'Usar' a Benedicto para seguir atacando al Papa Bergoglio Santo súbito: ¡Pedido que asusta! O al menos debería
"Al seguir las exequias de Benedicto XVI, me sorprendió y me asustó ese cartel sobre un enorme y pulcro lienzo blanco con letras simples, de estilo casual y de buen tamaño que, al borde de una de las vallas decía, y en mayúsculas, SANTO SÚBITO"
"Me trajo a la memoria la misma escena durante el funeral de San Juan Pablo II … e inmediatamente el contexto, que se conoció al pasar el tiempo y cuando se fueron develando detalles"
"Y, si se revisan las imágenes de aquel 2005 y se comparan con estas, era sostenido por un grupo de las mismas caractéristicas: jóvenes muy jóvenes, aún sin rastro de barba, vestidos de largo, de un impecable negro satinado, con alzacuellos que podrían pagar varias raciones de comida para los más pobres"
"¡Oh coincidencia!" "Otra vez se decide utilizar la imagen de un Papa, disimulada en admiración, para hacer alevosa e impune política vaticana a favor del poder corrupto y delicuencial de algunos cardenales, obispos y monseñorinos que aún caminan pasillos vaticanos"
"Y, si se revisan las imágenes de aquel 2005 y se comparan con estas, era sostenido por un grupo de las mismas caractéristicas: jóvenes muy jóvenes, aún sin rastro de barba, vestidos de largo, de un impecable negro satinado, con alzacuellos que podrían pagar varias raciones de comida para los más pobres"
"¡Oh coincidencia!" "Otra vez se decide utilizar la imagen de un Papa, disimulada en admiración, para hacer alevosa e impune política vaticana a favor del poder corrupto y delicuencial de algunos cardenales, obispos y monseñorinos que aún caminan pasillos vaticanos"
| Alberto Roselli. Diácono. Periodista
Estoy convencido que el Papa Benedicto XVI está contento por el modo profundo y simple en que se llevaron a cabo las instancias de su funeral.
Él había pedido eso.
Profundidad, sencillez, cercanía, respeto, antiprotagonismo, admiración sincera. A pesar de los esfuerzos de quienes siempre lo aprovecharon para contraponer su nombre al estilo, ya pastoralmente probado, del Papa Francisco.
Debo admitir que, al seguir los momentos de las exequias, me sorprendió y me asustó, ese cartel sobre un enorme y pulcro lienzo blanco con letras simples, de estilo casual y de buen tamaño que, al borde de una de las vallas decía, y en mayúsculas, SANTO SÚBITO.
Me trajo a la memoria la misma escena durante el funeral de San Juan Pablo II … e inmediatamente el contexto, que se conoció al pasar el tiempo y cuando se fueron develando detalles.
En aquel momento, se supo y se probó después, que desde los movimientos más conservadores de la Iglesia apoyados, claro, por poderosos e influyentes señores cardenales, obispos y monseñorinos curiales, se había tejido una estrategia que, lejos del afecto y admiración por el Papa Wojtyla, aunque con ese disfraz, pretendían eternizar los modos mafiosos y truculentos, lejos no sólo del Evangelio de Jesús sino de todo esbozo de respeto humano, para mantener el poder tanto económico como de decisión reinante en el país más pequeño del mundo.
Porque es necesario decir que San Juan Pablo II cambió la mirada sobre el mundo de manera drástica, con sus viajes, sus mensajes, su magisterio maravilloso y su modo de entusiasmar a los jóvenes de entonces.
Pero que en algún momento, más temprano que tarde, pareció abandonar la idea de trasparentar, reformular y “cristianizar” la Curia Romana.
En aquel momento del primer “Santo Súbito” a la muerte de Juan Pablo II todos sentimos hasta una cierta emoción que nos movía entre un deseo en caliente y el estilo de la Iglesia de tomarse el tiempo necesario para este tipo de procesos. Y lo dimos por supuesto.
Al paso de no demasiado tiempo allí estaba: San Juan Pablo II. Al que no pocos insistían en agregarle el calificativo de “Magno” … Allí sí, todos nos dimos cuenta que era como demasiado, al menos por ahora.
Hace unos días, el cinco de enero, vísperas de Reyes, apareció nuevamente el cartel.
Y, si se revisan las imágenes de aquel 2005 y se comparan con estas, era sostenido por un grupo de las mismas caractéristicas: jóvenes muy jóvenes, aún sin rastro de barba, vestidos de largo, de un impecable negro satinado, con alzacuellos que podrían pagar varias raciones de comida para los más pobres.
¡Oh coincidencia!
Al menos una de las lecturas posibles es la que comparto: Otra vez se decide utilizar la imagen de un Papa, disimulada en admiración, para hacer alevosa e impune política vaticana a favor del poder corrupto y delicuencial de algunos cardenales, obispos y monseñorinos que aún caminan pasillos vaticanos.
Claro, ahora con más fundamento y decisión, luego que en estos diez años el Papa Francisco haya demostrado y siga haciéndolo, que entre lo que hay que desterrar para un ejercicio más cristiano del servicio, es la mafia de la Curia Vaticana.
Ahora se trata de “usar” a Benedicto para seguir atacando al Papa Bergoglio. Porque han definido claramente al enemigo.
Quizás vendría bien poner en contexto la muerte del Papa Benedicto dentro de los días de Epifanía.
Los Reyes, más sabios, doctos, teólogos y astrónomos que reyes, como sabemos, y que tenían la capacidad de leer las estrellas, tienen la humildad de “aterrizar” desde la estrella, desde lo etéreo y sólo para unos pocos, en un pesebre donde un niño recién nacido es cuidado por su mamá y su papá.
Es decir, el estudio, la ciencia, la teología más suprema, la ciencia bíblica específica y detallada, todo, debe terminar en un niño de carne y hueso, tan Dios como hombre, pobre y desasido y donde todos estamos incluídos.
La tarea intelectual de la Iglesia necesariamente debe ser aterrizada más pronto que tarde, en la realidad humana más humana, en los pobres, en los necesitados, en los frágiles más frágiles, y no quedarse en teorías floreadas y bellas pero que se empeñan en habitar el solo mundo de las ideas, que ya Aristóteles puso en su lugar apenitas después de Platón.
Utilizar a Benedicto diciendo que el sí era un teólogo preclaro y maravilloso, (que, por cierto, lo fue y dejó mucho para seguir aprendiendo), oponiéndolo al “básico y latino Papa Francisco”, no solamente es faltar el respeto a este Papa sino también a Ratzinger.
Benedicto XVI supo a su manera intentar aterrizar desde el ámbito donde se sentía más cómodo. Y el primer modo fue siendo un hombre esforzado, cercano, claro, y ejemplo de humildad al renunciar reconociendo precisamente que no tenía fuerzas para continuar guiando la Iglesia.
"Utilizar a Benedicto oponiéndolo al 'básico y latino Papa Francisco', no solamente es faltar el respeto a este Papa sino también a Ratzinger"
¿Sus faltas de fuerza eran las intelectuales? Por supuesto que no.
Y en eso es testimonio del Jesús que amó como pocos y de servidor de la Iglesia que aceptó y vivió como cuerpo del mismo Cristo en los hechos concretos. Aún y más en su renuncia.
A los que empecinadamente visten de impecable negro satinado (y no siempre literal) y es posible ver caminando como bandadas, apretados y rozándose unos con otros, manipulados por supuestos maestros, que obedecen a la hipocresía del poder aunque sea dividido en porciones, les molesta que la Iglesia sea para lo que fue creada: hospital de campaña, más humana que teológica, más de hechos que de conceptos puros, más de nombre concretos que de ideas inútiles si no se encarnan.
Debería preocuparnos al menos un poco, esto de que en nombre del afecto y la admiración, se utilice no solamente a un Papa, sino a dos, ejemplos de servicio y de humildad, pidiendo lo de “súbito”.
"A los que empecinadamente visten de impecable negro satinado les molesta que la Iglesia sea para lo que fue creada: hospital de campaña, más humana que teológica, más de hechos que de conceptos puros, más de nombre concretos que de ideas inútiles si no se encarnan"
Porque “santo” sí. A eso estamos llamados todos, con calma y en camino. Como María embarazada y José, los pastores, los Reyes y hasta los ángeles.
Un despliegue de cielo y tierra que hace a la teología tocar la realidad de un niño, todo Dios y todo hombre, en un miserable y apenas confortable pesebre. Donde están los preferidos.
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