Monseñor Florencio Roselló medalla de plata al mérito social penitenciario El Arzobispo de Pamplona entregó recientemente un detalle de un preso al Papa en Roma
El arzobispo de Pamplona cumple con la indicación del Papa a los obispos españoles
En el marco de la festividad de la Merced Roselló recibirá el reconocimiento en la cárcel de Pamplona
| Vicente Luis García Corres (Txenti)
“Vayan a las cárceles”, esta frase salió de labios de Francisco en la última visita de obispos españoles a Roma. Entre ellos estaba alguien que sabe y conoce el mundo penitenciario como pocos, el actual arzobispo de Pamplona Florencio Roselló, quien le hizo entrega al Papa de un presente muy especial, un pequeño “papamóvil” confeccionado con materiales reciclados por un recluso de Castellón. Una imagen y una frase para este Día de la Merced. Monseñor Roselló, que ha sido capellán penitenciario durante muchos años, no olvida a los presos y a las presas y en su agenda ahora como arzobispo mantiene reservado un hueco para visitar a esa feligresía tan especial para él, y que sin duda le seguirá aportando un plus a su ministerio episcopal. Precisamente monseñor Roselló ha sido galardonado con la medalla de plata al mérito social penitenciario que concede la Administración en el marco de la fiesta de la Merced.
Mons. Florencio Roselló, religioso mercedario, ha ejercido durante más de treinta años como capellán de prisiones y, antes de su consagración episcopal el pasado mes de enero, ha sido responsable durante ocho años de animar y coordinar la Pastoral Penitenciaria en España como director del Departamento de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal Española.
La entrega de este reconocimiento tendrá lugar mañana, día 24, a las 13 horas en el centro penitenciario de Pamplona.
La fiesta de la Merced nos recuerda la advocación mariana de la Virgen de la Merced, que tiene su origen en 1218, cuando se apareció en Barcelona a S. Pedro Nolasco, a S. Raimundo de Peñafort y a Jaime I de Aragón, para pedir la fundación de una orden religiosa dedicada a la redención de los cautivos. S. Pedro Nolasco fundó entonces la Orden de la Merced (mercedarios) con este objetivo. En la actualidad, los mercedarios, además de atender a los presos en las cárceles, buscan hoy atender las nuevas formas de cautividad, en aquellas situaciones sociales que oprimen y degradan a la persona humana, en los descartados de la sociedad.
Non solum sed etiam
Cuando he compartido en un grupo la frase del Papa a los obispos de “vayan a las cárceles”, alguien ha comentado: “y a más sitios tendrían que ir”. Evidentemente no les podemos pedir el don de la bilocación, y para ser justos hay que decir que son muchos los obispos que se “multiplican” y hacen por intentar estar en muchos sitios y con muchas personas. Pero detrás de ese comentario me ha parecido intuir otra frase, “que bajen a la arena” que conozcan las realidades de primera mano, que vayan a los hospitales, a los colegios, a las cárceles, a las calles, que viajen en transporte público (como hacía el obispo Bergoglio). Sí hay algo de cierto en esa imagen del obispo en su despacho. Sí es cierto que algunos prelados han pasado por la vida mirando de arriba a abajo, pero creo sinceramente que entre las nuevas hornadas hay cada vez más olor a oveja podríamos parafrasear, hay más suelas desgastadas. Pero yo he conocido prelados que ahora están jubilados que acogían en su casa a toxicómanos y les acompañaban en su camino de recuperación y de dignidad. Quizá más que pedirles a los obispos que vayan a más sitios, lo que hay que hacer es recordarles que no dejen de hacerlo.
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