Carta al señor Díaz-Canel, presidente de Cuba Faus: "Usted sabe mejor que yo que en Cuba hay hoy un importante descontento tácito"
"Desde nuestra comunión, no solo en humanidad sino en eso que llaman “la izquierda”, me atrevo a pedirle que autorice esa manifestación"
"Como revolucionarios estaremos de acuerdo en que Cuba es más importante que la revolución"
"La excomunión es hoy característica de las derechas y el diálogo lo es de las izquierdas"
"A pesar de los méritos de sus primeros años, hoy la revolución cubana ha fracasado. No reconocer eso me parece un fundamentalismo"
"La excomunión es hoy característica de las derechas y el diálogo lo es de las izquierdas"
"A pesar de los méritos de sus primeros años, hoy la revolución cubana ha fracasado. No reconocer eso me parece un fundamentalismo"
Señor Presidente y querido hermano:
Los periódicos de Barcelona (España) dieron hace poco la noticia de que su gobierno ha prohibido una manifestación, que muchos jóvenes de Cuba planeaban para el próximo 15 de noviembre. Desde nuestra comunión, no solo en humanidad sino en eso que llaman “la izquierda”, me atrevo a pedirle que autorice esa manifestación.
Usted sabe muy bien que no es cierto el argumento de que es una algarada promovida “desde Washington”. Sabe mejor que yo que en Cuba hay hoy un importante descontento tácito: que muchas gentes pasan hambre, que hay casi 500 jóvenes encarcelados por la manifestación del pasado 11 de julio, y que pretender que la manifestación es un acto organizado desde fuera, es lo mismo que hacen todas las dictaduras y lo que nos decía a nosotros el dictador Franco cuando hablaba de una “conspiración judeomasónica”.
Cuando la Constitución cubana dice que “el socialismo en Cuba es irrevocable” se cae de su peso que está refiriéndose a un socialismo sano, no enfermo. Y, con dolor, porque me considero persona muy de izquierdas en lo socioeconómico, yo debo reconocer que, a pesar de los méritos de sus primeros años, hoy la revolución cubana ha fracasado. No reconocer eso me parece un fundamentalismo. Y los fundamentalismos son típicos de todas las derechas.
Una vez reconocido ese fracaso se podrán analizar sus causas: si se ha cometido algún error, y cuándo; o qué papel ha tenido en este fracaso un bloqueo injusto y persistente (le recuerdo que el Consejo Mundial de las Iglesias acaba de pedir al presidente Biden que ponga fin a ese bloqueo); o la traición de muchos cubanos hipócritas y millonarios residentes en Miami… Yo me permito evocar que el propio Marx (que, como filósofo, podía ser un supersticioso por esa idea de que la materia por su misma evolución lleva a un paraíso comunista; pero como analista era un superdotado), el propio Marx decía que es imposible la revolución en un solo país, y que la llamada “dictadura del proletariado” era una fase muy breve a superar cuanto antes. Son datos que también pueden influir en el análisis de ese fracaso.
En cualquier caso, como revolucionarios estaremos de acuerdo en que Cuba es más importante que la revolución (porque para ella se hace). Reconocido esto, creo que Ud. debe autorizar esa manifestación del día 15 y, luego de eso, crear alguna plataforma de diálogo con esos jóvenes. Allí podrá, por ejemplo, recomendarles el breve librito del suizo Jean Ziegler (El capitalismo explicado a los jóvenes y a los no tan jóvenes), que es impresionante y que algún día me gustaría comentar desde este mismo portal, porque puede evitar esa reacción tan típica de idealizar lo que no se conoce por descontento con lo que se conoce. Podrá transmitirles también el testimonio que recibí yo de una mujer cubana, negra: “ustedes en España podrán criticar a Fidel Castro, pero yo, como negra, debo reconocer que Fidel me trató muy bien”.
Podrá explicarles también que el autor de esta carta, que es un cura católico, se negó a criticar a Fidel cuando suprimió las navidades: porque la Navidad, en nuestro mundo capitalista no es una fiesta cristiana, sino una fiesta pagana, que no tiene nada que ver con Aquel que (según cuenta el evangelista Lucas) nació en la miseria y el abandono. Así podrá evitarse también que un día acabe cayendo su régimen y sea sustituido por otra dictadura mucho peor, como la de Fulgencio Batista.
No puedo decirle más. Le he escrito todo esto desde mi sensibilidad revolucionaria: porque creo que prohibir una manifestación (y a pesar de los problemas que esa manifestación pueda crear a su gobierno) no es un acto revolucionario sino contrarrevolucionario. La historia muestra que, al menos desde hace varios siglos, la excomunión es característica de las derechas y el diálogo lo es de las izquierdas.
Créame señor Presidente: si autoriza esa manifestación le será todo algo más difícil, pero también será todo mucho mejor.
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