"Jesús revela el designio divino para el hombre con libertad y prudencia" Cuatro tesis por el sacerdocio ordenado de la mujer: "Señor, danos la valentía del Espíritu para cambiar"
"La mujer ocupa puestos de máxima responsabilidad en la sociedad, mientras en la Iglesia católica sólo halla abierta la puerta del servicio en la caridad, del mínimo ministerio en la liturgia y de la catequesis en la evangelización. Todo noble y necesario pero insuficiente"
"Varón y mujer son dignos, en cuanto que son imagen y semejanza del Verbo de Dios, y capaces para ejercer el ministerio presbiteral"
"En la Iglesia existen fuerzas reaccionarias abiertamente opuestas a esta igualdad, más el plan divino no puede detenerse (como mucho ralentizarse)"
"En la Iglesia existen fuerzas reaccionarias abiertamente opuestas a esta igualdad, más el plan divino no puede detenerse (como mucho ralentizarse)"
| Antonio Nadales Navarro, sacerdote
INTRODUCCIÓN
El Papa Francisco, obispo de Roma, ha convocado un Sínodo ordinario de los obispos sobre la Sinodalidad en la Iglesia. El lema es: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. Su apertura desde octubre de 2021 hasta octubre de 2023.
Quiero aportar mi reflexión sobre un tema importante y actual: EL SACERDOCIO MINISTERIAL DE LA MUJER.
Un asunto últimamente discutido por la relevancia social de la mujer, que ocupa puestos de máxima responsabilidad en la sociedad, mientras en la Iglesia católica sólo halla abierta la puerta del servicio en la caridad, del mínimo ministerio en la liturgia y de la catequesis en la evangelización. Todo noble y necesario pero insuficiente.
Realmente:
a) ¿Hay argumentos en la Escritura y la teología para actuar como lo ha hecho la Iglesia durante tantos siglos?
b) ¿Es, ciertamente, un tema cerrado como manifestó el papa Juan Pablo II?
c) ¿Hasta dónde alcanza el peso y la fuerza de la Tradición?
Mi meditación me ha ayudado para profundizar en el tema del sacerdocio de la mujer, comprender la Escritura y, sobre todo, entender mejor a Jesús de Nazaret, personaje siempre imprevisible si se le ‘estudia’ desde la luz del Espíritu, y no solo como personaje de un momento histórico en el que vivió y actuó.
Para ello he distribuido el trabajo en cuatro ‘tesis’ o puntos para profundizar más y comprender mejor. Estas tesis son:
1ª. EL VARÓN Y LA MUJER SON IGUALES EN DERECHOS ANTE DIOS Y LOS HOMBRES.
2ª. LA KÉNOSIS DEL VERBO DIVINO CONDICIONÓ SU VIDA.
3ª. LA KÉNOSIS DE JESUS SE MANIFESTÓ, TAMBIÉN, EN SU ELECCIÓN DE LOS APOSTOLES.
4ª. JESUCRISTO DESEABA QUE EL HOMBRE: VARÓN Y MUJER, EJERCIERA SU MINISTERIO SACERDOTAL.
-o-o-o-o-o-o-o-o-o-
PRIMERA TÉSIS
EL VARÓN Y LA MUJER SON IGUALES EN DERECHOS ANTE DIOS Y LOS HOMBRES.
La luz que ilumina este tema viene como siempre de la verdad que comunica la Escritura. Principalmente recurriré al Génesis, los Evangelios y las Cartas de san Pablo. En el primero encontramos la Verdad de Dios revelada a los hombres en el comienzo de los tiempos, y en los otros la Verdad de Dios revelada por el Hijo y el Espíritu Santo en la plenitud de los tiempos.
LA CREACIÓN DEL HOMBRE
GÉNESIS 1 (P): (Gn 1,26-28.31). (Por abreviar solo pongo la cita)
GÉNESIS 2 (Y): (Gn 2,7-9.15-25).
Reflexión
Existe un antes y un después en la vida religiosa del pueblo de los hebreos: la experiencia del Sinaí. El pueblo que habitaba en la esclavitud vio una luz grande en el Dios de la zarza y en Moisés, su elegido, y despertó su esperanza en constituirse en un pueblo libre. Este Dios del Sinaí se revela como un Dios personal que tiene su propio nombre que no le circunscribe a ningún otro dios de los pueblos vecinos, él es Yahvé, pero a su vez tiene una relación con el Dios de los antepasados de Israel es “el Dios de Abraham, Isaac y Jacob”, pero no es un Dios que solo se revela para dejarse conocer, sino que es el Dios de la libertad, que restablecerá las Doce tribus de Judá.
Labor ingente la que se presenta a los doctos del pueblo encabezados por el profeta Moisés y su hermano Aarón, el sacerdote, para reglamentar la vida religiosa, cultual, moral y social de los israelitas. A medida que se alcanzan objetivos surgen otros nuevos. Y las preguntas de siempre: ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Cuál es el origen del hombre y de la vida? Y un día se pusieron a recoger y estudiar tradiciones antiguas, costumbres y experiencias de otros pueblos, y, sobre todo, a observar la realidad que los rodea.
La reflexión, las costumbres patriarcales y la constatación de los hechos reales que viven en ese momento de la historia, les servirá a los ‘pensantes’ para elaborar las normas por las que se regirá la Alianza con Yahvé, las leyes familiares, sociales, cultuales y legislativas. Con sus experiencias patriarcales y sexistas tratarán de iluminar el origen del Hombre, pudiendo luego decir: ¡Esto es así, porque así fue desde el principio! Y, al remontarse al origen de lo existente, encuentran al autor de todo: el Dios que se les ha revelado. Y concluyen diciendo: ¡Dios lo quiso así y así deberá ser siempre!, con lo que establecen las bases del Inmovilismo religioso, social y humano; con ello mantienen su estatus absoluto (en el que ya vivían), relegando a la mujer al plano inferior que ya tenía, pero ahora argumentado, justificado y penalizado.
Conclusión
La capacitación natural del varón y la mujer a nivel intelectual, afectivo y biológico permite la recepción del sacramento del orden con sus derechos y deberes. Varón y mujer son dignos, en cuanto que son imagen y semejanza del Verbo de Dios, y capaces para ejercer el ministerio presbiteral que, fundamentalmente consiste en:
1. Anunciar a Jesucristo, Hijo de Dios, muerto por nuestros pecados y resucitado al tercer día, constituido Señor y Juez misericordioso de vivos y muertos, y
2. congregar a la grey, pastorearla a la usanza del Buen Pastor, y
3. cuidarla y fortalecerla con la Eucaristía, principalmente, con la predicación inspirada en la Escritura y la oración a la luz del Padrenuestro y
4. dirigirla con sabiduría, prudencia, paciencia y santidad hasta la parusía del Señor.
SEGUNDA TÉSIS
LA KÉNOSIS DEL VERBO DIVINO CONDICIONÓ SU VIDA.
Abordo un tema sumamente complicado de la vida de Jesucristo: su kénosis por su encarnación. (Ver Carta a los Filipenses 2, 5-11).
Comentario
Jesucristo, Palabra de Dios, aceptó encarnarse para redimir al Hombre sumido en el pecado y sin un Pastor que le guiase. Convenía que la redención se realizase desde la pobreza y la humildad, virtudes divinas escogidas por el Verbo, pero con la fuerza, la gracia y la santidad de Dios. Los Evangelios nos describen de qué y de cuanto la Palabra se vació por encarnarse. Un ejemplo de esto fue el tener que decantarse por la condición sexual masculina o femenina al tomar un cuerpo en el seno bendito de la Virgen María.
La cuestión es que cuando la Palabra decide encarnarse tiene que hacer una opción entre varón y mujer. La elección de ser varón es una decisión ‘condicionada’ por la antropología y sociología del ser humano de aquellos tiempos, y por el mensaje de los Profetas que anuncian a un Mesías varón. El rol del varón es más adecuado y funcional que el rol de la mujer para el papel de maestro, médico y líder religioso. Hubiese sido impensable, inasumible e irrealizable que la Palabra de Dios hubiese tomado la condición sexual de una mujer. Pero lo que convenía en aquel tiempo no tiene por qué ser siempre así.
La pedagogía divina se amolda a la mente, historia y costumbres del hombre para educarle, corregirle y salvarle, pero Dios no renuncia a alcanzar un día la plenitud de la Verdad. Si Jesús escandalizaba hablando cosas de la tierra, ¿qué sería si nos hablase cosas del cielo? La pedagogía de Cristo es evolutiva, no está cerrada y menos cosificada. Gracias a la evolución de la mente del hombre se logran nuevos e insospechados avances. El Espíritu de Jesús sigue alentando a sus fieles para que progresen en la revelación, sin miedo, con valentía y sentido común.
TERCERA TÉSIS
LA KÉNOSIS DE JESUS SE MANIFESTÓ, TAMBIÉN, EN SU ELECCIÓN DE LOS APÓSTOLES.
Citaré para defender esta tesis la Carta apostólica Ordinatio sacerdotalis, fechada el 22-V-1994 y publicada el día 30, Juan Pablo II declaró que la Iglesia no tiene la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que esta doctrina debe ser considerada como definitiva por todos los fieles. Con este acto de autoridad, que confirma una tradición bimilenaria, el Papa zanjó una cuestión discutida.
Desde el punto de vista de las relaciones ecuménicas, esta decisión marca las diferencias entre dos bloques: católicos y ortodoxos, que ven el sacerdocio como un ministerio apostólico y sacramental, rechazan la ordenación de mujeres; en cambio, protestantes y anglicanos de hoy consideran el papel del sacerdote (pastor) como puramente funcional, y reconocen cada vez más el sacerdocio femenino.
Reproduzco (parte) del texto de la Carta apostólica de Juan Pablo II:
“1. La ordenación sacerdotal, mediante la cual se transmite la función, confiada por Cristo a sus Apóstoles, de enseñar, santificar y regir a los fieles, desde el principio ha sido reservada siempre en la Iglesia católica exclusivamente a los hombres. Esta tradición se ha mantenido también fielmente en las Iglesias orientales.
Pero dado que incluso entre teólogos y en algunos ambientes católicos se discutía esta cuestión, Pablo VI encargó a la Congregación para la Doctrina de la Fe que expusiera e ilustrara la doctrina de la Iglesia sobre este tema. Esto se hizo con la declaración Inter insigniores, que el Sumo Pontífice aprobó y ordenó publicar.
2. La Declaración recoge y explica las razones fundamentales de esta doctrina, expuestas por Pablo VI, concluyendo que la Iglesia "no se considera autorizada a admitir a las mujeres a la ordenación sacerdotal". A tales razones fundamentales el mismo documento añade otras razones teológicas que ilustran la conveniencia de aquella disposición divina y muestran claramente cómo el modo de actuar de Cristo no estaba condicionado por motivos sociológicos o culturales propios de su tiempo.
En efecto, los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles atestiguan que esta llamada fue hecha según el designio eterno de Dios: Cristo eligió a los que quiso, y lo hizo en unión con el Padre "por medio del Espíritu Santo", después de pasar la noche en oración. Por tanto, en la admisión al sacerdocio ministerial, la Iglesia ha reconocido siempre como norma perenne el modo de actuar de su Señor en la elección de los doce hombres que Él puso como fundamento de su Iglesia. En realidad, ellos no recibieron solamente una función que habría podido ser ejercida después por cualquier miembro de la Iglesia, sino que fueron asociados especial e íntimamente a la misión del mismo Verbo encarnado. Los Apóstoles hicieron lo mismo cuando eligieron a sus colaboradores que les sucederían en su ministerio. En esta elección estaban incluidos también aquellos que, a través del tiempo de la Iglesia, habrían de continuar la misión de los Apóstoles de representar a Cristo, Señor y Redentor.
3. Por otra parte, el hecho de que María Santísima, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, no recibiera la misión propia de los Apóstoles ni el sacerdocio ministerial, muestra claramente que la no admisión de las mujeres a la ordenación sacerdotal no puede significar una menor dignidad ni una discriminación hacia ellas, sino la observancia fiel de una disposición que hay que atribuir a la sabiduría del Señor del universo.
La presencia y el papel de la mujer en la vida y en la misión de la Iglesia, si bien no están ligados al sacerdocio ministerial, son, no obstante, totalmente necesarios e insustituibles.
Por otra parte, la estructura jerárquica de la Iglesia está ordenada totalmente a la santidad de los fieles. Por lo cual, recuerda la Declaración Inter insigniores: "El único carisma superior que debe ser apetecido es la caridad. Los más grandes en el Reino de los cielos no son los ministros, sino los santos".
4. Si bien la doctrina sobre la ordenación sacerdotal, reservada sólo a los hombres, es conservada por la Tradición constante y universal de la Iglesia, y es enseñada firmemente por el Magisterio en los documentos más recientes, no obstante, en nuestro tiempo y en diversos lugares se la considera discutible, o incluso se atribuye un valor meramente disciplinar a la decisión de la Iglesia de no admitir a las mujeres a tal ordenación.
Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos, declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia”.
Hasta aquí la doctrina de Juan Pablo II.
Comentario
No sé por qué pensando la respuesta a esta radical determinación del papa Juan Pablo II me vino a la mente la discusión escolástica de la Inmaculada concepción de María, y como el gran pensador Tomás de Aquino no fue capaz de encontrar una respuesta adecuada a la dicotomía ‘pecado original’ y ‘santidad de la Virgen María’. Creo que a veces nos enrolamos en una posición mental tan bien argumentada que nos resulta imposible ver otra. Pero Jesucristo, que buscaba la perfecta glorificación de su Madre, movió el corazón e iluminó la razón de Juan Duns Escoto, para que al margen de diferencias teológicas y de hábito, resplandeciera la verdad, eso sí, vista desde otra perspectiva. Podemos estar en un momento parecido, donde la posición católica y ortodoxa se han enrocado en una interpretación teológica rechazando cualquier otra visión.
Pensamiento de Juan Duns Escoto
El Beato Juan Duns Escoto nació en Maxton (Escocia). Se formó en la Universidad de Oxford, y en la misma y en París enseñó teología. Al llegar a París, la cuestión sobre la Concepción de María estaba definitivamente ventilada y resuelta en sentido negativo. Su doctrina sobre la exención de María de todo pecado chocó con el ambiente reinante en la Universidad, y, según el estilo de la época, tuvo que defender su opinión en una disputa pública con los doctores de esta.
Pasemos a exponer la doctrina del Doctor Mariano. Notemos ante todo que Juan Duns Escoto se plantea la cuestión de modo completamente diferente al de los que le precedieron: «¿Fue concebida María en pecado original?».
Él responde: No. ¿Motivos? La perfectísima Redención de su Hijo y la honra y honor de este. Es decir, que la dificultad de los contrarios la esgrime él como argumento casi único. Resumámoslo: «Se afirma que en Adán todos pecaron y que en Cristo y por Cristo todos fueron redimidos. Y que si todos, también Ella. Y respondo que sí, Ella también, pero Ella de modo diferente. Como hija y descendiente de Adán, María debía contraer el pecado de origen, pero redimida perfectísimamente por Cristo, no incurrió en él.
Escoto va aplicando el argumento ora desde el punto de vista de Cristo, Redentor perfectísimo, ora desde el punto de vista del pecado, ora desde el ángulo de María, llegando siempre a la misma conclusión. Su argumento quedó sintetizado para la posteridad con aquellas cuatro celebérrimas palabras: Potuit, decuit, ergo fecit, pudo, convino, luego lo hizo. Podía hacer a su Madre Inmaculada, convenía lo hiciera por su misma honra, luego lo hizo.
Comentario
La clave de la reflexión del franciscano Juan Duns Escoto para defender la Inmaculada concepción de María fue la “perfectísima redención” de Cristo; la clave ahora, para reconocer el puesto de la mujer en el sacerdocio, es la ‘perfectísima encarnación’ del Hijo de Dios. Esta perfectísima encarnación de la Palabra supone una humanidad real y verdadera, en todo semejante a la nuestra menos en el pecado, pero supone, también, una serie de limitaciones en la vida y decisiones de Jesús de Nazaret. No obstante, Jesús supo combinar perfectamente dos cualidades, entre otras, de una persona divina perfectamente humana: la libertad y la prudencia.
Estas perfecciones impregnaron su mente y su corazón, consiguiendo que actuase conforme a su voluntad, guardando la misión recibida del Padre, y comunicando lo que había oído junto a Dios. Libertad frente a la expectación judía que esperaba un libertador frente al dominio de los romanos y provocando en muchos una decepción. Libertad para enseñarnos cosas profundas (el sermón del Pan de vida), aunque sus palabras provocasen rechazo y alejamiento de los discípulos. Libertad y prudencia cuando nos enseña cómo ha de ser el servicio a los hermanos, con su gesto de lavar los pies a los apóstoles durante la Última Cena, gesto que provoca la oposición frontal de Pedro.
Todo el comportamiento de Jesús de Nazaret, aún siendo novedoso y provocativo, estuvo encerrado entre estas dos virtudes: LIBERTAD y PRUDENCIA. Jesús fue siempre libre para decir la Verdad, aunque en ello le fuese la vida, y prudente por consideración al Hombre que venía a salvar, no a ofuscarlo más.
De lo expuesto y volviendo al silogismo de Duns Escoto, pero aplicándolo al tema que me ocupa: el sacerdocio de la mujer y la exclusiva elección de varones por Cristo, puedo decir: Potuit, non decuit, ergo non fecit. Jesús ¿pudo elegir mujeres para el sacerdocio?: SI; ¿Convenía?: NO, (al menos en ese momento histórico), luego NO LO HIZO. Pero dadas las circunstancias por las que no lo hizo, sí dejó la puerta abierta a sus discípulos para que, cuando cambiasen esos criterios, se pudiese cambiar la normativa.
CUARTA TÉSIS
JESUCRISTO DESEABA QUE EL HOMBRE, VARÓN Y MUJER, EJERCIERA SU MINISTERIO SACERDOTAL.
Las palabras y el proceder de Jesús en su vida pública nos capacitan para descubrir cuál era su criterio sobre ciertos temas, cómo actuó en su momento histórico y cómo lo hubiera hecho en otras circunstancias. Dado el matiz del estudio pondré la atención en cuatro mujeres del nuevo testamento que tuvieron un ‘encuentro personal con el Salvador’ de donde surgió una misión. Estas mujeres son: María de Nazaret, la Mujer de Samaría, Marta de Betania y María de Magdala.
1.- MARÍA DE NAZARET
Comentario
La doncella María de Nazaret fue elegida por Dios para ser su madre, la madre de la Palabra engendrada por la acción del Espíritu Santo. Su papel en el plan redentor era el de una mujer de su tiempo que se convertía en madre, antes claro en esposa de José, pero todo esto contando con su libre beneplácito.
María es una mujer de su tiempo, cultura y costumbres, educada para ser un día esposa y madre, movida por el amor, servicio, humildad y alegría, pero con una cualidad muy importante e impensable para nosotros, pecadores, María está llena de la gracia de Dios, por ello no conoce el pecado, su inclinación natural es obedecer en todo a Dios, hacer el bien a todos y cuidar a la naturaleza. María es excepcional y única.
María ejerce una función pontifical cuando presenta y ofrece a su Niño salvador a José, los pastores, los magos de Oriente, Simeón y Ana, y a todos los que quieren un redentor. El pontífice ejerce una función relacional, intermediaria: relaciona a Dios con el Hombre. Jesucristo la hizo perfectamente en sí mismo, pero María la hace en cuanto sacerdote con una pureza que no tiene parangón en el servicio sacerdotal, porque éste ofrece en primer lugar por sus propios pecados, y luego por los pecados de los demás; María, llena de gracia, ofrece un sacerdocio puro, sin mancha de pecado.
¿Quién mejor que María podía representar a su Hijo en la fracción del pan de las comunidades cristianas? Pero las normas religiosas, culturales y sociales no iban tan lejos, hoy creo que la plenitud de los tiempos para la mujer en la Iglesia ha llegado.
2.- LA MUJER DE SAMARÍA (Jn 4,5-42).
Comentario
Explícito pasaje donde Jesús no atiende a razones religiosas, sexuales ni sociales. La mujer anónima es de Sicar una aldea de Samaría, gentes que por razones religiosas no se trataban con los judíos, la persona anónima es una mujer que, cuando regresan los Doce, la encuentran platicando con el Maestro, y, aunque se mueren de ganas por preguntarle de qué le hablas no se atreven respetando el comportamiento de Jesús, aunque les resulte escandaloso, además esta mujer samaritana no es un ejemplo de virtud, precisamente. Pues a esa mujer, sin duda vejada en la aldea, Cristo se le revela diciéndole que Él es el Mesías anunciado y esperado, y, ella, cual discípulo ilusionado lo deja todo y vuelve a la aldea a anunciar que ha encontrado un hombre ‘especial’, ¿no será acaso el Mesías? Pero el machismo reinante finalizará diciendo: Ya no creemos por tu testimonio, mujer, sino porque también nosotros lo hemos oído y reconocemos en él al Mesías.
3.- MARTA DE BETANIA (Jn 11,1-45).
Comentario
Jesucristo vino a salvar al Hombre: varón y mujer, y no tuvo reparo en ir contra las costumbres sexistas de su tiempo, buscando a uno y otra para integrarlos en el Reino, pero, sin duda, sí confió en que un día la relación se hiciese igualitaria.
La conversación con Marta por la muerte de su hermano Lázaro es breve, misteriosa y delicada, como todo lo que atañe a la muerte de un ser querido y a la inmortalidad. Jesús se revela a esta mujer amiga como la Resurrección y la Vida cuando están a la puerta de la cueva, donde la muerte triunfa imponiendo el mal olor, el misterio y la desesperación. Jesús fuerza a Marta a hacer una confesión de fe que cambiará toda la situación: “¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?”. En este contexto tan penoso y difícil, a ti, Marta, te pregunto: - ¿Crees que yo soy la Resurrección y la Vida? Y Marta usa una fórmula de confesión que recuerda la de Simón: “Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo” (ver Mt 16,16).
4.- MARÍA DE MAGDALA (Jn 20,1-18).
Comentario
María de Magdala es elegida apóstol de pleno derecho como lo fueron elegidos los Doce, aunque sea una mujer: 1º Jesucristo la elige. 2º Jesús la llama por su nombre. 3º Jesús le da un mensaje que anunciar. 4º Jesús la envía. ¡Más no se puede pedir a una mujer de aquel momento! Los Doce tuvieron como elemento unido a la elección, la convocatoria y el envío, el celebrar la ‘fracción del pan’, no era un añadido a la misión, sino que la misión incluía el actualizar el sacrificio de la cruz, celebrando la eucaristía para presenciar al Señor glorioso, y constituirlo en alimento del itinerante. Si esto fue una realidad para los varones, ¿por qué no lo fue para alguna de las mujeres discípulas, en concreto para la Magdalena? ¡Puro sexismo histórico!
Jesucristo resucitado, a la hora de la verdad y del testimonio cuando sus varones están asustados y encogidos, elige a una mujer para que saque del oprobio y vergüenza a esos varones y los fortalezca en la fe, la esperanza y la misión para la que Jesús los había convocado. La misión que Jesús encomendará a Pedro: “Confirma en la fe a tus hermanos”, es igual a la misión encomendada a María magdalena. ¿No nos dice nada esta igualdad de misiones entre Pedro y María?
CONCLUSIÓN
Hemos visto como Dios encomendó a los primeros padres la misión de crecer, multiplicarse y cuidar la naturaleza. Quiere que el primitivo hombre evolucione y progrese, que participe del poder creador que Dios le ha dado, y no sólo en el campo científico y tecnológico, sino en todo, también en los ámbitos sociales y familiares, procurando que la relación varón y mujer sea igualitaria, con los mismos derechos y deberes.
Este objetivo requiere tiempo, reflexión y aceptación del nuevo rol femenino en la sociedad y en la Iglesia. En la sociedad mucho se ha conseguido, pero en la Iglesia existen fuerzas reaccionarias abiertamente opuestas a esta igualdad, más el plan divino no puede detenerse (como mucho ralentizarse).
La Iglesia si quiere ser de Cristo tiene que armarse de valor y, con la acción del Espíritu del Resucitado, iluminada por la Escritura y el sentido común, dar pasos hacia delante. Una Iglesia inmovilista y estática es una Iglesia muerta que va hacia su extinción.
En la despedida de Jesús, antes de subir al cielo, promete su asistencia no sólo como intercesor, sino que es una asistencia evolutiva en la doctrina: teológica y moral. El hombre y la sociedad evolucionan, y la Iglesia, que camina con ellos, debe ser luz guiándolos con la palabra evangélica y, sobre todo, con el testimonio de una vida santa.
La Iglesia más que ‘avanzadilla’ de la humanidad, con sus peligros, ha preferido estar a la retaguardia, socorriendo a los que tropezaban y caían por falta de luz.
Esto puedo aportar al tema.
Permítaseme, concluir con una oración: ¡Ven, señor Jesús! Ilumínanos con tu Verdad. Danos la valentía del Espíritu para cambiar. Y llénanos de tu Paz. Amén.
-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-
Madrid, en la Asunción de María de 2022
Etiquetas