en el otro, todo resulta más sencillo y nosotros mismos nos sentimos felices. A veces me pregunto, que, si hemos tenido esta experiencia, ¿por qué nos dejamos llevar más por ese miedo que paraliza? La consciencia de que esto es así, ha de realizar en nosotros un cambio, el de abandonar al miedo para evitar las guerras internas y las que podamos tener con los otros.