Pospuestas hasta septiembre: ¿sacramento o espectáculo? Primeras Comuniones “post- coronavíricas”
"La Conferencia Episcopal Española acaba de sugerir a los obispos trasladar las fechas de las Primeras Comuniones, si es de su agrado y así lo conviniera, nada menos que hasta el mes de septiembre…"
"Tantos gastos, tantas "ilusiones familiares", tantas tonterías y estupideces, tantas vanidades, desfiles y afanes por epatar y asombrar a unos y a otros... Tan poco sacramentales"
"Las "Primeras Comuniones por lo civil" comienzan a imponerse, con tanta o mayor honestidad y veracidad que las de "por lo eclesiástico", como celebración propia del paso de la niñez a la adolescencia"
"Programar el cambio litúrgico de los días de las Primeras Comuniones para el mes de septiembre, ¿no lleva acaso consigo el asentimiento pastoral de que su "religiosidad" está más que discutida y hasta descalificada?"
"Las "Primeras Comuniones por lo civil" comienzan a imponerse, con tanta o mayor honestidad y veracidad que las de "por lo eclesiástico", como celebración propia del paso de la niñez a la adolescencia"
"Programar el cambio litúrgico de los días de las Primeras Comuniones para el mes de septiembre, ¿no lleva acaso consigo el asentimiento pastoral de que su "religiosidad" está más que discutida y hasta descalificada?"
A quienes pudieran navegar por procelosos mares de aguas litúrgicas o para-litúrgicas, el Obispo Secretario de la Conferencia Episcopal Española –CEE- , a su tiempo y con argumentos cabalmente religiosos, les aseguró que “la Semana Santa es –será- cuando es” y ya está. De cambios de fechas, nada de nada. De procesiones, tampoco, por muy encrespados que se estén poniendo los virus, penitentes y cofrades, infelizmente “coronados”, en las circunstancias actuales en las que vivimos…
Y resulta –y este es el tema de mi reflexión-, que la misma Conferencia Episcopal Española acaba de sugerirles a los señores obispos, que en sus respectivas diócesis puedan trasladar las fechas de las Primeras Comuniones, si es de su agrado y así lo conviniera, nada menos que hasta el mes de septiembre… Dada la íntima relación que estas celebraciones sacramentales tienen para los niños y niñas, familiares y amigos, y padrinos, así como para la actividad pastoral y catequística con la Semana Santa, salta a la vista la conveniencia de hacer este leve comentario.
Y es que el tema de las Primeras Comuniones, con el mayoritario consentimiento e indulgencias eclesiásticas, actualizadas en los colegios llamado religiosos y en no pocas parroquias, han llegado ya a convertirse en otros tantos espectáculos de los que el elemento sacramental es desterrado con todos, o casi todos, los predicamentos y deshonores.
Pese al buen quehacer-ministerio docente de catequistas –ellos y ellas- y de los sacerdotes, lo mismo en el medio rural que en el ciudadano, mantienen contenidos y formas que ni pudiera ni debieran ser estimados como religiosos y sí como actos y acontecimientos civiles. Tantos gastos, tantas “ilusiones familiares”, tantas tonterías y estupideces, tantas vanidades, desfiles y afanes por epatar y asombrar a unos y a otros, tantas originalidades, juegos infantiles y, sobre todo, regalos que de por sí no tienen absolutamente nada de “religiosos”, sino todo lo contrario, les confieren a estas fiestas toda clase de justificaciones, menos precisamente las de carácter sacramental.
Las “Primeras Comuniones por lo civil”, comienzan a imponerse con tanta o mayor honestidad y veracidad, que las de “por lo eclesiástico”, como celebración propia del paso de la niñez a la adolescencia.
Por amor de Dios, por respeto a la religión, por consideración a niños y niñas, por temor reverencial a las cuentas bancarias y a los sustos y sorpresas que a estas se les han de proporcionar, ¡dejen de una santa vez, y para siempre, de celebraciones que se dicen religiosas, pero que carecen de cualquier atisbo o indicio de sacralidad…¡
Vestidos los niños de marineritos, de almirantes o contra-almirantes, de Capitanes Generales, de Caballeros de los Órdenes Militares, de “Grandes de España”, con atuendos y medallas guerreras, o de cardenales y obispos, y las niñas convertidas en novias, reinas, princesas o aspirantes a artistas del celuloide, es indubitablemente imposible calificar de COMUNIÓN –“primera”·, pero que también suele ser la “última”-, siendo además conscientes de ello los educadores, los obispos los párrocos y los mismos catequistas… Por cierto que el hecho de que precisamente a algunos de los obispos se les reserve la celebración de la Eucaristía, e impartir en la misma la Primera Comunión a niños y a niñas de familias “privilegiadas por razones sociales o de las otras, contribuye de modo escandaloso y anti-cristiano a extirparles la poca religiosidad que les quedan a estos ritos y ceremonias.
¡Señor Obispo Secretario de la Conferencia Episcopal!: “que la Semana Santa sea a su tiempo” y como debe ser , al igual que las Primeras Comuniones, una y otras ajustadas a las circunstancias “corona-víricas” tan dramáticamente excepcionales del presente año litúrgico, civil y festivo¡ De todas maneras, sería de gran provecho espiritual tener muy en cuenta esta circunstancia, para revisar en profundidad el hecho sacramental
(¿?) de no pocas Primeras Comuniones, y despojarlas de tantos y turbios predicamentos y aditamentos paganos…
Por cierto ¿por cuánto sale – o cuesta- una Primera Comunión dentro y fuera de la Iglesia? ¿De qué presupuesto han de partir padres, padrinos, familiares y amigos, aún con la ventaja efectiva de que antecedentemente les haya sido indicado el número de la cuenta corriente bancaria para “abonar” el “obsequio”?
Pensar y programar el cambio litúrgico de los días de las Primeras Comuniones para el mes de septiembre, ¿no lleva acaso consigo el asentimiento pastoral de que su “religiosidad” está más que discutida y hasta descalificada? ¿No estará la Iglesia oficial y litúrgica tanto o más lejos de los evangelios, que quienes ya organizan y protagonizan las llamadas “Primera Comuniones por lo civil”?.
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