signos de los tiempos Analizando nuestra hora actual
Mirada al pasado, al presente y al futuro
Mirada a Europa
/ ¿dónde debo situarme yo?
/ ¿dónde debo situarme yo?
| José Ignacio González Faus
1.- Una mirada al pasado creo que hace cada vez más comprensible la victoria de Mr. Trump, como obra de quienes ahora le critican. Se cumple en ella una especie de ley histórica. Veamos algún ejemplo:
No dudo de que Bukele sea un criminal y un aprovechado; pero hoy la gente sencilla de El Salvador se limita a decir: “ahora que ya no hay pandillas (maras)”; mientras que los que critican a Bukele son los que fueron haciendo posible la aparición de las maras. Tienen razón en su crítica por la forma inhumana de eliminarlas; pero no reconocen que su tibieza fue causa de la aparición de esas pandillas.
Tampoco dudo de que Putin haya actuado de manera criminal y aprovechada; pero quienes hicieron posible la guerra de Ucrania fuimos nosotros con la política expansiva de la OTAN hacia el Este, cuando habíamos prometido no hacer eso, al desaparecer el Pacto de Varsovia…
Y he aquí que durante toda la campaña electoral norteamericana el partido rival no utilizó más argumentos que el tema del aborto y una sonrisa encantadora: de los problemas tan serios que tenemos hoy, ni palabra. Pero la sonrisa, por encantadora que parezca, ya no es hoy argumento convincente: pues el mercado se ha encargado de funcionar a base de sonrisas totalmente falsas. Y encima Trump gana con el apoyo de negros y latinos, que parecían votantes seguros de los demócratas; y ahora cada cual explica eso como puede.
Quizá es hora de que aprendamos a reconocer nuestros errores y nuestros fallos, en lugar echar toda la culpa a los que se aprovechan de ellos: que en nuestras democracias se gana más por fallos ajenos que por méritos propios.
2.- El presente se está poniendo negro, muy negro. Para momentos así lo mejor quizás sea recurrir a la oración. Y en este caso me aferro a aquella petición del salmo 123: “misericordia Señor, misericordia que estamos saciados de oprobios. Nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos y del desprecio de los orgullosos (= del sarcasmo de los Trumps y del desprecio de los Musks)”.
Y no es que Trump sea peor que nosotros; solo es más inconsciente: y no teme exhibir sin pudor esos egoísmos interesados que nosotros procuramos ocultar revistiéndolos de virtudes. Ojalá su desfachatez sirva para recordarnos nuestra hipocresía.
3.- La mirada al futuro siempre es incierta. Podemos considerar al menos dos hipótesis. La primera arranca del hecho de que, en realidad, no existen presupuestos “de defensa”: pues todos los que así llamamos son de hecho presupuestos de ataque. Nuestra técnica y nuestro progreso han inventado muchas armas, pero casi no han inventado “escudos”: quiero decir desactivadores de armas cuando estas atacan. En el campo militar vale aquello del fútbol: “la mejor defensa es un buen ataque”. Y acrecentamos el presupuesto llamado de defensa aumentando el presupuesto de guerra. Mientras que en el fútbol algunos piensan ahora lo contrario: “el mejor ataque es una buena defensa”. El mundo al revés.
En este contexto, la probabilidad de una guerra nuclear ha ido creciendo desde la invasión de Ucrania. Y si miramos cómo estallaron las anteriores guerras mundiales, esa probabilidad tan seria se acrecienta. No obstante es la que menos parece preocupar a nuestros políticos…
Y hay otro pronóstico que tampoco está reñido con la anterior. Dicho con frase gráfica y de la que hemos tenido experiencias aún recientes, podría ser que tanto Trump, como Musk, como Netanyahu acaben pasado “del orgasmo al SIDAH” (síndrome de inmunodeficiencia en autenticidad humana), quiero decir: del cielo y la euforia política en que ahora viven, al infierno de su autodestrucción humana. Personalmente, cuando repaso la historia, esta hipótesis me parece muy seria. Y siento pena por sus futuros protagonistas: porque lo humano no es desear el mal a nadie (incluso por mal que nos trate), sino desear el bien a todos.
4.- Mirando a nuestra Europa, me atrevo a repetir sencillamente lo que escribí en otro lugar: “Europa sí; esta Europa no”. ¿Por qué?
- Recordemos que el Tratado para la Constitución de la Europa actual fue rechazado en referéndums tanto de Francia como de Países Bajos. Y lo que se hizo entonces fue que el texto siguiente (Tratado de Lisboa) ya no fuera aprobado en referéndums sino en los parlamentos. Eso no es democracia.
- Esta Europa no ha sabido ser más que un perrito faldero de los EEUU, con el título colorado de amigos. Pero es sabido que en política exterior, los EEUU no tienen amigos sino lo que ellos llaman “vital interests”; y se han permitido expiar en secreto a esos presuntos amigos: tanto a Alemania como a Noruega, Suecia o Francia..., con gran sorpresa de la señora Merkel, que prefirió mirar para otra parte.
- Europa ha confundido lastimosamente el rechazo (justificado) a Putin o a Stalin, con el rechazo a una Rusia enormemente rica cultural y humanamente, bien cercana a nosotros y que, en la derrota de Hitler, tuvo tantos méritos como los norteamericanos.
- Finalmente, ante el espantoso genocidio que el gobierno de Netanyahu está cometiendo hoy en Palestina, Europa ha preferido mirar para otra parte y no condenar algo tan espantoso. Ni aunque el tribunal internacional de Justicia (institución nacida en Europa) haya pronunciado esa condena.
Esta Europa tibia es la que hoy se encuentra fuera de sitio: no tanto por falta de armas sino por falta de una identidad clara y coherente.
5.- Y una conclusión más general pero evidente: mientras haya tantos miles de heridos mal curados y mutilados, tantos miles de niños bombardeados y asesinados, o que se han quedado huérfanos por asesinato de sus padres, tantos miles de mujeres que han perdido a sus hijos o a sus maridos (como esa mujer congoleña que ha perdido nueve hijos), tantos refugiados que se vieron bombardeados en un hospital o en un cuartel de refugio, tantas gentes sometidas a tortura, tantos millones que viven cada día desesperados buscando algo con que alimentar a sus hijos o sustentarse ellos, tantos seres humanos que no pueden dormir porque los aviones o los bombardeos los despiertan..., mientras exista tanta gente así, ni yo ni tú ni nadie tenemos el más mínimo derecho a ser felices o a estar tranquilos. Porque todos ellos son más centrales y más importantes que los que se creen propietarios de cientos de miles de millones de dólares.
En la actual situación del mundo, apelar a unos (ahora solo presuntos) derechos míos a la felicidad y la tranquilidad, no es más que una forma de fascismo: la más habitual hoy en día entre derechas e izquierdas.
Eso no es todo: pero ojalá sirva para hacernos reflexionar un poco.