Sobre el alma y sus misterios II - ¿Lo es todo el cerebro? ®
¡Se sabe tan poco del cerebro...! Hace unos años se creía que disponía de diez mil millones de neuronas y ahora resulta que son más de cien mil millones, y que en una actividad ordinaria se superan los cien billones de conexiones sinápticas... De él todavía reconocemos no saber la respuesta a su misterio: ¿Por qué y para qué tenemos tan portentoso instrumento? ¿Simplemente por exigencias de la evolución? ¡Y miren que, como dicen algunos, de él no aprovechamos ni un diez por ciento de su potencial...!
Si en él, como se asegura, radican las emociones y las abstracciones más sublimes surge una pregunta mucho más inquietante: ¿Por qué tal maravilla la tenemos sólo para pasar por la creación como relámpagos? ¿Qué sentido tiene tanto desperdicio? La evidencia nos dice que detrás de esa estructura vive una esencia personal más desconocida que todo lo que todavía ignoramos del cerebro. Ese "cochero de Platón", oculto y solo — tú, lector, y todos — al que nadie puede acompañar - ni esposa/esposo, ni padres ni el mejor de los amigos - excepto el mismo y solo Dios.
A los 19 meses de nacer sufrió unas fiebres altísimas que la dejaron sorda y ciega. Bien podemos decir que aun sólo por sorda ya sería una muy grave minusvalía pues, como sabemos, implica la dificultad de reconocer la propia voz para emitir sonidos. Pero Helen Keller era además ciega; por tanto, le faltaban los sentidos esenciales para la comunicación. Sus padres, incapaces de entenderla le daban la comida casi como a un perro en su rincón, consintiéndole vagar por la casa como una sonámbula, gruñendo y dándose golpes por las paredes.
En tan lastimoso estado se la encontró la Anne Sullivan.
Y ya lo saben ustedes, partiendo con pocas variaciones del sistema de signos que inventara el español Ponce de León, (siglo XVI) y desarrollara el también Juan Pablo Bonetespañol Juan Pablo Bonet, (siglo XVII), Anne Sullivan consiguió que el alma de aquella niña saliera a la luz y asombrara al mundo. Por cierto, los franceses se apresuraron a difundir que el método fue el Braille, el de lectura que en aquellos años de final de siglo XIX empezaba a extenderse, el cual, como es de sentido, solamente podría aplicarse después de superar la fase de incomunicación. Algo que se muestra con prodigiosa interpretación en la película de Arthur Penn. En las hemerotecas se recogen declaraciones de la señorita Sullivan refiriéndose siempre a los españoles arriba citados; sin ninguna mención al Braille, que es para otra cosa.
declaraciones de la señorita Sullivan
La "resurrección" de Helen Keller tuvo resonancias universales hasta su muerte, en 1968. Aquella semi-bestezuela incomunicada, que tenía en perfecto estado "su natural PC", fue nacida a la vida y amada por millones de personas porque se la enseñó a superar sus barreras. No se admiraba tanto su superación como el que hubiera podido descubrir su persona; y de manera tácita y real, el don de la palabra que nos hace herederos de Dios.
En todas partes fue recibida como estrella, por reyes y magnates, auditorios abarrotados, primera plana de los periódicos. Helen Keller aprendió a escribir a máquina, habló con soltura varios idiomas más el latín y el griego clásico. Escribió varios libros superventas. Estuvo en España. Una carta suya fechada en La Rábida, en 1893, habla de sus impresiones sobre Colón y de sus conversaciones con los frailes del monasterio.
Mas dejemos a la fantástica Helen y hagamos más preguntas al cerebro. ¿Es que una víctima del síndrome de Down no tiene alma? Nosotros, los orgullosos sanos, ¿no la reconoceremos digna de ser inmortal? ¿Dejará de ser receptora del soplo de eternidad que Dios infundió en Adán? ¿Es que únicamente son habitadas por seres humanos las casas de arquitectura perfecta y no son personas los habitantes de chabolas con goteras, sin luz ni retrete...? En su dimensión teológica esto nos llevaría a un retroceso imparable. Terminarían teniendo alma solamente los magnates y rodaríamos por el barranco del calvinismo y la predestinación.
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