FSSPX-VI: La carta del Superior de los Estados Unidos. ©
En mi opinión lo más destacable es que se reconoce y se subraya la autoridad del Superior General, S. E. Mons. Bernard Fellay, como otorgada en su día por los otros tres obispos y, en consecuencia, por todos los superiores de la FSSPX. Aparte de, en ya remoto origen, por el propio fundador S. E. Mons. Marcel Lefebvre.
Queridos amigos y benefactores:
Recientemente se han filtrado cartas privadas entre los tres obispos de la Sociedad y el Consejo General. Como estos documentos son ya públicos deseo hacer unos pocos comentarios.
Primero de todo quiero denunciar tanto la inmoralidad como la naturaleza revolucionaria de la publicación de tales documentos privados. Si puede ser un asunto grave leer cartas privadas, como enseña la teología moral, es aún más serio publicarlos o distribuirlos sin el permiso de los autores. Es además subversivo publicar discusiones privadas entre superiores porque les supone una indebida presión. Un superior debe ser capaz de tomar una decisión a la vista del bien común y no motivado por presiones.
Normalmente se invoca la defensa de la Fe para justificar tales acciones. Está claro que la virtud teologal de la Fe está sobre las virtudes morales pero esto no puede justificar que actuemos en contra de ellas.
Es esencial recordar que cartas de esta clase son medios normales de comunicación entre miembros de la Sociedad en un asunto muy importante. Es normal y bueno que los obispos, e incluso sacerdotes, de la Sociedad puedan expresar sus opiniones personales de un modo respetuoso y en un espíritu de caridad. Una vez más, es su publicación sin el consentimiento de ambas partes lo que es inaceptable.
¿Cuáles son los principios que deben guiarnos hoy? Primero de todo debemos preguntarnos quién tiene la autoridad para tomar tal decisión. Está claro que el Superior General tiene la responsabilidad sobre la Sociedad de San Pío X y de ello rendirá cuentas a Dios Todopoderoso. Nos es notable recordar que el arzobispo Marcel Lefebvre mismo quería que el asunto de nuestras relaciones con Roma fuera gestionado y decidido por el Superior General:
«De este modo, en principio, quien será responsable de las relaciones con Roma después de mi fallecimiento, es el Superior General de la Sociedad, Fr. Schmidberger, a quien aún le quedan seis años en su mandato como Superior General. Es él quien, eventualmente, estará encargado a partir de ahora de los contactos con Roma con el fin de continuar las conversaciones, si en realidad continúan o se mantienen los contactos, lo que será poco probable por ahora dado que L’Osservatore Romano va a imprimir un gran titular: “El Arzobispo Lefebvre cismático, excomulgado”. Durante un número X de años, quizá dos o tres, no tengo idea, habrá separación.» (Conferencia de prensa, Ecône, 15 de junio 1988).
De hecho, el reconocimiento de la autoridad del obispo Fellay en tal materia se expresa en ambas cartas: de un lado, en la carta de los tres obispos, el respetuoso ruego de que no se haga un acuerdo puramente práctico implica el reconocimiento de la autoridad del superior General para tomar tal decisión. De otro lado, en la carta del Consejo General, se reafirma este principio. Si hay desacuerdo en lo que hacer, hay sin embargo respeto y reconocimiento del principio de autoridad.
La segunda noción que debemos tener en mente es nuestra unión a la Roma Eterna. Siempre hemos profesado esta unión al mismo tiempo que nos hemos negado a seguir las tendencias neo-modernistas de nuestros tiempos. Como la Iglesia Católica es a la vez humana y divina, es necesario usar un acercamiento sobrenatural a los problemas actuales de la Iglesia Católica. Es por esto por lo que reafirmamos nuestra Fe en la Roma Eterna, con el papa Benedicto XVI como el Vicario de Jesucristo y Cabeza Visible de su Iglesia, al tiempo que reconocemos la dramática situación de la Iglesia hoy y la difícil pero necesaria labor de mantener ambos en equilibrio.
El último punto, aunque no menos importante, es la indispensable defensa de la Fe en tiempos de crisis. No debe haber ninguna duda de que la lucha por la Fe, la denuncia de errores y la difusión de la Tradición se continuarían incluso en una “nueva estructura canónica”, como su Eminencia el obispo Fellay ha afirmado repetidamente. Nuestro Superior General y sus asistentes han expresado su convicción de que la responsabilidad de una prelatura personal no es una trampa. Esta es una cuestión prudencial y son posibles diferentes opiniones, pero la decisión final pertenece sólo al Superior General.
He estado de forma regular y reciente en contacto con su Eminencia el obispo Fellay y otros superiores de la Sociedad. Además puedo asegurarles la unidad que existe en nuestro distrito, siguiendo la línea el arzobispo Lefebvre, que continúa manifestándose hoy. No se dejen preocupar por los informes de los medios, que pueden profetizar muchas cosas prematuramente y sin suficiente información.
En este momento no sabemos cuál es el estado de la situación. ¿Será “reconocida” la Sociedad de San Pío X o tendremos que seguir en la misma situación por algún tiempo más? Confiamos y esperamos en que cualesquiera que sean las circunstancias que determine la Providencia, llevarán a la restauración de la Tradición.
Perseveramos por lo tanto en nuestra oración por el Santo Padre y el obispo Fellay, para que el Espíritu Santo los guíe en tan difíciles circunstancias, unidos a toda la Sociedad y sus sacerdotes. Estén seguros de mis oraciones y que el Inmaculado Corazón de María proteja a la Sociedad de San Pío X.
Fr. Arnaud Rostand