Autoestima para no renegar de nosotros mismos
Cada cual es como es y todos necesarios. Un mundo en que faltara alguien quedaría empobrecido y ya no sería el mismo. Si alguien desaparece de la escena nadie tapará el hueco dejado, nadie llegar a ser el que tú eres. Podrá ser más listo, más fuerte , más alto, más guapo; pero ése quien eres, sólo lo puedes ser tú.
Cuando estemos convencidos de que somos tan importantes que nadie es capaz de sustituirnos, la consecuencia inmediata es la propia autoestima que hará que nos sintamos a gusto con nosotros mismos. El aprecio a nuestra propia identidad es paso previo para hacer realidad nuestro proyecto de vida, nuestra vocación personal. Ortega dejó escrito que: “sólo se vive a si mismo”. Palabras que a mí me gustaría interpretar diciendo: que hay que comenzar a sentirse y quererse a sí mismo, para poder vivir la propia vocación a la que estamos llamados.
A la meta se llega por los caminos propios de cada cual. Pocos son los imitadores que han logrado ser alguien importante en la vida, cada cual tiene su propio estilo y ha de tratar de ser fiel a si mismo, cultivando las cualidades específicas y ocultas que no son pocas. El conocimiento de nuestros propios talentos nos anima y estimula a realizar interesantes proyectos porque la verdad es que todos tenemos la posibilidad de ser excelentes a nuestra manera.
La autoestima es un sentimiento común a los hombres y mujeres si bien en éstas tiene sus peculiaridades y características especiales que conviene poner de relieve. La mujer a lo largo de la historia ha sido víctima de sometimientos y subordinación, de exigencias e imposiciones injustas e injustificables, ha tenido que sufrir discriminación y humillaciones , como todos sabemos. Las mujeres han estado marginadas por la cultura y las legislaciones machistas. A pesar de todo supieron ser señoras de cuerpo entero en tiempos difíciles y estuvieron por encima de la circunstancias salvando su dignidad,. Hoy desde la distancia de los años, su actitud nos parece decorosa y moralmente bastante por encima de la de los varones que las subyugaban seguramente porque su autoestima fue grande los hombres se sentían obligados a abrirles la puerta cuando iban a pasar, a retirarles la silla cuando iban a sentarse o se quitaban el sombrero cuando les saludaban, inclinándose ante ellas, rindiéndoles pleitesía. Yo no creo que en cuestiones de autoestima tuvieran que recibir lecciones de nadie.
A pesar de todos los inconvenientes, las mujeres de antes, creían tener la suficiente riqueza interior como para sentirse realizadas y estar satisfechas de sí mismas, trataron de ser felices con lo que tenían y muchas de ellas lo consiguieron. Pudieron perder la paciencia; pero no la perdieron, pudieron desesperarse y renegar de ser mujer ; pero no lo hicieron, ahí siguieron sin perder la paz interior, ni tan siquiera lamentarse de su estado, como corresponde a los espíritus fuertes.
En medio de tanta adversidad tuvieron en alta estima su condición de ser mujer. Su autoestima no dependía de los demás , sino de sí mismas y en contra de lo que pudieran pensara los demás, ellas estaban convencidas de que ser mujer era un privilegio, por el que había que estar agradecidas a Dios. Tan convencidas estaban de que no eran inferiores, sino iguales a los hombres, que no tenían ninguna necesidad de demostrárselo a nadie, les bastaba su certeza y para nada precisaban del visto bueno masculino . ¡ Que seguridad la suya!....
Naturalmente a una mujer actual le resultaría difícil entender, que se pueda estar satisfecha de sí misma, sin tener las libertades que ahora se tienen, sin disfrutar de la independencia y autonomía de que hoy se disfruta o que pueda hablarse de autoestima femenina cuando la mujer estaba tan discriminada . Lo que no está nada claro es que la exquisitez en el trato de la mujer de hoy sea el mismo que el de las damas de ayer. Cuando menos la galantería de antes nada tiene que ver con lo que se lleva ahora.
La mujer de ayer se daba a respetar, su cotización en las relaciones amorosas era infinitamente más elevado que el de ahora, se sentía orgullosa de ser mujer y de ser diferente a los hombres, se hacía valer y no era nada fácil su conquista, todo lo cual se traducía en autoestima personal y también en una elevada valoración por parte de los hombres. Las más sinceras, hoy día, reconocen que con demasiada frecuencia son tratadas como objetos ornamentales y de disfrute, que afectivamente en ocasiones son explotadas e instrumentalizas y que ellas mismas están contribuyendo a ello, poniéndoselo fácil a quienes sólo buscan la satisfacción de unos impulsos egoístas
A la hora de hablar de autoestima no nos podemos olvidar de que la mujer posee su propia personalidad, distinta de la del varón, su “humanitas” que tiene unas características singulares, también su ethos adornado con valores específicos. Los motivos que alimentan la autoestima de la mujer son también diferentes a los del hombre . Los de aquella son interiores y van asociados a la afectividad, los de éste son exteriores y están vinculados a los éxitos profesionales.
Las mujeres a pesar de estar curtidas durante siglos por un trato discriminado tienen también su lado vulnerable. El amor es a la vez su fortaleza y su debilidad. Siente la necesidad de amar y ser amada. Su autoestima crece cuando descubre en su corazón el amor que alguien ha puesto en ella, esto es un motivo de seguridad y autosuficiencia; pero también puede suceder lo contrario
Sin entrar en consideraciones personales, me limitaré a decir que la psicología cree suficientemente probado que una mujer satisfecha emocionalmente se muestra más segura de sí misma. Los conceptos de autoestima, afectividad, feminidad en la vida de una mujer se conjugan de forma conjunta.
Las mujeres actuales con más independencia y libertad que vivieron sus abuelas, con más capacidad de autodeterminación, debieran preguntarse si se sienten igual de orgullosas de ser mujer o a lo que aspiran es a ser imitadoras de los hombres porque si así fuera estaríamos frente a un obstáculo poco menos que insalvable para seguir manteniendo intacto el sentimiento de autoestima, por otra parte difícilmente la mujer va a ser respetada y valorada por los demás, si ella misma no comienza a tener en gran aprecio todo lo que es y todo lo que posee como mujer.