Pagar el IBI, lodo de otros polvos

Parece lógico y consecuente enfrentar la obligación de pagar el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) correspondiente a los que dispone la Iglesia, sin culto, en territorio español.

España, que en la Segunda República no dejó de ser católica a pesar de la declaración de su Presidente, el señor Azaña, sí dejó de serlo en la vigente Constitución de 1978, pues que la jerarquía pastoral lo aceptó así de la Carta Magna, en los hechos y en las omisiones.

Y miren que el INE había reconocido que los católicos representaban más de las tres cuartas partes de la población española.

Y miren que ya era atropello a la democracia despreciar mayoría tan aplastante, y sólo me refiero a esos fieles al voto, o ‘devotos’ de la Aritmética, que no se confesaban católicos.

Es que, además, resultó ignominia para un clero y su jerarquía pastoral, que en sermones y en los medios de comunicación se esmeraron en no criticar la Constitución pero sí inducían a votarla favorablemente. Como hicieron antes con el referéndum a la Reforma Democrática.

Una jerarquía eclesiástica muda cabalgando sobre un artículo que reconocía ambiguamente la consuetudinaria presencia de la Iglesia, pero que en alarde de entreguismo criticó, denostó a los católicos que en toda España salían a las calles contra el desafuero, a la vez que se cuidaba de evitar concordancias con ellos.

De tal manera, que los que protestaban de tal arbitrariedad - sorpresas nos da la vida - “anti-libertad religiosa”, pasaban como fachas redomados con los que la “Nueva Iglesia” – vade retro - no tenía nada que ver... Como estrambote será oportuno recordar el exquisito cuidado de obras super catoliquísimas en no significarse corporativamente.

Puede que hayamos de pagar por un no pequeño número de inmuebles vacíos o abandonados, sin uso religioso o de interés social. Conventos, iglesias en todavía buen estado, monasterios susceptibles de restauración...

Algunos de estos bienes raíces podrían haberse vendido o cedido a organizaciones católicas defensoras de las tradiciones y Credo católicos. Para culto o como parroquias asociadas a las diócesis; para residencias, colegios, comedores, casas de Ejercicios... Hay diversas en España a las que vendría bien un entendimiento sobre estos activos, no todos por supuesto, para beneficio de la religión católica. De manera muy particular que en ellos se celebrase la Misa según el recuperado Rito Extraordinario que, en su mayoría, fue el mismo que dio vida y sentido al origen de muchas de ellas.

Pero, por desgracia, si se venden o se ceden, es a gente enemiga de nuestra religión. A institutos adinerados de dudosa ortodoxia, o a particulares para exposiciones porno, o para explotarlos como teatros, salones de banquetes o cualquiera sabe. No importa tanto el uso con tal de no facilitarlas a quienes manchan con etiquetas 'ultra',extremismo que sólo se explica comparado con las "ultra" opuestas; es decir, con las de lo que no es católico: el marxismo progre de la vulgaridad - que no pobreza - y el odio a la excelencia. (Salido del cielo) Es el caso de los sacerdotes y fieles de la FSSPX, hoy tan de actualidad, quienes tanto en Europa como en América sólo consiguen compraventas si son intermediadas por otras iglesias.

Podría alargar más este post, pero prefiero terminarlo aquí. Guardaré en el tintero que la política de 'puesta-al-dia' posconciliar mediante la indiscutible degradación del apostolado, la desacralización de los sacramentos - ¿hay mayor sinsentido? - y la desaparición del sacerdote convertido en "uno más entre la gente" casa perfectamente con el impuesto del IBI para bienes sin uso.
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