"Hemos conseguido no ver a los pobres, porque nadie los mira" Rostros forzosamente invisibles frente a rostros famosos
Con estas letras yo solo pretendo visibilizar a muchos rostros forzosamente invisibles. Aquello de Leonard Cohen: “Hay una grieta en todo; sólo así entra la luz”
"Me imaginaba que estos rostros podrían también publicitarse y aparecer (los de ahora o los de antes) al lado de otros rostros invisibles que la pobreza real genera. Y a quienes deben servir con prioridad en función de la responsabilidad adquirida"
"Me llamó la atención una pequeña “casa” de cartones muy bien construida como hogar temporal y nocturno en un porche. Alguien había dejado algo de comida (un plátano y un yogurt) encima del último cartón que servía de débil tejado para abrigarse en la oscuridad de la noche"
"Me llamó la atención una pequeña “casa” de cartones muy bien construida como hogar temporal y nocturno en un porche. Alguien había dejado algo de comida (un plátano y un yogurt) encima del último cartón que servía de débil tejado para abrigarse en la oscuridad de la noche"
| José Luis Pinilla, sj
Estos días están apareciendo reiteradamente en todos los medios de comunicación social un grupo casi homogéneo de rostros. Unos repetidos de hace tiempo y otros nuevos. Se trata de los componentes del nuevo gobierno. Sabemos de ellos, de sus proyectos, de sus propuestas (con mentiras y sin ellas). Me imaginaba que estos rostros podrían también publicitarse y aparecer (los de ahora o los de antes) al lado de otros rostros invisibles que la pobreza real genera. Y a quienes deben servir con prioridad en función de la responsabilidad adquirida. Quizás llamarían más la atención y serían incluso más llamativos. Es una propuesta inviable pero mi humilde intención es proponer sacar a flote aquellos rostros que forzosamente son invisibles.
Necesitamos un compromiso político y legislativo serio y eficaz: “No apartes tu rostro del pobre”, Así lo aseguraba el Santo Padre para la a Jornada mundial de los pobres que cada vez cuaja más y se socializa con más fluidez. Fue una petición espontánea al final de la homilía que hizo el papa – le salió del alma- el 13 de noviembre de 2016, durante el cierre del Año de la Misericordia celebrando el Jubileo dedicado a las personas marginadas. “Hoy” - dijo – “quisiera que fuera la Jornada de los pobres”. En mi caso la celebré el domingo 19 y la aproveché también para ver fotografías sociales bajo un claro título que se abría paso y gritaba desde las paredes donde colgaban las fotos en el II Concurso de fotografía social de Cáritas con este título. "Hazme visible. Miradas que dan vida".
Me está sirviendo de prólogo esa visita a otra exposición similar que se abre en la Fundación Pablo VI con la Fundación Luz Casanova y que invitan a mirar a la realidad que vive la mujer mayor víctima de la violencia, https://www.fpablovi.org/noticias/1803-atrevete-a-mirar-fdei-sobre-mujer-mayor-y-violencia-de-genero Todo ello en vísperas de la celebración del Día internacional contra la violencia de genero
Paseaba estos días por el Madrid de los contrastes donde las fotografías que cito se convierten en cruda realidad, para quien quiera fijarse, donde se escenifica una sociedad a dos ritmos, dos caras de una moneda cada vez más encontradas y ajenas. Y que la pobreza divide. Lo escribía Sergio Fanjul (La España Invisible (Arpa) cuando decía cosas como estas o parecidas: Una joven “rider” no es tanto un rico emprendedor sino simple trabajador que cabalga en su precaria bicicleta, probablemente cargada de hamburguesas, esquivando coches mientras mira la pantalla luminosa de su Smartphone, que dicta dónde se halla su destino. O una que mujer sale por la puerta de atrás de un hotel con las lumbares doloridas: ha pasado haciendo camas demasiado tiempo por demasiado poco dinero.
Veo también a “los top manta” que tienden su material en el suelo y mantienen un ojo puesto en la posible llegada de la policía. Un grupo de señores lleva mucho tiempo sin nada que hacer en la vida, así que se pasa la tarde tomando una lata de cerveza de medio litro. Y luego otra. Y luego otra. Otro señor, más emprendedor, desciende las escaleras del metro esperando hacer algo de negocio vendiendo una caja de chicles y algunos chupachups o pañuelitos de papel. Un artista callejero contiene la respiración para parecer una estatua y así generar rentabilidad (con limosnas que provocan cruces de sonrisas entre el donante y el donado que permanece inmóvil) u otros, disfrazados por ejemplo de Bob Esponja, manteniendo su límite de “espacio urbano de trabajo” frente a otros competidores similares.
Me llamó la atención una pequeña “casa” de cartones muy bien construida como hogar temporal y nocturno en un porche. Alguien había dejado algo de comida ( un plátano y un yogurt) encima del último cartón que servía de débil tejado para abrigarse en la oscuridad de la noche. Y otras personas circundantes en precarios dormitorios con tabiques de cartón, se incorporaba a la “procesión” silenciosa en soportales y portales – con algunos cajeros bancarios para más inri-.
Una pieza más de este decorado ciudadano que alberga otras ceremonias con muchas luces de neón, consumistas y mucho más visibles, junto a las luces del espectáculo (que esconde también otras pobrezas), las experiencias y la ofertas de artículos de lujo ( dependiendo la calle por la que uno pasee), o las luces de automóviles, lámparas en las terrazas, miles de guirnaldas de bombillas en edificios lujosos, las luces decorativas porque “ya es navidad” (¿?) Etc. Aquellos son los que duermen en la calle, que viven en una dimensión paralela y que hemos conseguido no ver. Son los pobres. Nadie los mira. Se acuestan muy temprano.
Los otros no. Porque hay contraste con la gente en búsqueda de otros deseos, iluminados por los escaparates e hipnotizados por el fetiche de la mercancía, mientras los estímulos atacan: ofertas irresistibles, carbohidratos ineludibles, peinados imposibles e increíbles promesas de un futuro mejor a cambio de un puñado de euros. Es difícil no ser absorbido por los tentáculos de esta maquinaria por sus hermosos cantos de sirena, aunque esté a punto de colapsar, aunque se dirija a los abismos (como también escribe Fanjul).
Enmarcaba este artículo entre dos exposiciones sobre los invisibles- El uno en San Dámaso organizado por Cáritas. El otro en la Fundación Pablo VI que junto a la Fundación Luz Casanova invitan a mirar a la realidad que vive la mujer mayor víctima de la violencia, y que no escondía la provocación para que en su mismo título miráramos a los expuestos. En este caso a “las” expuestas. “Atrévete a mirar. Mírame: soy visible”
Una exposición que visibiliza rostros y testimonios vitales de mujeres mayores de 65 años víctimas de la violencia que han sufrido durante años una violencia normalizada (física, psicológica, social o sexual). Y que se enfrentan a barreras que impiden el acceso al empleo en igualdad. Exposición compartida con unas jornadas (“Nada más profundo que la piel”) ofrecidas desde el proyecto “LuZiérnagas”, de la Fundación Luz Casanova. Para visibilizar , como apuntan desde la Fundación, también a las mujeres en situación de sinhogar, así como las violencias que sufren o no han podido sanar por el hecho de ser mujeres.
Con múltiples factores de riesgo y vulnerabilidad social y que viven un “sinhogarismo oculto” huyendo a veces del riesgo que suponen para ellas estos espacios masculinizados, donde son muchas las que expresan no sentirse seguras. Además, muchas son madres y creen que, si se conoce su situación, lejos de protegerles, lo que ocurrirá es que las separarán de las/os menores (“yo sólo quiero recuperar a mis hijos”). La mayoría de ellas “arrastran heridas sin curar” de violencias sufridas en la infancia o a manos de sus parejas o exparejas, pero esta situación de exclusión residencial, lejos de ayudarles a sanar, les aboca a nuevas situaciones o relaciones donde nuevamente existe un alto riesgo de sufrir violencia y volver a empezar (“prefiero que me viole uno a que lo hagan varios”).
Hermoso título para el proyecto : "LuZiérnagas” Porque la oscuridad sigue poblada por algunas luciérnagas como las que atienden la fundación luz Casanova, Cáritas, y otras con similares objetivos, recuperando lenta y constantemente a personas en derrumbe (es más difícil pero más necesario iniciar procesos que llenar plazas que diría el Papa Francisco) y que nos hacen concebir la esperanza para hacer visible nuestro ruego: “Enséñame tu rostro Señor. No me escondas tu rostro" (Salmo 26).
Los rostros de nuestros políticos insistentes, los del “famoseo” de todos los “Holas” del mundo etc. con tantos resortes de poder, ya terminan cansando. Y mucho.
Con estas letras yo solo pretendo visibilizar a muchos rostros forzosamente invisibles. Aquello de Leonard Cohen : “Hay una grieta en todo; sólo así entra la luz”
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