El pederasta y los Legionarios de Cristo (¿Rey?) Aradillas, sobre Maciel: "Los Papas lo sabían. La Curia romana estaba y está al corriente"
Gritos de repulsa, de asco, de desprecio, de ira, de condena enérgica, de repugnancia y, en algunos –pocos- casos, de inmisericorde compasión y lástima…
Refugiarse en la excusa de que su conocimiento no era tan pleno como el que ahora se tiene, es empeño vacuo e inane
En lo más alto del cielo, y hasta más allá del infierno, se están oyendo, y se oirán, los gritos de multitud de cristianos, o no tan cristianos, con ocasión de las noticias recientemente hechas públicas, a consecuencia de los “devotos” pederastas , equipados con los hábitos talares de la Congregación Religiosa de los Legionarios de Cristo Rey. Gritos de repulsa, de asco, de desprecio, de ira, de condena enérgica, de repugnancia y, en algunos –pocos- casos, de inmisericorde compasión y lástima…
La interpretación de tales gritos demanda reflexión humana y cristiana mi parte, que es lo que pretenden estas sugerencias:
Los papas –uno ya canonizado y otro por canonizar-, lo sabían. Ni a uno ni a otro les eran desconocidos los hechos referidos. (No obstante, al primero de estos papas pretenden ahora oficialmente declararlo “doctor de la Iglesia universal” y co-patrono de Europa) Refugiarse en la excusa de que su conocimiento no era tan pleno como el que ahora se tiene, es empeño vacuo e inane. Para eso están los ojos, los documentos, las denuncias a las que no se les hacía caso, los oídos, los Nuncios y los observadores, tanto religiosos como laicos.
La Curia romana estaba y está al corriente. De bastante mas que de rumores clericales había, y hay, que calificar los “dimes y diretes” de ociosos monseñores que se enseñorean por despachos y claustros de las instalaciones curiales correspondientes a los dicasterios de los que, por propia definición y nombramiento “divino”, les correspondía tal ministerio, oficio o tarea.
En la Curia romana se sabe todo –casi todo- y, lo que no se sabe, se inventa, se sospecha y se acierta, solo tirar del hilo de algunas de las piezas que componen el entramado de las reglas, normas y silencios…
Los signos externos de la vida y comportamientos de los legionarios aludidos, proclamaron siempre y con sus sola presencia en los círculos vaticanos, diocesanos o archi-diocesanos, con la generosidad de sus aportaciones económicas y capacidad de gestión, que algo grave, muy grave, escondían –“poner en un lugar secreto”- o tapiaban. (Tapia: “muro o pared que separa o aísla un terreno”)
De por sí, y por el hecho de haber aceptado en su día la “Santa Sede” la calificación de “Legionarios de Cristo Rey” para distinguir a una Congregación Religiosa,, sobre los responsables “piadosos” de tan desafortunado reconocimiento, habría de recaer una buena parte de culpa de lo que acontecería después. Y es que los “legionarios”, sean del tipo que sean, jamás dejarán de ser “cuerpo de ejército formado por soldados profesionales especialmente adiestrados para actuar como fuerzas de choque” y, por tanto, con infinidad de artes, privilegios y al margen, o casi al margen, de las leyes que regulen guerras y batallas. Invocar en estas circunstancias “derechos humanos y divinos”, es pura entelequia.
El ser, o haber sido, “legionario” por vocación, profesión u oficio, en la práctica imprime carácter y confiere plenitud de “derechos”. Las legiones romanas, con excepción tal vez de una de ellas – la tebana, del mártir san Mauricio, de quien el Greco dejó tan impresionantes recuerdos pictóricos- , no deja de ser una excepción gloriosa, del himno militar por antonomasia del “Soy valiente y leal legionario…”
Del Cristo Rey, al estilo de las monarquías históricas, no puede ser, ni ejercer, ni actuar como legionario, por muy fraile, o educador “religioso” que uno se crea. Todos quienes de alguna manera estén a las órdenes de los “legionarios”, llegan a la triste e insolente conclusión de que, por lo que respecta tanto al cuerpo como al alma, habrán de estar listos para todo. Y cuando digo todo, es todo. Es esta la posible explicación originaria y radical, y del más impuro clericalismo, de la que han hecho y hacen uso los “legionarios” para justificar los viles comportamientos pederastas y de los otros.
Pero, pese a los buenos modales de la dirección de los Legionarios de Cristo Rey, reconociendo sus fechorías, y pese a la petición de perdón a las víctimas y a sus familiares y al intento de resarcirlas humana y divinamente, están obligados a pedirle perdón a toda la Iglesia, cuyo nombre, y el de Cristo, han profanado con perseverante y perversa gravedad.
Con humildad, pero con realismo, creo honradamente que “las campanas tocan a muerto”, y que, aunque despojados del apellido de “Cristo Rey”, quienes lo ostentan y su institución, debieran desaparecer, inventándose otros negocios que no sean precisamente “colegios “religiosos” , pero todos ellos sin bendiciones, indulgencias, audiencias pontificias especiales y hasta con el elogio para su fundador de ser oficialmente presentado como “modelo de educador”, a las puertas de una posible beatificación…..
¡Gracias, papa Francisco, por contribuir tan decisivamente, con sus últimas decisiones pontificias acerca de los secretos curiales, a abrirnos puertos y puertos de luz y de esperanza…Y, por amor de Dios, no ceje en la total renovación de la Curia…¡
Nosotros aquí en España, preparamos ya los gritos a dar, cuando se vayan desvelando algunos secretos que, a cal y canto, se han celado y que son iguales o muy parecidos a los que hemos lamentado..…
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