Desviaciones sectarias de algunas comunidades religiosas No todo lo que reluce es oro, al hilo del libro “Riesgos de la vida religiosa”

Durante toda la lectura he tenido presente el caso de los conventos de Belorado y Orduña
| Vicente Luis García Corres (Txenti)
Me he cruzado de casualidad con un libro que ha llamado mi atención, el autor principal (pues el libro cuenta con algunas colaboraciones) es Dom Dysmas de LASSUS, Prior General de la Gran Cartuja en Isère (Francia) , un monje francés que, tras estudiar a fondo la plaga de los abusos ocurridos en la iglesia en Francia, publicó hace cinco años un libro, “Risques et dérives de la vie religieuse” (Riesgos de la vida religiosa), que en españa ha sido publicado por la BAC. En este libro ofrece algunas claves para entender cómo en el ambiente de la vida religiosa se puede llegar a hacer mucho daño a las personas. Cómo detrás de una apariencia de vida espiritual envidiable puede ocultarse trastornos serios de abuso de poder, de abuso espiritual, de anulación de la persona.
Después he visto que José Manuel Vidal se hizo eco de esta publicación en un artículo en el 2020 https://www.religiondigital.org/mundo/Dom-Dysmas-Gran-Cartuja-Isere-Iglesia-abusos-religion_0_2208379159.html
Pero quiero compartir mi lectura personal de lo que ha llamado mi atención en esta publicación.
Ya en la introducción señala que muchas comunidades se ven afectadas por un reproche de “derivación sectaria”, algo que “pocas de las nuevas comunidades han logrado escapar a este tipo de problemas, por lo que hay de qué inquietarse”. y se pregunta en voz alta: “¿Dónde está el error, ya que estas comunidades, hace unos años, fueron presentadas como el futuro de la Iglesia? ¿Estaríamos equivocados al hacer esta apreciación? ¿Por qué estas comunidades especialmente fervientes, marcadas por una gran fecundidad y un dinamismo cierto, han sido particularmente vulnerables? ¿Es coincidencia o hay una explicación?”
Por eso he titulado mi artículo “No todo lo que reluce es oro”. A veces podemos quedar deslumbrados por la juventud, fuerza, garra y actividad de estas comunidades, pero es importante hacer un seguimiento cercano de las mismas para evitar que se reproduzcan casos como los que han sucedido en las “viejas” instituciones religiosas y que han puesto a la Iglesia donde estamos ahora: Los escándalos de grupos como Los Legionarios de Cristo, El Verbo Encarnado, el mismo Opus Dei, o derivas como la que sigue coleando de las exclarisas de Belorado/Orduña. Sin duda el libro toca un tema muy actual y por eso llamó mi atención.

Pero veamos algunos párrafos del libro:
“En las nuevas comunidades, libradas de la carga de una tradición, lo cual les abre nuevos horizontes, todo parece ser posible. Ignorando riesgos insuficientemente analizados, han podido lanzarse con entusiasmo a emprender caminos peligrosos sin tomar conciencia de los peligros en que se incurre, o aún ignorar que también en la vida espiritual puede haber excesos peligrosos: el utilizar sin discernimiento ciertas prácticas tradicionales puede llevar a efectos indeseables, eventualmente graves. A menudo, lo que más ha faltado no era otra cosa que discreción, en el sentido monástico del término.”
Me gusta la nota aclaratoria del término “discreción” en el sentido monástico: “La discreción de los monjes corresponde casi al sentido de la medida dada por la sabiduría nacida de la experiencia. Lo opuesto sería el exceso.”
Siempre he pensado que los aires tradicionalistas “de nuevo cuño” o de “viejo cuño”, da igual, no encajaban con una Iglesia para el siglo XXI, y que haya adeptos y seguidores de los mismos no lo justifica.
Estas son las áreas de riesgo que Dysmas identifica en la vida monástica:
- Riesgos relacionados con el ejercicio de la autoridad (estructura de la comunidad)
- Riesgos relacionados con la obediencia
- Riesgos relacionados con la vida espiritual
- Riesgos relacionados con la clausura
- Un caso especial: riesgos relacionados con la soledad
El primer problema está en el ejercicio de la autoridad. Y descubro que el derecho Canónico tiene una expresión que puede traer riesgos:
Canon 601: “El consejo evangélico de obediencia, abrazado con espíritu de fe y de amor en el seguimiento de Cristo obediente hasta la muerte, obliga a someter la propia voluntad a los Superiores legítimos, que hacen las veces de Dios, cuando mandan algo según las constituciones propias.”
Como bien señala el autor la expresión: “los Superiores legítimos, que hacen las veces de Dios” puede dar lugar a un autoritarismo y que la vida de la comunidad gire en torno a las decisiones, o caprichos, del superior. Un autoritarismo que va aparejado también a una sumisión por parte del resto de los miembros de la comunidad.
“En la vida religiosa, el control se hará usando medios espirituales: la apertura del corazón puede ser utilizada por el superior para saber todo lo que sucede. Si nada escapa a sus ojos, se siente seguro porque todo permanece bajo control. El ideal de unidad puede usarse para neutralizar cualquier pensamiento divergente, generando el sentimiento de culpabilidad.” Y claro todo adornado con una pátina de pureza espiritual y de estar haciendo la voluntad divina que ¡a ver quien le pone pegas!
Hay un par de frases que explican la evolución que puede producirse hasta llegar a ese autoritarismo investido de razones espirituales:
Pasamos de un diagrama a otro: “ la persona está a la cabeza porque está habitada por el Espíritu Santo.”
se convierte en: “la persona está habitada por el Espíritu Santo porque ella está a la cabeza.”
Otra de las afirmaciones acertadas del autor me parece la siguiente: “Si se conocen bien los riesgos será más fácil evitar los errores, o detectarlos lo suficientemente temprano para que no sea demasiado tarde.” Porque no se trata de problemas derivados de una mala fe de las personas, sino de una deriva a la que se llega por falta de control y de discernimiento. Y por supuesto de libertad de las personas en cualquier orden y circunstancia.
Es interesante la descripción que hace de una de las manifestaciones de que el problema puede estar afectando a esa comunidad. Me refiero al análisis que hace de cómo la comunicación personal siempre es vertical y nunca horizontal. Es decir los hermanos y hermanas de esa comunidad no “se confiesan”, por usar una expresión fácil de entender, inter pares, sino solo con el superior o superiora. Tampoco ha lugar a esa intimidad del alma con alguien ajeno a la comunidad. Es lo que yo entiendo de la exposición. Es el superior o alguien designado “desde arriba” quien se convierte en el canal de comunicación exclusivo.
A veces en el supeditado a esa sumisión se produce una fascinación por el superior que nubla cualquier discernimiento y anula la personalidad por completo y su capacidad de decidir con libertad. En algún artículo he llegado a leer que esto ha podido ser lo que ha sucedido con la superiora de Belorado que ha logrado arrastrar a otras compañeras a la deriva cismática.
“Si se trata de una congregación u Orden ya antigua y bien estructurada, el mal se limitará a una comunidad en particular (Caso Belorado) y difícilmente afectará a todo el cuerpo. En una nueva comunidad se corre mucho más fácilmente el riesgo de que toda la congregación sea afectada, especialmente cuando la transición del período de fundación propiamente dicho al período de estructuración no se gestiona adecuadamente.”
El libro analiza cómo esa falta de relaciones horizontales entre las hermanas o hermanos de una misma comunidad puede afectar a que cuando uno llega a un discernimiento personal que choca con lo que está viviendo no pueda corroborar sus impresiones con otro igual a él o a ella. Vamos que se sienta “solo ante el peligro”. El superior controlador evitará siempre estos contactos inter pares para controlar que no surjan focos de oposición y crítica que desestabilicen “la unidad de la comunidad”. Siempre pensando por el bien de todos, y lo paradójico es que esto se llega a pensar como verdad absoluta. Ya dice ese aforismo de “repite una mentira hasta que se convierta en <<verdad>>”.

“En el campo de la vida religiosa, cada comunidad / congregación / orden tiene su propia fisonomía y su peculiaridad, y está bien así. Pero si comenzamos a pensar y a decir: somos los únicos monjes verdaderos y los demás son decadentes, la comunidad se encierra sobre sí misma. Si se involucra la locura de la grandeza, entonces vendrá el sentimiento de ser los salvadores de la vida religiosa o incluso de la Iglesia. No estamos bromeando, ha sucedido.” Pues eso, que no es ninguna broma, es una descripción del caso de Belorado y que puede suceder en otras comunidades.
El libro dedica varios apartados a “La mentira”, “es probablemente un elemento omnipresente en las comunidades de desviación sectaria. No es cierto que se predique oficialmente el arte de la mentira... lejos de eso, porque cada uno, por el contrario, se siente perfectamente amoldado al Señor, pero en los hechos, es lo que sucede, precisamente por este llamado "ajuste perfecto" al Señor que no será entendido desde afuera. Y venimos a protegernos de miradas externas, y nos encerramos en una burbuja de auto justificación, y comenzamos a filtrar los eventos externos, a interpretarlos, a juzgarlos con el prisma de nuestra luz, que a menudo no se corresponde del todo con la realidad.” Sometimiento al pensamiento único. Y lo que diga el superior “va a misa”. Y los que dicen otra cosa “¡qué sabrán ellos!” o solo es por envidia, malmeter o hacernos daño. ¿No es eso lo que decían las exclarisas de Belorado ante las críticas que recibían?
Ojo, que el deslumbramiento puede llegar a afectar a cualquiera: “Añadimos a esto el arte de la disimulación y la seducción, desplegado de frente a aquellos que tienen autoridad (Obispo o Superior General) para que no se den cuenta en absoluto de la realidad que se está viviendo. La autoridad quedará subyugada por lo que ella ve, y por lo tanto será incapaz de aceptar las críticas hechas contra esta comunidad.”
Hay varios párrafos dedicados a la figura de lo que denomina “el pivote”, pero mejor quien lo desee que lo lea.
Otro capítulo aborda el tema de la unidad, y empieza con un párrafo que sería extrapolable más allá de la vida comunitaria monástica, se podría decir que a la vida de la Iglesia en general: “La unidad, sin embargo, encuentra su justo equilibrio sólo a condición de una integración sana de la diversidad; de lo contrario, se convierte en uniformidad, incluso mirando a un pensamiento único.”
“Si estar de acuerdo es un deber, un pensamiento personal ya no está permitido disentir y queda prohibido pensar por sí mismo.”
Y otro párrafo para “enmarcar” sobre este mismo tema:
“La unidad, en una comunidad real, demanda saber renunciar a muchas preferencias personales, no a un pensamiento personal.
La unidad a menudo demanda saber hacerse a un lado, no dejar de existir.
En una comunidad se recomienda no singularizarse, no despersonalizarse.”
El capítulo 6º es una síntesis de la génesis que llevó al surgimiento de muchos de los nuevos movimientos y asociaciones de fieles lideradas por alguien carismático. Invito a su lectura íntegra porque también contiene consejos de actuación frente a estos casos de deriva sectaria.
Todo este libro es un intento de poner luz en un mundo oscuro de por sí. No podemos negar que la transparencia no ha sido una virtud en la iglesia muy ejercida. Por eso como dice el autor: “Lleva tiempo darse cuenta de lo que realmente está sucediendo y comprender que, aunque algunos se han sentido bien en este clima, fue profundamente perverso. Algunas personas están seriamente marcadas, a veces de por vida... algunas pasan por intentos de suicidio (y algunas veces han "logrado")... algunas pierden completamente su fe, tienen dificultades para perdonar ya sea a sus superiores que las demolieron, o ya sea a la Iglesia que permite que tales transgresiones continúen, y que las cubre, y se niega o duda en sancionar.
Debe reconocerse que cuando uno está fuera de estas comunidades, es muy difícil percibir lúcidamente lo que está sucediendo allí: por un lado, se tienen frutos espirituales que parecen maravillosos (celo religioso, número de vocaciones, conversiones dentro o fuera de la comunidad, etc…) Por otro lado, tenemos algunas personas que se quejan de disfuncionamientos cuya autenticidad nos resulta difícil de aceptar.”
La segunda parte del libro aborda temas importantes en la vida comunitaria como son “la obediencia” y sus diversos grados y sus límites; la Paternidad espiritual; el Carisma e institución; la culpabilidad; la perversidad; Los riesgos de una espiritualidad llevada al extremo (aquí se aborda el tema del suicidio, las humillaciones, los castigos o las mortificaciones en estos colectivos); la desolación y la depresión; la posibilidad de acabar con una imagen desfigurada de Dios, que en algunos casos de víctimas de estos comportamientos sectarios acaban provocando un alejamiento de la fe; y otros temas interesantes.
El libro tiene una tercera parte que resume una declaración de intenciones del libro y concluye con el capítulo 12 como canto a la vida consagrada, pero una vida consagrada sustentada en la verdad y la libertad de los individuos a su diversidad.
La conclusión es una carta a los que viven en la vida monástica y la obra tiene unos anexos que complementan el trabajo con testimonios concretos.
Finalmente yo añadiría que los rasgos de estas comunidades que son susceptibles de acabar siendo acusadas de derivación sectaria dejan traslucir todas esas imposiciones internas en su presencia externa, primando sobre todo sus hábitos, costumbres, su orientación pastoral y sacramental, sin imponerlo directamente ni explícitamente, pero poniendo por delante que lo primordial es su carisma e incurriendo en lo que toda la vida se ha llamado la actitud de Juan Palomo, yo me lo guiso yo me lo como. Y la medida de todo somos la comunidad. Y todo eso puede ir aderezado de cantos, risas, iniciativas pastorales brillantes y el acercamiento de nuevas “vocaciones” que quedan fascinadas con la hermosa imagen de la comunidad. Pero puede suceder que si rascas un poco … la realidad sea otra muy diferente. Y lo peor es que se ha acabado haciendo mucho daño moral y psicológico a algunas personas y eso es mejor cortarlo de raíz. Cito nuevamente al autor: “Debemos mencionar aquí una realidad dolorosa. Las personas que han vivido en comunidades donde se practicaba la cultura de la mentira y que han salido de ella a menudo también han perdido su confianza en Dios: ya no puedo orar más. Ya no sé si creo en Dios. Estas palabras, el autor de estas líneas las ha escuchado y son muy tristes. Hombres, mujeres que querían entregar sus vidas a Dios con todo el impulso de amor de una vocación, y este impulso de amor se rompió a causa del contra testimonio en el cual la mentira a menudo es la piedra angular.”
Recuerdo en estos momentos un comentario que me hicieron de las exclasisas de Belorado y de Orduña, ellas se autoexigían pasar toda la misa de rodillas, hasta un sacerdote les llamó la atención por ello y les dió una catequesis sobre el sentido de las posturas en cada momento de la misa. Ellas ya venían mostrando su distancia con los planteamientos del magisterio del papa Francisco, que luego extendieron a sus antecesores en la famosa declaración.
Si alguien se ve inmerso, o conoce algún caso de lo que en este libro se trata, no dude en ponerlo en conocimiento de las autoridades eclesiásticas. Darlo a conocer en diversas instancias eclesiásticas ayudará a poder enfocar con criterios comparados las respuestas que haya que adoptarse.
La Iglesia tenemos que velar y para ello vigilar, y si es preciso “atar en corto” a todas aquellas agrupaciones piadosas que en aras de no sé que inspiración del Espíritu se crean por encima del bien y del mal.
Por eso me parece iluminador este libro y por eso, aun cuando Vidal ya se ocupó de él en el 2020 me ha parecido interesante volverlo a poner de relieve.
Cierro con palabras del autor: “¿ante qué signos hay que sentirse alertados que nuestra comunidad presenta facetas de vida que podrían voltearse a la deriva sectaria? Espero que todo este estudio brinde algunos elementos de respuesta a esta pregunta fundamental.”
Etiquetas