Donald Trump, ¿un cambio copernicano? ©
No ha sido una pequeña desviación de pronósticos sino la total descalificación. Fue un creer que el dominio mediático era ganzúa infalible de la voluntad de los "ingenuos americanos". Pero ahí fue nada: Donald Trump manda por mayoría en el Congreso, con mayoría en el Senado, también mayoría en el número de gobernadores y en la concepción del poder judicial... En próximos días ya veremos en cuántos resortes ejecutivos subsidiarios más. Es un apabullante respaldo popular que no conseguía ningún elegido desde Roosevelt, en 1933. Hay que descubrirse ante el pueblo americano. Y reir hasta rodar por el suelo del patinazo de los media, por su chasco descomunal. Y del de las cabecitas europeas que se dejan engañar día-a-día por campañas asfixiantes de falso liberalismo. Esos medios que ahora nos sueltan otra imbecilidad: "¡Estados Unidos: una nación dividida!" ¿Acaso la democracia no implica elegir entre dos opuestos? Recomiendo ver una película de John Cromwell, Lincoln en Illinois, donde se aprenden cosas muy interesantes.
Hoy nos enteramos de dos nuevos nombramientos que seguramente en nada sorprendan a sus seguidores, pues es de sentido común que ya estarían en las previsiones del candidato. Así, Reince Priebus señalado líder del partido republicano, y Steve Bannon, al que los demócratas habían tildado de racista, sexista y homófobo. (¡Vaya defectos! Proteger de su extinción a la población eurocaucásica de cultura grecorromana; distinguir los sexos y su naturaleza, y combatir la falsa igualdad de derechos entre los ilegales y los honrados.) Si en España El País los llama "agitadores" y "populistas", algo bueno tendrán esos dos nombres que regirán departamentos clave en la Casa Blanca.
Aparentemente, lo que señala la victoria de Mr. Trump es el fin de los lobis de la sombra que han monopolizado el poder desde ambos extremos electorales, que ya no funcionaban como extremos sino como obedientes a un solo poder. Y es el fin, consecuentemente, de sus paniaguados líderes de opinión (¿líderes que obedecen?) en unos media que marcaban el paso al son de un solo tambor. Así han dirigido el voto durante décadas y décadas. Hombre, miren que oportuno ese tildar al entrante de teatralidad por renunciar a su asignación de Presidente. También lo hicieron así, John F. Kennedy y Herbert C. Hoover. Uno se pregunta si quien ha sido capaz de costearse su campaña en cerca del 75% tiene necesidad de que su patria le pague por el honor de servirla.
Presiento, quizás como el ciego que sueña ver, que este noviembre marque el fin de las democracias manipuladas. Son las naciones las que, seleccionando organigramas y vocaciones, deben liberarse de estructuras agarradas al parasitismo y al clientelismo de los negocios por debajo de la mesa. El desgaste de un sistema atado a un poder contrario al pueblo estadounidense es lo que palpita detrás del éxito republicano. Donald Trump ha llegado a su cúspide porque ha sabido remover estas intuiciones.
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Estamos ante una encrucijada histórica... es el tiempo del ajuste de cuentas.
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El populismo nació en Rusia en el siglo XIX como ensayo de clase obrera, pueblo, pero sin éxito por el amor del campesinado a sus zares. Ahora se está usando, por los apóstoles marxistas en el indigenismo y en el neocomunismo, como término subliminal. Populismo hoy es la forma eufemística del término comunismo.
No ha sido así en estas elecciones. El llamado "populismo" que ha vencido al huracán mediático es simple y llanamente el "liderazgo ajeno a la clase política dominante". Dominante y que se sucedía en la Casa Blanca por el ladino manejo de la carpintería electoral. Tomada esta definición de entre las muchas que se dan, podría decirse que la campaña de Donald Trump se ha basado en un clamor reintegrador del poder a manos del pueblo americano quitado a los poderes sin rostro que lo manipulaban para sus ambiciones. La popularidad, y no populismo, más useña que existe es la del American Way of Life . Característica admirable, y principal, de su idiosincrasia...
Nuestra campaña representa para "ellos" una amenaza existencial, real, que nunca antes habían enfrentado. (Por eso) ésta no es simplemente otra elección de cuatro años. Estamos ante otra histórica encrucijada para nuestra civilización.
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Estas elecciones determinarán si somos una nación libre o si sólo tenemos la ilusión (el engaño) de ser una democracia que en verdad está controlada por un pequeño grupo de globalistas e intereses particulares que manipulan nuestro sistema.
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Nuestra gran civilización, aquí en América y a lo largo del mundo civilizado ha llegado a un momento de ajuste de cuentas.
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Alea jacta est
Es lo que dijo César al cruzar el Rubicón. Ya lo sabemos.
A Donald Trump se le acerca su Rubicón. Ya se oye que uno de sus mayores obstáculos fue tener en contra a Wall Street y a los Sauditas, que respaldaron con cifras astronómicas a Hillary Clinton. El Rubicón no será, probablemente, revocar la existencia de la Reserva Federal pues ya Lyndon B. Jonhson se apresuró a extenderla por otros cien años con el cadáver de Kennedy aún caliente.
Lo que el nuevo presidente sí puede hacer es algo que debería haber sido hecho tiempo atrás, y yo creo que Donald Trump es muy capaz de hacernos este regalo. Me estoy refiriendo a reactivar la Banking Act, o ley Glass-Steagall con la que Roosevelt separó la banca de inversiones de la banca comercial levantando un muro a la voracidad usurera que se apoderaba del tejido industrial y empresarial de los Estados Unidos. Así estuvo hasta que llegó... -¿Quién... quién llegó? Quién iba a ser sino Bill Clinton que la derogó en 1999, un año antes de irse. Con lo que enseguida emergieron las hipotecas Sub-Prime, los Lehman Brothers y los paquetes fraude por todos los operadores del mundo. Más tantos otros escándalos de cuyo nombre no quiero acordarme.
Este es el gran reto de Donald Trump . Este asunto tabú es el que a juicio de muchos pensantes explica el diseño desfigurador del republicano; la más sucia campaña de insultos y calumnias -nada pudo probarse- que se haya vertido sobre un candidato a la presidencia de los Estados Unidos. Desde el primer día de ser nominado en la Convención de Cleveland, Ohio.