Fina García Marruz (3). "TODA SU POESÍA ES COMO UN OÍDO ABIERTO A LA TRASCENDENCIA"

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La frase que preside
este post, "Toda su poesía es como un oído abierto a la trascendencia", me parece que sintetiza con ingenio y perspicacia la actitud espiritual de Fina García Marruz que, como ella misma reconoce, goza de mejor memoria auditiva que visual. Diríamos que suele llevar encendidos los auriculares del alma y escucha con el corazón a los demás, y hasta le llegan alguna vez psicofonías de misteriosa frecuencia (estoy hablando en metáfora, naturalmente, ya que a sus 88 años conserva una mente lúcida y un corazón sensible y fuerte).

Acabo de descubrir en la red una fascinante entrevista realizada el 11 de enero de 2009 en el 50 aniversario de la revolución cubana. Los protagonistas del encuentro son Fina y Cintio Vitier, ya muy enfermo, que ascendería a los brazos del Padre en ese mismo año unos meses después. Me gustaría destacar hoy sus respuestas a la pregunta sobre la religiosidad de sus familias de origen. Informa Cintio que viene de una familia creyente. La respuesta que más me ha fascinado ha sido la de Fina, que reproduzco literalmente por su enorme interés literario y existencial. Así lo refiere la entrevistadora:


TARDE TE AMÉ

Insisto en saber cómo nace una escritora de este talantesi proviene de una familia más bien indiferente a lo sagrado.

-Yo no conocía nada, pero a los 17 años Cintio me leyó los Evangelios. Yo había aprendido, con Juan Ramón Jiménez, a discernir, en la palabra, lo que era verdadero. Cuando Cintio me lee aquello, por la fuerza de la verdad escondida en la palabra, me convertí en el acto.


Esta conversión radical a la fe no es equiparable, en modo alguno, a un entusiasmo por la institución eclesiástica a la que se adscribirá más tarde con fervor inexplicable. Fina declara llena de dramatismo:

-Me convertí en el acto, pero tardé siete años –se pasa el dedo índice por la garganta- en tragarme a la Iglesia. Porque como dice Santa Teresa: ‘Hay que tragarse a la muerte’. Tuve que leer a San Juan de la Cruz, toda la teología del cristianismo francés, tan maravillosa, pero el que me convirtió fue San Agustín: ‘tarde te amé’. Después de leerlo terminé ese mismo día en un confesionario.


Desde entonces, Cintio y Fina han buscado conjugar el don literario con la profesión explícita de fe cristiana. Y, desde ese maridaje particular, han intentado mostrar (con la vida) y demostrar (con la palabra), cual apologetas incómodos para todos los bandos, que la raíz del verdadero pensamiento revolucionario incluye la fe y no la niega y, por otro lado, que no hay verdadera fe sin compromiso terrenal por la justicia. Un camino que tuvieron que recorrer “en solitario”, pues aún no se había celebrado el Concilio Vaticano II (1965) ni Medellín (1968), ni se habían desencadenado a nivel teológico las implicaciones socio-políticas de la fe.

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"ELLA ES TERESA Y SU INTERIOR CASTILLO"

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En su viaje por la estepa castellana, "tierra amarilla", se detiene fervorosamente en Ávila. Y su mayor placer es contemplarlo todo con ojos místicos,"potencias y sentidos traspasados" (Juan de Yepes). Convento de la Encarnación, misterio de la luz que, evocando anunciaciones, "desciende a la materia" de la muralla y su castillo interior, "y la traspasa conservándola intacta".

En la ventana de la hospedería, abierta a la sierra, "se cree mirar / este mismo paisaje convertido en visión / celeste."Soñará esta noche la poeta cubana que ha tocado con la mano y la mirada el Paraíso. Y, ojos bien abiertos, no pierde detalle, según costumbre; con sencillez y alegría nos hablará de "pájaros conventuales" y "franciscanas lagartijas"... "Fina hace de sus poemas verdaderos movimientos del alma (Cintio Vitier)."


EN ÁVILA

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En Ávila, mis ojos...

En el Convento de la Encarnación,
en su ventana abierta hacia la sierra
pura del Guadarrama, se cree mirar
ese mismo paisaje convertido
en visión celeste. Ya la muralla
de piedra rosa, piedra
de carne y alma y rosa unidas,
prepara la mirada a la distancia
pura de su evidencia, a su difícil,
tierna y arriscada majestad.
La muralla es el alma de Ávila.
Ella es Teresa y su interior castillo,
huerto cerrado que es la inspiración
de la tremenda castidad de España.
Pájaros conventuales y tomillo
silvestre en la ladera, breve
patio interior con franciscanas
lagartijas, todo responde aquí
al misterioso numen de tu nombre.
Convento de la Encarnación.
Luz rosada encarnada
desciende a la materia y la traspasa
conservándola intacta.
Estoy mirando el aire más alto de España.
La desvalida y fiera criatura
armada de su pecho.
Lo parco como asilo. Lo recio como pan.
La lejanía como una madre.



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"TÚ SÓLO VISTE A DIOS EN LAS HERIDAS"

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En la sección "Ánima viva" de Visitaciones (1970), se muestra el soneto "Al buen ladrón". Se trata del compañero de patíbulo que pide al vecino, coronado de espinas, que se acuerde de él al llegar a su Reino (memoria). Representa Fina a Jesús en el momento de la duda y el espanto. Es hombre y sufre. Humano y muere. "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" Pero el bondadoso ajusticiado, desde su propia pequeñez, le transmite esperanza y compañía. Grita Jesús. Pero no está solo. A su orilla, un hombre bueno le pide bendición y se abrazan en la distancia dos condenados a muerte que empujan y atraviesan juntos el pórtico hacia la Vida.


AL BUEN LADRÓN

Cuando dudó Dios mismo, tú creíste.
Los discípulos se habían ido lejos
por el temor dispersos. Tú pediste
oh Dios, verte en un hombre, en un reflejo.

Querías darnos aún el poder darte
algo a Ti mismo, pero nadie había
en torno. Ah, cómo la piedad misma te hería
de las mujeres. Vieron al alzarte

tan sólo a un hombre desdichado, a un triste.
Tú sólo viste a Dios en las heridas.
Y qué audacia de fe la que tuviste

al pedir y al pedirle nada menos
que a las clavadas manos impedidas,
la memoria, la sal, la Vida, el Reino.


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"OFRECE AL HIJO QUE QUISIERA MECER"

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También ha cantado García Marruz a la pietá de Miguel Ángel, exquisita obra de juventud del florentino, con una mujer joven y bella y un cadáver entre sus brazos blanco y hermoso. Cuando preguntaban al artista por qué había esculpido una madre casi niña respondía con emoción: “porque las personas enamoradas de Dios no envejecen nunca”. Por eso es por lo que ha escogido Fina, para poetizar, tan singular grupo. A sus 88 años se conserva sagaz y juvenil.

“Ofrece al Hijo / que quisiera mecer...” Le gustaría regresar a Belén y acunarle de nuevo, pero recién nacido, más tierno, más suyo, más recién llovido del cielo... A lo largo del tiempo, evolucionará el renacentista Miguel Ángel hacia figuras de mayor expresividad, de mayor dramatismo, como la inacabada Pietá Rondanini, de Milán, su último trabajo.

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LA PIETÁ DE MIGUEL ANGEL

Ay, es como una luna,
esos delgados miembros sostenidos
por la madre, ahora poderosa,
más allá del dolor.
La mano sosteniéndolo la arruga
levemente la piel bajo los hombros.
La otra, de reina, parece que mendiga.
No llora ya: ofrece al Hijo
que quisiera mecer,
a su pequeño inmenso
que quiso lo inaudito.
Ay, es como la fina
luna menguante.


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LA CUBANA FINA GARCÍA MARRUZ
PREMIO REINA SOFIA DE 2011


Se estudia la religiosidad de su poesía

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1.Premiada el día que ha cumplido 88 años

YA YO TAMBIÉN ESTOY ENTRE LOS OTROS
DEL TIEMPO LARGO


2.Caminar, como Jesús, sobre las aguas

LAGO DE MANAGUA
LOS CHOPOS
CRÍTICO DE ARTE EN UN JARDÍN PÚBLICO
SALOMÓN Y LA ROSA


3.“Toda su poesía es como un oído abierto a la trascendencia”


EN ÁVILA
AL BUEN LADRÓN
LA PIETÁ DE MIGUEL ÁNGEL


4."Hablar de la poesía" (ensayo)

CADA OSCURA MAÑANA
HOMBRE CON NIÑO PEQUEÑO
ESOS RELOJES QUE LOS PADRES DEJAN
JUNTO A UN MANANTIAL



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