"Los sinodales alemanes piden la revisión de la moral católica sobre la homosexualidad" Criterios teológicos para superar la polarización homofóbica en la Iglesia: La aportación del Camino Sinodal Alemán
"Está, en primer lugar, el grupo (sin duda, el más numeroso) formado por quienes diferencian las personas de los actos homosexuales"
"Hay una segunda sensibilidad que -eclesialmente minoritaria, pero en ascenso- va más lejos y que, además de exigir un trato digno con las personas homosexuales, pide que se reconozca que en ellas hay 'dones y cualidades' innegables"
Los sinodales alemanes constatan que urge revisar “algunas normas de la tradición de la Iglesia” ya que “carecen de la afinidad necesaria con la experiencia concreta de la vida de las personas”
"Como consecuencia de las aportaciones facilitadas por el Camino Sinodal Alemán y el dominico A. Oliva, hemos empezado a percatarnos de que la ley natural -en lo referente a la homosexualidad- no es universal, sino mayoritaria"
Los sinodales alemanes constatan que urge revisar “algunas normas de la tradición de la Iglesia” ya que “carecen de la afinidad necesaria con la experiencia concreta de la vida de las personas”
"Como consecuencia de las aportaciones facilitadas por el Camino Sinodal Alemán y el dominico A. Oliva, hemos empezado a percatarnos de que la ley natural -en lo referente a la homosexualidad- no es universal, sino mayoritaria"
| Jesús Martínez Gordo teólogo
En el seno de la Iglesia católica existen, por lo menos, dos maneras de entender y de relacionarse con la homosexualidad que merecen la pena analizar. Y, por extensión, con las personas bisexuales y transexuales, dejando, al margen los comportamientos y planteamientos patológicos que, como en todo colectivo humano, también pululan entre sus filas.
Está, en primer lugar, el grupo (sin duda, el más numeroso) formado por quienes diferencian las personas de los actos homosexuales. Si estos últimos, sostienen en sintonía con el Catecismo, “son intrínsecamente desordenados”, no se puede olvidar nunca que las personas “deben ser acogidas “con respeto, compasión y delicadeza”, evitando “todo signo de discriminación injusta”. Es muy probable que algunos de quienes integran este colectivo tengan dificultades para diferenciar los comportamientos, de las personas en cuanto tales, pero esto no anula la existencia de un numeroso grupo de católicos empeñados en establecer dicha diferencia y en ser coherentes con ella.
Hay una segunda sensibilidad que -eclesialmente minoritaria, pero en ascenso- va más lejos y que, además de exigir un trato digno con las personas homosexuales, pide que se reconozca que en ellas hay “dones y cualidades” innegables.
“La orientación sexual es una disposición inmutable y no una elección particular”
Ésta fue la propuesta formulada por la Secretaría General del Sínodo en 2014 que, a pesar de no prosperar en el aula sinodal, retomó la Conferencia Episcopal Alemana en su informe para el Sínodo del año siguiente: para la mayoría de los católicos alemanes, se sostenía en dicho informe, “la orientación sexual es una disposición inmutable y no una elección particular”. Por eso, irrita el discurso que entiende la condición y el comportamiento homosexual como “intrínsecamente desordenados”.
Mantener semejante tesis, es desconocer (o negarse a reconocer) la diversidad de orientación sexual que, por “connaturalidad”, se da. Son muchos los católicos alemanes, concluían sus obispos, que, sin igualarlas con el matrimonio, aceptan cordialmente las uniones homosexuales.
Los homosexuales, “imagen y semejanza de Dios”
De lo indicado sobre el parecer que merecía a los obispos alemanes la posición timorata y nada empática de los padres sinodales sobre la homosexualidad, se concluía que esta Iglesia también estaba comprometida con una revisión a fondo de la doctrina, moralidad y trato con los homosexuales.
Así se volvió a evidenciar cuando, poco después, decidió poner en marcha el llamado Camino Sinodal y dedicar un Foro (el IV) a “vivir el amor en la sexualidad”.
Dicho Foro presentó a la cuarta Asamblea Sinodal (septiembre de 2022) un “Texto básico” (“Vivir el amor en relaciones que funcionan. Vivir el amor en la sexualidad y en la relación de pareja”) que -aunque no alcanzó los 2/3 de los obispos presentes, necesarios para su aprobación- se acordó que -habida cuenta de la mayoría de consenso alcanzado en dicha Asamblea (el 82 %)- fuera presentado como la posición oficial de la Iglesia alemana, tanto en la “visita ad limina” de los obispos en noviembre del mismo año, como en la sesión continental del Sínodo de la Iglesia universal a celebrar en enero de 2023. Pero eso no fue todo.
Las tesis fundamentales de este “Texto básico” van a ser recuperadas, en buena parte, en la Quinta Asamblea en el Texto Básico del Foro III (“Mujeres en los ministerios en la Iglesia”). Además, el asunto de la homosexualidad va a ser tratado en otro tipo de documentos, denominados de “acción”, aprobados tanto en la cuarta (“Reevaluación magisterial de la homosexualidad”) como en la quinta Asamblea Sinodal: “Abordar o afrontar la diversidad de género”; “Celebraciones de bendición para las parejas que se aman”; “Orden básico del servicio eclesiástico” y “Apoyo a la educación sexual y promoción de los conceptos de educación sexual en todas las instituciones educativas y pastorales”.
En estos textos, estudiando la sexualidad a la luz de la voluntad de Dios, recogida en la Escritura, se adentran en cuatro asuntos que solo enuncio porque no es posible desarrollar en esta aportación: la dignidad del ser humano, imagen de Dios, punto central de una moral sexual cristiana presidida por la libertad y el consentimiento; la sexualidad bajo el primado del amor, articulación de “ágape”, “eros” y “philía”; la sexualidad, vivida como don y mandato creativo y, finalmente, el placer sexual, regalo de Dios que se pone al servicio de la vida.
Y, tratando la sexualidad a la luz de las ciencias, los sinodales alemanes se adentraron, básicamente, en dos asuntos: en primer lugar, la irrupción de la pluralidad sexual y, como resultado de ello, la necesidad de superar la binariedad sexual y acoger su diversidad (transgénero o intersexual) y, en segundo lugar, el reconocimiento de la dignidad de la homosexualidad y la necesidad de reevaluar el magisterio eclesial al respecto.
La revisión de la moral católica sobre la homosexualidad
Los sinodales alemanes constatan que urge revisar “algunas normas de la tradición de la Iglesia” ya que “carecen de la afinidad necesaria con la experiencia concreta de la vida de las personas” y porque, “al haberse gestado en otros contextos, hoy ya no son compartidas ni comprendidas”. Cuando no se comprenden las razones de la doctrina moral de la Iglesia “se erosiona”, como así sucede, “la confianza en aquellos que son responsables de la interpretación auténtica de la fe”.
Y más, si, como también pasa en la actualidad, hay personas a las que “les resulta inexplicable” ser “rechazadas por su comunidad de fe debido a su plan de vida, su orientación sexual y su identidad de género” o porque, diferenciándose de “las nociones habituales de normalidad (“queer”)”, no se adhieren “a las normas de su comunidad de fe”, siendo percibidas, por ello, como “una variante incompleta de una vida cristiana plenamente válida”.
En concreto, tales personas no se explican “que la abundancia de la Buena Nueva sólo debe darse a aquellos que viven en conformidad con el Magisterio”, siendo excluidas “del camino de seguir a Cristo por su identidad de género u orientación sexual”, a pesar de que mantienen una relación “vivida con dignidad y amor” y presidida por una “amistad comprometida, fiel, respetuosa, recíproca y pronta a asumir la responsabilidad correspondiente en caso de paternidad”.
Obviamente nos estamos refiriendo -reiteran- a situaciones y personas que nada tienen que ver -en total sintonía con el magisterio eclesial- “con el rechazo y la prohibición de la sexualidad explotadora y violenta”; “la prostitución forzada; la violación y las prácticas degradantes de pornografía”. Y, por supuesto, en total sintonía con “la prohibición estricta de los abusos sexuales perpetrados por adultos contra las personas confiadas a su cuidado (núm. 2389 CIC)”.
Petición al Papa Francisco
Una vez explicitados los criterios escriturísticos y científicos reseñados más arriba, valorada la doctrina moral al respecto y formuladas las propuestas pertinentes, los sinodales alemanes se adentran en el “Texto de acción” en el que se dirigen al Papa para recomendarle que “proceda a una aclaración y reevaluación de la homosexualidad en el Magisterio”, a la luz de las consideraciones indicadas en el Texto Básico y que resumo en estos cinco puntos:
1.- “Todo ser humano es creado por Dios con su sexualidad, y tiene una dignidad inalienable en virtud de ser así creado. La orientación sexual de cada persona humana es inseparable de él o ella. No está seleccionada y no se puede cambiar”.
2.- “Habiendo sido creadas a imagen de Dios, todas las personas merecen respeto y empatía, independientemente de su orientación sexual. Todos los fieles están obligados a abordar activamente cualquier discriminación basada en la orientación sexual”.
3.- “Dado que una orientación homosexual es parte del ser humano creado por Dios, esta orientación no debe ser juzgada de manera diferente en términos éticos que una orientación heterosexual”.
4.- “Toda persona está llamada a integrar su sexualidad en su modo de vida. La sexualidad genital responsable en las relaciones con otra persona está guiada por el respeto por la dignidad y la autodeterminación; el amor y la fidelidad; la responsabilidad mutua y las dimensiones específicas de la fertilidad y teniendo en cuenta que son relaciones que pretenden ser exclusivas y permanentes”.
5.- “La sexualidad entre personas del mismo sexo, también practicada mediante actos sexuales, no es, por lo tanto, un pecado que separa a una persona de Dios, y no debe ser juzgada como mala en sí misma. Más bien, debe medirse por la realización de los valores antes mencionados”.
En definitiva, urge ser conscientes de que la comprensión y “las acciones de la Iglesia en materia de homosexualidad no han tenido suficientemente en cuenta la dignidad de las personas homosexuales como criaturas de Dios. Las personas homosexuales son hijas de Dios, y en virtud de haber sido creadas a imagen de Dios tienen derecho a ser aceptadas incondicionalmente en y por nuestra Iglesia, y a desempeñar un papel activo en la vida de fe y en la Iglesia”.
Superar, cuanto antes, la polarización homofóbica
Como consecuencia de las aportaciones facilitadas por el Camino Sinodal Alemán y el dominico A. Oliva, hemos empezado a percatarnos de que la ley natural -en lo referente a la homosexualidad- no es universal, sino mayoritaria. Y, según la segunda de tales evidencias, la escriturística, también hemos empezado a reconocer la centralidad que, en el tratamiento de este asunto, ha de tener la condición creatural de todas las personas, creadas, a “imagen y semejanza de Dios”, incluidas las homosexuales.
No queda más remedio que ir superando, aunque sea con muchas dificultades, la “polarización cultural” en la que se ha movido la Iglesia católica hasta el presente para superar el riesgo de incurrir en la homofobia que -guste o no- se aloja en su seno y aledaños. Y, con ella, otras polarizaciones.