El arzobispo de Kupang ve providencial la visita de Francisco Para encontrarse con el Papa, los fieles indonesios acudirán a Timor Oriental, una ocasión para la reconciliación
Kupang es el mayor centro urbano de la parte occidental de la isla de Timor (la parte indonesia) y una de las pocas con mayoría cristiana. "La fe está viva, lo vemos especialmente entre los jóvenes", dice Hironimus Pakaenoni, arzobispo metropolitano de Kupang desde marzo de 2024
Esta comunidad está ideando una 'ruta corta' para encontrarse con el Papa Francisco, que estará en Indonesia del 3 al 6 de septiembre. No lo verán en Yakarta, la capital, donde el Papa permanecerá tres días, sino en Dili, en Timor Oriental, al otro lado de la frontera.
(Agencia Fides).- La puerta de su residencia, una casita de una planta en el centro de la ciudad de Kupang, está siempre abierta, incluso de noche. Así es la entrada a su hogar. En el umbral de la casa de Hironimus Pakaenoni, arzobispo metropolitano de Kupang desde marzo de 2024, sacerdotes, misioneros, creyentes individuales que quieren compartir una alegría y un sufrimiento llaman a la puerta y entran sin ninguna formalidad. El padre Raymond Maurus Ngatu, de 31 años, un nuevo sacerdote indonesio de la congregación de los Misioneros de los Santos Apóstoles, acude allí para pedir una bendición en vísperas de la celebración de su primera misa en una parroquia de Kupang, su ciudad natal, después de partir para una misión en Pontianak, en el Borneo indonesio.
El arzobispo reparte sonrisas y consejos, concede bendiciones y, sobre todo, dice una palabra y un secreto para esa labor misionera: «Hay que confiar siempre en Dios, no en nosotros mismos. Ser instrumentos en sus manos».
Kupang es el mayor centro urbano de la parte occidental de la isla de Timor (la parte indonesia, la otra mitad es el estado independiente de Timor Oriental, ed.), y es la capital de la provincia indonesia de Nusa Tenggara Oriental. Con más de 430.000 habitantes, es una típica ciudad portuaria asiática, bastante caótica, un amasijo de gente atareada, comerciantes y pescadores que ejercen su oficio en muchas otras islas del este de Indonesia. Y la diócesis de Kupang (con 1,6 millones de habitantes) es una de las pocas de Indonesia -la nación de las 17.000 islas, el país de mayoría musulmana más poblado del mundo- con mayoría cristiana. La población local es cristiana protestante en un 60%, católica en un 35% y musulmana en un 3-4%.
El arzobispo «Roni» - como le gusta que le llamen los sacerdotes y los fieles - está contento de haber celebrado la ordenación diaconal de 14 jóvenes que «si Dios quiere, pronto serán sacerdotes, 12 de ellos en noviembre», dice a la Agencia Fides desde su residencia. «Y cuatro de ellos - subraya- ya saben que serán “misioneros domésticos”, como llamamos a los sacerdotes enviados a servir en otras diócesis indonesias, en zonas donde hay necesidad de sacerdotes y religiosos como Sumatra, Kalimantan (Borneo indonesio) o Papúa indonesia», afirma, hablando con alegría de la «solidaridad entre las diócesis indonesias».
Las 35 parroquias del territorio de Kupang (y otras nueve capillas que pronto podrían llegar a serlo), dice el Arzobispo, «registran una afluencia y una participación masivas de los fieles en la vida de la Iglesia y en los sacramentos. La fe está viva, lo vemos especialmente entre los jóvenes. Lo vemos en las vocaciones al sacerdocio que el Señor nos sigue regalando: en el seminario menor tenemos más de 100 chicos, y 90 en el seminario mayor. El Evangelio sigue atrayendo a los jóvenes», informa, mientras que la Iglesia local gestiona más de 90 escuelas católicas, desde primaria hasta bachillerato, también gracias a la ayuda de 53 congregaciones religiosas, masculinas y femeninas, activas en el territorio.
Pues bien, esta comunidad, dice el arzobispo, está ideando una «ruta corta» para encontrarse con el Papa Francisco, que estará en Indonesia del 3 al 6 de septiembre. No lo verán en Yakarta, la capital, donde el Papa permanecerá tres días, sino en Dili, en Timor Oriental, al otro lado de la frontera. Se prevé que unos 10.000 fieles de las diócesis de Kupang y Atambua (otra ciudad cercana a la frontera) se trasladarán al otro lado de la isla, para asistir a la misa en la explanada de Tesitolu, en Dili», confirma a la Agencia Fides Mons. Pakaenoni.
Es más fácil llegar a Timor Oriental, a 8-10 horas en autobús desde Kupang, que organizar un costoso viaje a Yakarta, donde, además, la organización ha convocado a un centenar de delegados de cada diócesis. Los fieles de Timor Occidental disfrutarán, por tanto, de una oportunidad especial: el Papa Francisco estará en su propia isla, aunque en la pequeña nación vecina.
"Estamos trabajando con el gobierno indonesio para ayudar a los católicos a participar en la visita del Papa a Dili"
«Estamos trabajando con el gobierno indonesio para ayudar a los católicos a participar en la visita del Papa a Dili. Hemos pedido a sacerdotes, religiosas y fieles que se inscriban en las parroquias. Además, la diócesis se ha puesto de acuerdo con la oficina de inmigración para tramitar los documentos de viaje. Muchos fieles no tienen pasaporte y se les tramitará un permiso especial, sólo para la peregrinación. Las autoridades también han promovido un procedimiento especial con la expedición de pasaportes en tres días, en lugar de las dos semanas habituales», informa el prelado.
Algunos creyentes vendrán también de las islas vecinas (indonesias) de Rote, Alor y Sabu. En Dili, capital de Timor Oriental -donde el Papa Francisco permanecerá del 9 al 11 de septiembre, tras hacer escala en Indonesia y Papúa Nueva Guinea-, también se espera la presencia de fieles indonesios. « Existe pleno acuerdo con la Conferencia Episcopal de Timor Oriental. Habrá que prever la acogida, la hospitalidad y la alimentación de los peregrinos indonesios. Se ha puesto en marcha la organización», revela el arzobispo.
El Papa Francisco celebrará misa el 10 de septiembre en la explanada de Tasitolu, a las afueras de Dili, en el mismo lugar donde el Papa Juan Pablo II celebró misa durante su visita en 1987, cuando Timor Oriental estaba bajo dominio indonesio. Las heridas de aquel pasado se han curado casi por completo gracias a un camino de reconciliación, basado en una vía tanto psicológica, de curación del trauma, como espiritual. Pero aún quedan marcas y cicatrices que sangran. Después de 1999, cuando Timor Oriental declaró su independencia en referéndum bajo los auspicios de la ONU, hubo una época de tensión y confusión, marcada por la violencia y las masacres de las milicias proindonesias. Incluso en los años siguientes, un flujo de desplazados huyó de Timor Oriental y afluyó a Atambua y Kupang, dados los disturbios. Hubo 250.000 refugiados que regresaron gradualmente a Timor Oriental en los años siguientes. En esta coyuntura histórica, la comunidad católica de Kupang se aproximó a los desplazados con iniciativas de solidaridad, distribución de alimentos y asistencia sanitaria.
"Las heridas de la ocupación indonesia en el pasado se han curado en Timor Oriental casi por completo gracias a un camino de reconciliación, basado en una vía tanto psicológica, de curación del trauma, como espiritual. Pro quedan marcas… La presencia del Papa puede sellar y consagrar el camino del acercamiento y la reconciliación"
Ahora, según el arzobispo, Dios ofrece una oportunidad a ese doloroso asunto: «La presencia del Papa puede sellar y consagrar el camino del acercamiento y la reconciliación. La suya es una visita no sólo para los católicos, sino para toda la población. Hay que decir que entre las Iglesias de Timor Occidental y Timor Oriental no hay ningún problema y estamos en plena comunión. Todavía existen algunas dificultades y sufrimientos en segmentos de la población, en familias que han perdido a seres queridos en la violencia y siguen considerando que los verdugos están al otro lado de la frontera.
Creo que la vista del Papa Francisco es providencial. Puede ser un momento de gracia especial, un kairòs para la reconciliación entre familias marcadas por el dolor. Puede ser un momento para pedir y recibir perdón, en la fe en Dios que cura las heridas. Veo que hay buena voluntad entre las personas, y nosotros, como católicos, podemos ser mediadores y facilitadores en este proceso, que sabemos que es difícil, pues implica emociones e interioridad. Por eso pedimos la ayuda de Dios y confiamos en Él».