Al célebre pintor le encargaron retratos y otras obras la Casa Real, la nobleza, la burguesía y el alto clero "¿Dónde está Dios?": El Gólgota de la modernidad de Goya
La Reina Leticia inauguró el pasado 8 de septiembre la exposición de Goya, uno de los más grandes precursores de la pintura moderna, en la Fundación Beyeler de Riehen (Basilea)
Como en el caso de los dos españoles de Goya que se pelean a garrotazos, el lema parece seguir siendo: lucha despiadada hasta la muerte común, "tertium non datur"
A la luz del cuadro 'Los fusilamientos del 3 de mayo', se puede decir que el Dios cristiano, que nos recuerda el hombre de la camisa blanca, está profundamente presente en el sufrimiento del mundo
A la luz del cuadro 'Los fusilamientos del 3 de mayo', se puede decir que el Dios cristiano, que nos recuerda el hombre de la camisa blanca, está profundamente presente en el sufrimiento del mundo
| Mariano Delgado, decano de la Facultad de Teología de Friburgo
(Kath.ch).- Con sus temas y composiciones, a Francisco de Goya (1746-1828) se le considera un gran precursor de la pintura moderna, del pintor libre y seguro de sí mismo que elige y crea libremente sus obras. Por supuesto, también fue un artista, a quien le ancargaron retratos y otras obras la Casa Real, la nobleza, la alta burguesía y el alto clero. Pero también aquí se nota su profundo conocimiento de la naturaleza humana y su fina ironía.
En su cuadro "La Familia de Carlos IV", por ejemplo, ha presentado a la familia real con una agudeza casi psicoanalítica, como no se hubiera atrevido a hacerlo el gran Diego Velázquez a mediados del siglo XVII en "Las Meninas". Pero para mí, sus cuadros más interesantes son los que yo llamaría proféticos. Dos de ellos me siguen pareciendo actuales.
Por ejemplo, "Duelo a garrotazos", pintado entre 1820 y 1823 a la sombra de la primera "guerra civil" de España entre liberales y tradicionalistas tras las batallas napoleónicas.
España bajo constantes guerras civiles
La imagen nos recuerda la historia posterior de España, que hasta hoy está marcada por constantes guerras civiles. Algunas de ellas tuvieron lugar con armas reales y con extrema crueldad por parte de ambos bandos, culminando en la guerra de 1936-1939.
Otras se siguen librando amargamente como guerras ideológicas de trincheras entre la izquierda y la derecha, por lo que los gobiernos de coalición transversales en España, al contrario de lo que sucede en los países de habla alemana, son impensables. Como en el caso de los dos españoles de Goya hundidos en el fango y golpeándose mutuamente, el lema parece seguir siendo: lucha despiadada hasta la muerte común, "tertium non datur".
Pero me parece aún más interesante el segundo cuadro profético: "Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808", pintado en 1814. El 2 de mayo, el pueblo llano de Madrid se levantó, por primera vez en Europa, contra las tropas altamente profesionales de Napoleón. Con cuchillos de cocina, hoces y horcas, la gente se lanzó a por los odiados invasores. Como decía Don Quijote a Sancho, "la libertad es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre, por la libertad así como por la honra se puede y se debe aventurar la vida". Lograron matar a algunos soldados, pero todo terminó en una masacre por parte de los franceses.
Fusilamientos en la de montaña del Príncipe Pío
Los franceses también tomaron muchos prisioneros. Al amanecer del 3 de mayo, fueron fusilados uno tras otro en la montaña del Príncipe Pío cercana a Madrid. Desde su "Quinta del Sordo", Goya parece haberlo observado con un catalejo. Y después se apresuró a ir allí con un sirviente, observó los cadáveres a la luz de un farol e hizo algún esbozo. Tiene que haberle impresionarle mucho, ya que se le creía francófilo y simpatizante con las ideas de la Revolución.
Más tarde dejó constancia de su visión de las cosas en el mencionado e impresionante cuadro. Goya, que por lo demás apenas nos ha dejado cuadros religiosos según el canon tradicional del Barroco, ha representado aquí con su ingenio su interpretación del sufrimiento de la modernidad, causado por la "máquina infernal" de la historia, de la que hablaba Theodor W. Adorno en sus "Minima moralia". Gracias al farol en el suelo, la mirada del espectador se dirige al pobre hombre de la camisa blanca, que extiende sus brazos con entereza como un moderno Cristo anónimo del pueblo, y quizá gritando "¡Viva la libertad! ¡Muera la tiranía!"
Un franciscano espera su ejecución rezando
A su derecha, un franciscano cercano al pueblo también espera en oración a ser fusilado. Otros condenados le rodean, otros van subiendo apesadumbrados a este Gólgota de la modernidad y de la libertad, y otros ya yacen fusilados a sus pies. El pelotón nos da la espalda y prácticamente no tiene rostro: es el anonimato de la máquina de guerra industrial de la modernidad.
El espectador también puede pensar en la famosa historia que nos narra el Premio Nobel de la Paz Elie Wiesel en su libro La noche: dos hombres y un niño son ahorcados por esbirros de las SS en un campo de concentración. "¡Viva la libertad!", gritan antes de morir los dos adultos según Wiesel, mientras el niño permanece en silencio.
Los dos adultos mueren rápidamente, pero la agonía del niño se prolonga durante media hora, mientras su cuerpo estaba colgando. Parece que Wiesel escuchó a alguien que estaba delante de él suspirar la pregunta de todas las preguntas, la cuestión de la teodicea, ante el espantoso espectáculo: "¿Dónde está Dios?". Y Wiesel cuenta que oyó una voz en su interior que le decía: "¿Dónde está? Allí, allí cuelga, en la horca..."
Del mismo modo, a la luz del cuadro de Goya se puede decir que el Dios cristiano, que nos recuerda el hombre de la camisa blanca, está profundamente presente en el sufrimiento del mundo, aunque Jesús no fuera un celote. ¡Y que luego digan que Goya no era religioso!