"Por un exceso de tensión intelectual, el Papa 'mide' mal, muy mal" Las continuas "torpezas" de Benedicto XVI con el judaísmo
(Ángel Aznarez).- Antes de entrar directamente en el tema, es conveniente exponer hechos y alguna opinión, deseando quien esto escribe tener la mayor precisión y sin que la mano le tiemble, asustada por lo que escribe y de lo que escribe. El Pontificado de Juan Pablo II, con sombras numerosas aún no aclaradas, tuvo una de sus luces de más brillo precisamente en esto: en su relación con el judaísmo, que no mereció reproche alguno; fue excelente y muy meritorio por haber el Papa nacido y crecido en la católica Polonia, la del ghetto de Varsovia, que tuvo y sigue teniendo una importante extrema derecha antisemita y judeo-fóbica.
Testimonios y documentos múltiples de la excelencia papal dan prueba de ello, entre ellos el libro (2005) del diplomático judío Avi Pazner Los secretos de un diplomático, que participó en las negociaciones para el establecimiento de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y el Estado de Israel, que se produjo el 21 de diciembre de 1993 (a este libro acudiremos en el siguiente artículo).
El PONTIFICADO DE BENEDICTO XVI
El Pontificado de Benedicto XVI está siendo todo lo contrario, con continuos "desajustes" y torpezas en las relaciones entre el catolicismo y el judaísmo. El rabbino capo de Venecia, Elia Enrico Richetti, escribió en enero de 2009 que "con este Papa caminamos hacia la cancelación de los últimos cincuenta años de historia de la Iglesia".
El mismo Papa, en la Carta a los obispos de la Iglesia Católica con ocasión de la remisión de la excomunión a cuatro Obispos ordenados por el Arzobispo Lefebvre, de 10 de marzo de 2009, escribió de desaciertos y de lamentos profundos. Y de los "desajustes" no se puede culpar únicamente al Secretario de Estado, Cardenal Tarsicio Bertone, al que consideran un inexperto diplomático, pues otros Secretarios de Estado que le precedieron, "patas negras" del Cuerpo Diplomático vaticano, como Agostino Casaroli y Angelo Sodano, cometieron errores importantes en otros asuntos, y ¡qué errores!
El actual Papa, mi bendito y Benedicto, arrastra pesados fardos, que le han de pesar como losas. Es alemán, de juventud contemporánea de los autores del Holocausto o Shoah. Es de infrecuente brillantez para el pensamiento y la especulación, no siendo normal que personas de esa capacidad y pericia, posean la misma excelencia para la acción, y, en particular, para la acción política, de regateos difíciles y de zancadillas tramposas. Es como si la inteligencia, que puede alumbrar brillantes pensamientos, tartamudease ante el hacer práctico y concreto.
Examinando a Benedicto XVI, con rechazo de la empalagosa, pastelera e indigesta idolatría hacia su persona y a la de los papas en general, se tiene la sensación de que, por un exceso de tensión intelectual, el Papa se embarulla y "mide" mal, muy mal.
Eso se vio con claridad en dos importantes discursos, que disgustaron mucho a los judíos: el pronunciado el 28 de mayo de 2006 en el Campo de Exterminio de Auschwitz (Polonia) y el pronunciado el 10 de mayo de 2009 en el Mausoleo Yad Vashem (Jerusalen); en el primero disgustó por pasarse ("¿Dónde estaba Dios en esos días?¿Por qué permaneció callado?", se preguntó Benedicto XVI); en el segundo disgustó por quedarse corto (El Papa alemán ni mencionó a los nazis ni al Holocausto).
Tiene que ser el jesuita Padre Lombardi, bombero de guardia con casco y manguera (lo escribo con afecto), el que enfríe declaraciones de mucho fuego del Pontífice, producidas cerca del Cielo cuando vuela, tanto hablando de preservativos como del laicismo en la República española.
Entre paréntesis: en el importante asunto de los abusos sexuales a menores de edad, la gran losa del Papa Benedicto es haber sido durante años el máximo responsable de la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe, lo cual le quita muchos créditos fuera de la Iglesia y autoridad dentro de la Curia romana, que aún se espera y se siguen esperando destituciones de importantes personajes curiales -- no bastan las sanciones a curas "rasos" y las dimisiones de obispos dóciles--. ¿Puede hacerlo realmente? El poder de los papas es medieval en la teoría ¿en la práctica también lo es? Con esas grandes incógnitas, se cierra el paréntesis.
Del mismo modo que manifiesto el gran malestar que me produce la iniciativa papal de canonizar a Pío XII (me remito a mi artículo publicado en La Nueva España de Asturias el domingo día 17 de enero de este mismo año), digo que no conozco declaración, documento o libro de Benedicto XVI que pueda, ni remota ni indirectamente, hacer pensar en un antijudaísmo, en una antipatía hacia el pueblo judío, por parte del Papa reinante, ni antes ni después de ser Sumo Pontífice, y habló y escribió mucho.
JUDAISMO Y ESTADO DE ISRAEL
Los Padres Sinodales del Oriente Medio se pronunciaron sobre el judaísmo, el Estado de Israel y el conflicto palestino-israelí de dos maneras. La oficial, a través de dos documentos; uno, de Propuestas finales dirigidas al Papa, y otro, el Mensaje final, dirigido a sacerdotes, religiosos, fieles laicos y a toda persona de buena voluntad. La otra, la extraoficial, a través de las opiniones personales, teológicas y políticas, de algunos obispos y clérigos, junto con documentos como el Kairos Palestine, que fue la causante de la protesta airada por parte del Gobierno de Israel, llegando a pedir que el mismo Papa interviniera. Habrá, pues, que detenerse a analizar, tanto lo oficial como lo extrajudicial, para conocer lo último ocurrido entre el catolicismo y el judaísmo.
El Sínodo de los Obispos de Oriente Medio, recientemente clausurado, en la Propuesta número 41, referida al Judaísmo, dijo: Nosotros (obispos y patriarcas) rechazamos el antisemitismo y el antijudaísmo, distinguiendo entre religión y política. Esas pocas palabras, analizadas con minuciosa exégesis, habitual en las escuelas talmúdicas o yeshivas, darían para escribir un libro. Aquí sólo podemos apuntar que los obispos distinguen correctamente el antisemitismo del antijudaísmo, que no son lo mismo, y que al separar religión y política dirigiéndose a los judíos, están separando algo fundamental: el judaísmo y el Estado de Israel.
No podemos aquí ni nos interesa entrar al fondo en el tema del judaísmo, digamos con brevedad que lo más entendible sobre él lo escribió Freud: es un enigma. No es una raza, pues hoy, a diferencia del ayer racista (siglos XIX Y XX), sabemos que el genoma humano nada dice sobre los judíos, ni hay un ADN de judíos y otro de no judíos. Es una religión extraña, que se la puede llamar "existencial", sin pretender hacer santos a los fieles, poco parecida a la de los católicos, habiendo judíos no religiosos. Es una lengua, que muchos judíos no hablan. Es ciertamente una cultura y una sensibilidad. En resumen: sabemos que es, aunque no sepamos lo que es, y ello después de leer incluso la Enciclopedia Judaica. Las leyes de inmigración de Israel determinan lo que es judío a los únicos efectos del llamado "Retorno", pero lo hacen con la zafiedad habitual del Derecho, que ha de determinar lo indeterminable, como, por ejemplo, cuando se pone a regular misterios como la vida y la muerte
REFLEXIONES SOBRE EL ESTADO DEL PUEBLO JUDIO
Lo que sea el Estado de Israel es más entendible: es un Estado-Nación aparentemente como otros, nacido en 1948 y democrático; una estructura de poder que le hace ser sujeto político y jurídico. Al mismo tiempo es peculiar, pues no es sólo de los ciudadanos israelíes (no confundir con israelitas), sino de todo el pueblo judío, allí donde éste se encuentre, en Israel o en la diáspora.
Se acaba de publicar algo que ya sabíamos: que el Mossad o servicio de inteligencia es para la seguridad de todo el pueblo judío, de todas las comunidades judías, no solo para los ciudadanos israelíes. Curiosamente, la tierra del pueblo elegido o Israel (sueño de todos los judíos de retornar a Sión) no tiene una constitución en sentido estricto sino Leyes Fundamentales, y ello por la discordia entre los religiosos y no religiosos, por la discutida separación entre religión y política. El Estado no es teocrático o conformado a la ley religiosa judía.
Y llegados a este punto, tres cuestiones importantes son a destacar.
Primera: No es lo mismo el antisemitismo y el antijudaísmo que la crítica política al Estado de Israel, que es un sujeto político y jurídico como otros, al menos para los no judíos. No es correcto que críticas a la acción política de Israel se asimilen a ataques al judaísmo. Del mismo modo que críticas a la acción política del Estado de la Ciudad del Vaticano no se pueden considerar como críticas a la religión católica. Es verdad, lamentable y denunciable que los gobernantes de esos dos Estados, unos con sotana y otros sin ella, traten siempre de protegerse de las críticas a sus acciones concretas e interesadas en los sentimientos metafísicos del judaísmo y de la religión, incitando a los del pueblo o a los fieles a que confundan lo mas posible.
Segunda: No es decente por ser de hipócritas, el caso de ciertos intelectuales y políticos europeos, que encubren o tapan sus sentimientos antisemitas o antijudíos, y los disfrazan aparentando críticas a la acción política del Estado de Israel, que, reitero, es susceptible de las mismas. Puedo comprender la reticencia de las comunidades judías en la diáspora a criticar a Israel por hechos, incluso de mucha violencia, teniendo en cuenta la vinculación profunda, hasta geológica, a lo que es Israel para ellos, tal como escribimos antes.
Tercera: Está muy bien que a los europeos se nos avise y advierta desde Israel, cuando las alarmas suenen por el aumento del antisemitismo, el antijudaísmo, y de la extrema derecha en Europa. Pero también se debería oír la voz de los europeos en Israel, que manifiestan su preocupación por el aumento de la extrema derecha allí, también allí, y por el acceso al poder de partidos extremistas, que, desde los años ochenta del pasado siglo, ha sido espectacular. Acaso en eso se encuentre la explicación a los errores graves que los gobiernos de Tel Aviv han cometido, y que los Padres Fundadores rechazarían (el ateo Ben Gurion).
Y cuando escribo de gobiernos, también escribo de poderes fácticos muy belicosos, que pueden solapar a los gobiernos mismos, e incluso matar (Itzhak Rabin). Quien ha tenido el privilegio de recibir lecciones sobre el sistema constitucional de Israel en Jerusalen (o Sión), sentado en una silla mirando lo que queda del segundo Templo (Muro de los Lamentos) y a la cúpula de la mezquita Al Aqsa, no puede ignorar la realidad de un sistema electoral, inmodificable de facto, que permite que hasta el disparate tenga representación en el Parlamento.
En tiempos de mucha violencia y de auge de violentos, he de concluir recordando al sabio judío, ensayista y traductor, André Chouraqui, que, en diálogo con su hijo Elie, le explicó: "En período de tensiones, mi padre -tu abuelo- me enseñaba que, si te arrojasen a un foso con leones, la sabiduría consistía en entenderse con las fieras" (del libro El sabio y el artista, Grasset 2003, pág. 31)
En la próxima colaboración (IV) entraremos de lleno en el conflicto palestino-israelí, reflexionando junto a los Obispos y Patriarcas del Sínodo.