A medio siglo del Concilio (III): "¡Quién como Dios!" ©

Lo más embustero en la enseñanza actual del cristianismo está en los textos nuevos, donde por deslumbrar con la audacia de una tesis -que sólo se considerará "académica" si contradice lo enseñado o propone la herejía-, nuevos autores nos han apartado a Dios rebajándole a nuestros límites de entendimiento. Ya no es la certeza de su existencia lo que nos ilumina la vida sino que ahora es Él el que desaparece aplastado, abducido por las poderosas criaturas. Más autoensalzadas que nunca en una incomprensible huida de la realidad. Cristo es abajado a nuestra carne en adulación al materialismo, por más que se disfrace de justicia y "entrañas de misericordia". ¿Por amor al pobre...? Sin duda, sí, mas también para usarle como elemento destructor del orden cristiano.

Ahora, en sus documentos conciliares o papales la Iglesia ya no educa. Se pretende encumbrar nuestra naturaleza por arte de birli-birloque. Apenas se habla de las cosas de Dios ni de la sed del alma. La Iglesia ya no nos desengaña del loco achaque a causas extrañas una injusticia manipulada para favor de nuestras culpas. ¡Qué maravilloso maestro es el Evangelio! Nos dice que el que quiera seguir a Cristo se niegue a sí mismo, venda aquello que le ata a su egoísmo y que su valor lo reparta entre los pobres. Con lo que en esta vida obtendremos el ciento por uno y después la felicidad eterna. Miles de santos, los canonizados y los ignorados, lo hicieron hasta hoy. Ahora no, ahora es al contrario: "todo me lo negaron las causas exógenas", por tanto, nada me niego a mi mismo. No cargo con mi cruz que bastante víctima he sido.

Y en esa burbuja vivo tan compadecido de mí que me anestesio en el opio de la reivindicación, no importa si justa o injusta. Lo que me va, lo que "me pone", es dejarme llevar por los deleites del orgullo ya descritos y advertidos en el Génesis. La lengua del progresismo eclesiástico, perdón, del aggiornamento, se rige por el diccionario revolucionario. Ejemplo: Donde se decía República Democrática de Alemania, no existía república, ni democracia y aquella Alemania no era tal sino una provincia de la URSS. Pido a mi lector me ahorre otras similitudes.

Todavía más temible parece la falta de abnegación. Porque allí donde la hay, aun equivocada, no existe la acedia. Y el esfuerzo sincero aligera el peso del error. La conciencia no necesita cubrirse perteneciendo a grupos revolucionarios. A un Cristo al que hacemos converso del comunismo, embadurnado de argucias jacobinas, simbolizado en el ecce homo de esa iglesia del pueblo de Borja. Porque no hay mayor estupidez o, mejor dicho, orgullo más zafio que, erre que erre, por no rectificar hacer a la Iglesia de Cristo heraldo de "la filosofía del fracaso, del credo de la ignorancia y de la prédica de la envidia, cuya únics verdad inherente es la equitativa distribución de la miseria." (Cf. Winston Churchill)

Los modernos amantes de los pobres no se van al Sahel, a las tundras del Yukón, o a los poblados altos del Perú a darlo todo por educar almas para Jesucristo. Ellos viven en residencias que se supieron beneficiar de obras de la Iglesia; enseñan en la Duquesne, en renombrados colegios de París, Washington, Madrid o Sidney... Con calefacción o aire acondicionado, moqueta, salas de tertulia. Suena el timbre y bajan al comedor; suena la campana para la capilla y no bajan ni la mitad. Libres, sin cargas de familia pero enemigos del celibato... ¿Por qué? En último término porque sin familia se debilita la traansmisiónn de la fe y, consecuentemente, el sacerdocio. Que es lo que busca "el que está detrás". Ya fue grande el paso de desvestirse de su condición. ¿Puede ser alguien algo avergonzándose de hacerlo visible? Sí; el agente doble.

La Constitución Pastoral Gaudium et Spes, obra de Jacques Maritain, comunista y maestro de Pablo VI, (sic) es un modelo de tarta con guinda de cianuro. En los documentos de la Iglesia teníamos presente lo que nos enseñaba, superando dificultades de redacción. Pero en este documento, no dogmático, más quisiéramos leerlo con los ojos cerrados en especial por eso, por lo que quiere enseñar. Justo por el cianuro que contiene es que el documento fue escrito. Esta mañana "el Taco" del Mensajero me pasa un párrafo de esta Constitución que, precisamente por escogerlo los jesuitas de la "Compañía B" (cfr. Bartolomé Sorge, SJ) me despertó la desconfianza.

"Los bienes de la tierra están destinados a todos los hombres"

"69. Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad. Sean las que sean las formas de la propiedad, adaptadas a las instituciones legítimas de los pueblos según las circunstancias diversas y variables, jamás debe perderse de vista este destino universal de los bienes. Por tanto, el hombre, al usarlos, no debe tener las cosas exteriores que legítimamente posee como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino también a los demás. Por lo demás, el derecho a poseer una parte de bienes suficiente para sí mismos y para sus familias es un derecho que a todos corresponde. Es éste el sentir de los Padres y de los doctores de la Iglesia, quienes enseñaron que los hombres están obligados a ayudar a los pobres, y por cierto no sólo con los bienes superfluos. Quien se halla en situación de necesidad extrema tiene derecho a tomar de la riqueza ajena lo necesario para sí."


Un texto de una demagogia que tira de espaldas. Así en la propuesta de que los bienes de la tierra son para su distribución igualitaria... Pero, ¿y el que de esa tierra saca nuevas riquezas? ¿Tiene que darlas a los que no las investigaron, no las cuidarán pero sí se aprovecharán de su ingenio y su trabajo? Llama la atención el último punto: El "derecho" a tomar de la riqueza ajena lo necesario para sí... Permítanme opinar que el que por necesidad roba -que esto es quedarse con lo ajeno-, no actúa bien, aunque obre en Derecho y con el eximente de la necesidad. Esto no es conforme con el espíritu de la Iglesia. Cristo no dijo: "Arrebatad al rico sus riquezas..." sino que nos enseñó que el que sufra necesidad no tema humillarse y pedir al que le puede ayudar. "Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamar y se os abrirá". Porque nadie dará una serpiente a quien le pide un huevo. De ninguna manera podemos aceptar, la Iglesia, nosotros, que conste como doctrina la incitación a acciones punibles, aun las eximidas por su extrema necesidad.

Además, ¿quién delimitará la extrema necesidad del que sin ganarlo quiere igualarse con el que se esforzó? En la GS asoma el orgullo y la violencia moral de exigir al mundo lo que otros tienen y yo quiero también. ¿Dónde terminan mis derechos de igualdad? Puestos a exigir no nos detendremos ni ante el mismo Dios. Por eso Él se nos ha perdido de nuestra bitácora. Por cierto, en la Calle Mayor, de Madrid, llegados los tiempos de democracia se levantó un monumento a Lucifer, el ángel caído, justo por encima de la cúpula de San Miguel.

Ni el señor Maritain, ni la familia Montini en Concesio/Brescia se distinguieron por sentar a su mesa a pobres. Sí, si acaso, por refugiar a anarquistas perseguidos por terrorismo. El árbol de los Montini no podía dar otro fruto. Pero soy testigo de ejemplares contrastes de caridad callada, en unos años de hambre al lado de los cuales estas crisis son pura limonada. Caridad cristiana, primero con los de casa, es decir con los prójimos cristianos, y no caridades aéreas, virtuales y ecuménicas. De ayuda urgente y eficaz a tanto desesperado que acudía a las parroquias, a la Iglesia, porque el sacerdote sabía obtenerla de los mejor situados.

Seguiremos hablando de estas cosas en otro post.


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