Acotaciones al P. Raguer: Guernica objetivo militar. ©

(Cuatro minutos)

Para empezar ruego me perdonen esta perogrullada: las guerras no son minuetos a bailar con miriñaque y guante blanco. Por lo tanto, provocar una guerra como fue, pongamos, la de Secesión de los estados sureños de Norteamérica, no puede hacerse sin riesgo de sus efectos destructores.

Y permítanme también recordar que aquellas consignas del señor Lenin: «Tirad la piedra y corred gritando que os pegan», engañan muy bien a los medios pero no a quienes reciben la pedrada. Sea dicho aparte de que desde el siglo XV dividir España es viejo método para someternos y debilitarnos, para castigar nuestra gloriosa historia, esencialmente cristiana, ensuciarla de leyendas hasta eliminarnos definitivamente. Y no sólo en la presencia geográfica sino en la esencia espiritual, que es lo que de verdad molesta. Molesta, y mucho, en sucesión de generaciones a los fenicios de la Cataluña de Amilcar Barca, o a los bayoneses y asentamientos en Burdeos de los expulsados por la Inquisición. (cf. Caro Baroja.)

Pero aun siendo necesario no alarguemos más este preámbulo.

El bombardeo de Guernica.- Avancemos que la Armada y la Aviación eran frentepopulistas casi al 100%. Por ejemplo, no había barcos ni aviones que pasaran el Estrecho a los soldados de África. El general Mola no tenía aviación para su Campaña del Norte. Eso explica la ayuda de los alemanes absolutamente volcados en abortar la tenaza comunista que cerraría Europa por la Península Ibérica.

Guernica era un objetivo militar.- La importancia del bombardeo sobre Guernica – en muy poco esa Arcadia feliz que se nos pinta – se deduce por la envergadura del arma aplicada: la formidable Legión Condor. Aun así, y por más que se demuestre que Guernica era objetivo militar, siempre prevalecerá la propaganda victimista y la falsa inspiración de Picasso para crear una “obra maestra de la pintura universal” tocado por la indignación de la barbarie rebelde.

No obstante, el señor Herbert Southworth, historiador propagandista pagado por los demócratas de EE.UU., 'maestro' de Paul Preston, recoge un testimonio esclarecedor. El de Adolf Galland que, en 1953, confesaba que a su llegada, cuando los componentes de la Legión Condor volvieron a Vitoria a la semana siguiente del bombardeo, mayo de 1937, su moral estaba por los suelos ya que «en vez de destruir un puente que los republicanos usaban para el transporte de sus tropas y evitar daños en lo posible a la población civil, como fue la orden recibida, los resultados del ataque fueron contrarios». Un testimonio, por quien lo hace, Galland, y por quien lo recoge, Southworth, que destaca sin pretenderlo que la destrucción lo fue tanto por los incendios como por las bombas.

La ejecución.-Desde la experiencia en la Guerra de 1914, la Luftwafe desarrollaba aceleradamente esta nueva arma, la aviación. En la operación que afectó a Guernica se ensayaron diversos explosivos, además de un nuevo visor. Éste resultó un total fracaso para medir el instante del lanzamiento y asegurar la exactitud del impacto. Sólo un 3% de las bombas dieron en el puente y el resto cayó en el campo. La Legión Cóndor bombardeó durante casi cinco horas la ciudad de Guernica e inmediaciones. Si la orden del bombardeo y señalamiento de sus objetivos era responsabilidad del mando español, su ejecución fue toda ella alemana, de cuyos desastrosos 'daños colaterales' se acusó al Mariscal Goering en el juicio de Nürenberg.

Es evidente, por elemental sentido de economía militar, que el objetivo para tal operación no era la población civil de la ciudad de Guernica. Eso, más tarde, resultaría propio de otros estados mayores cuyo terrorismo alcanzó proporciones sobrenaturales. Respalden esta opinión las ciudades de la Alemania ya vencida - Dresde, Hamburgo, Colonia, Dusseldorf... - refugio de fugitivos de Berlín, arrasadas como castigo - "que jamás se olvide" (sic. W. Churchill) - cuando los objetivos militares habían sido ganados. Pero en Guernica, a finales de abril de 1937, habría sido desperdicio mayúsculo atacar el símbolo ancestral de un pueblo español, tan querido por toda España como lo es el vasco. Sólo se explica si las operaciones se dirigieron a un puente estratégico, a tres fábricas de armas y a improvisados acuartelamientos de tropas... Además de realizarse por extranjeros.

En aquellos días en que los nacionales adelantaban etapas para tomar Bilbao, Guernica se había convertido en urgente objetivo militar. Y es que, como arriba vimos, la noble y simbólica villa vizcaína tenía un puente sobre el río Oca, esencial para el envío de tropas, o para su huida. Conjuntamente, en sus arrabales había una fábrica de municiones, otra de armas ligeras y cortas y otra de detonadores de proyectiles. Por si fuera poco, traídas de las minas de Asturias se habían almacenado, justo en Guernica (?), importantes cantidades de dinamita. A esto unamos, probablemente como decisivo, que en Guernica se había instalado la cabeza de una división roja, integrada en la improvisada línea de contención al avance de los nacionales. Al tiempo, conventos o residencias de religiosos se habían habilitado como cuarteles de los batallones Loyola, Guernikakoarbola y un tercero llamado Saseta. Suma aproximada a 2000 hombres dispuestos para contener el empuje de las fuerzas nacionales.

La Legión Condor inició el bombardeo el 26 de abril y a mediados de junio la infantería nacional ocupaba Bilbao. En tromba, a paso ligero, sin dar tiempo a destrucciones como las que se produjeron en Irún, incendiado por sus “defensores” o, así mismo, los incendios de Amorebieta, Durango, Munguía y Eibar. Lo propio de los discípulos de Rusia y su conocida táctica de dejar al enemigo tierra calcinada. (Tolstoi lo cuenta en Guerra y Paz, y la División Azul igualmente de la Segunda Guerra Mundial.)

Cuatro datos complementarios.- Primero: A cada bombardeo - no sólo fue Guernica -, el Gobierno frentepopulista respondía con la ejecución de oponentes políticos. Así se contaron doscientos en respuesta al último de Bilbao.
Segundo: Para sofocar los incendios se mandaron bomberos de Bilbao que acudieron cinco horas más tarde a pesar de distar unos 30 km. El comandante contabilizó hasta cuarenta casas ardiendo y reconoció la suerte de que se pudieran acoplar las mangueras a la red de aguas. Misteriosamente, a las dos de la madrugada los bomberos fueron reclamados desde Bilbao y dejaron Guernica a su suerte. El incendio duró tres días. Tercero.- El informe Herran (1937) denuncia que los milicianos entorpecían descaradamente la actuación de los bomberos a los que llamaban fascistas, y que muchos de los incendios habían comenzado en los portales. En consecuencia, no sólo la acción aérea, tan marcada de errores, sino la locura del perdedor hicieron de Guernica el mayor aldabonazo mundial de la realidad de la Guerra de España. El arquitecto de Regiones Devastadas don Gonzalo de Cárdenas Rodríguez, el 3 de julio de 1940 informaba en Madrid que el 67,5% de Guernica quedó totalmente destruido. Es decir, 271 edificios de todos los incendiados o impactados, que fueron 401. Cuarto.- La prensa de Bilbao dio noticia veraz, sin exagerar tintas, de la desgracia de Guernica mientras que ni en Barcelona ni en Madrid se ofreció la menor reseña. Se enteraron antes en Londres donde este bombardeo se utilizó de propaganda contra Alemania a la que se acusó de ensayar nuevas armas con vistas a la guerra en toda Europa.

Algunos testigos extranjeros.- Ser extranjero es para muchos un valor añadido a cualquier afirmación salida de su boca. “Lo dice Southworth”,” lo dice Preston” o cualquier otro, muchas veces paniaguado, es para algunos el punto redondo de Blas. Suele citarse como paradigma testimonial al embajador de los Estados Unidos en España (1933 – 1939), Claudio Bowers, supuesto notario de las barbaries nacionales. Equivocada elección, ciertamente, cuando del señor Bowers se sabe que era masón, admirador de Albert Pike, el Iluminado de las cartas a Mazzini; además de un racista patológico simpatizante del Ku-Klux-Klan .

Hubo otros nombres extranjeros que informaban con criterios más independientes, pero no son aprovechables para los supuestos investigadores de la historia ad hoc.. Así Edward Knoblaugh, corresponsal americano en Madrid para la Associated Press. (Correspondent in Spain, Sheed and Ward, 1937)* O Harold Cardoso, que informó a su periódico, Daily Mail, de los mantos de carbonilla pegada a las paredes de las ruinas como prueba de los incendios de inicio. O Brian Crozier, historiador que afirmaba haber visto documentos oficiales alemanes que niegan la intención de destruir la villa.

Conclusión.- Creo que ya está bien de hacer el juego a la mentira. De la misma manera que hay muchos que la leen y la creen por pereza, por ingenuidad o a causa del crédito usurpado por malos historiadores, es imperativo dar luz a otros enfoques y a otras afirmaciones más respetuosas con lo sucedido o que ayuden a su mejor interpretación. Muy particularmente porque eso de que la verdad se abre paso sola, es otra mentira. La verdad reclama el derecho de ser ayudada.

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* Editado en Madrid por Ed. Áltera: ¡Ultima hora! Guerra en España.

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Notas.-
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