¿Qué pasó con el entendimiento Roma-FSSPX? ©
Por cierto, haber llegado a esta contradicción entre lo ahora enseñado y lo siempre tenido por dogma y doctrina pudiera explicarse, tal vez, en que la Autoridad Apostólica guste ahora tanto llamarse Jerarquía. Porque, aun con sus significados más asépticos, y su diferenciada justificación, las palabras son muy susceptibles a usos subliminales. Así Jerarquíaremite a solamente un organigrama y no a una evangelización, supone una obediencia militar, ciega incluso para rendir tu bandera; mientras que Autoridad Apostólica, muy al contrario nos recuerda de dónde le llega el poder a esa jerarquía y cómo se legitima en un organigrama de gobierno.
Sirva esto de introducción y vayamos al asunto.
Comparado el presente con el pasado los lefebvrianos han mejorado mucho. Es verdad que han vuelto al mismo punto de aquel "Yo acuso al Concilio" por no poder aceptar las herejías defendidas, y más en su puesta en práctica. Mismas imposiciones en que la Jerarquía sigue empeñada como condición. Pero hay diferencias considerables, pongamos que:
1) Sus rechazos doctrinales se han manifestado oficialmente y quedan registrados y archivados.
2) La misa tradicional reconocida - pero arrinconada - bajo la categoría, que no sólo denominación, de Rito de Forma Extraordinaria, según el misal de Juan XXIII. ¿Por qué no se dice el de Trento? En realidad Juan XXIII solo hizo complacer la demanda de Jules Isaac para quitar que los judíos perdieron la fe; aparte de ayudarse de San José para meter las manos en el Canon intocable.
3) Se levantó la excomunión de los cuatro obispos, que pasan a ser reconocidos en su dignidad apostólica, aunque no canónica.
4) La FSSPX está más extendida que nunca por todo el mundo y con estos últimos años mucho más reconocida.
Sin embargo, la condición de contrapartida para la integración canónica no es negocio .
La FSSPX es una obra de la Iglesia, registrada con todos sus fundamentos canónicos, que se dedica a conservar la fe tradicional. Es católica y no es cismática, de ninguna manera, puesto que no se opone a ningún pronunciamiento dogmático del Sumo Pontífice ni de Concilio que así se haya propuesto. Insistir en calificarla cismática es una ligereza o incongruencia que coloca en posición muy delicada a otras congregaciones con más evidentes argumentos.
El combate de los lefebvrianos. Aprovechemos aquí para decir que nada se han de molestar por ser así llamados, como también son llamados salesianos los hijos de San Francisco de Sales. No sólo no son cismáticos sino que sus sacerdotes viven y practican un sacerdocio real, entroncado con las más antiguas de sus fuentes. Igualmente la Misa que cuidan de no perder, santo sacrificio incruento del Calvario, en misal codificado por San Pío V sobre ritos antiguos, no menos de 200 años anteriores a su época (s.XVII). Unos sacramentos seguros y válidos en su fórmula, en su intención, en su materia. Un catecismo inviolable para ningún intento de ambigüedad. Siempre de acuerdo con la tradición milenaria que no puede ahogarse sin romper los lazos con las generaciones acreedoras.
¿Qué es lo que se hubiera producido con el arreglo o acuerdo, términos de que se ha abusado? Como principal incoherencia, que la FSSPX habría comprado el abalorio de la integración canónica y una prelatura, de dudosa práctica, con el oro de su implícita aprobación a los principios de la Revolución que el Concilio Vaticano II pretendió legitimar.
Veamos en detalle esos principios:
El decreto de Libertad Religiosa con que la Iglesia propone a los potenciales conversos que sigan en su fe, ignorantes de Nuestro Señor Jesucristo o incluso como sus enemigos.
Amparando o sosteniendo el principio revolucionario de la Libertad. Que en el pensamiento, en cuanto fin y no medio, se identifica con el grito "¡No serviré!".
La Colegialidad, o democratismo, según la cual la Iglesia se aparta de su unidad monárquica y adopta como razón la deriva del número de votos. De modo que la voluntad de una mayoría definiría las cosas de Dios, dogma y moral, a través de un estado de "Concilio Permanente".
Amparando así, o sosteniendo, el principio revolucionario liberal de una "Igualdad" que la historia y la naturaleza del hombre demuestran ser un engaño.
El falso Ecumenismo según el cual, más allá de la unión de los cristianos en la fe católica, todas las religiones adoran un mismo Dios, aun por sus distintos credos. Así los que se llaman cristianos y no lo son, los animistas o paganos ahora vienen a ser considerados iguales aun si no aceptan a la Iglesia, "fuera de la cual no hay salvación". Un ecumenismo filosóficamente estúpido y base sísmica de las reuniones de Asís, todavía mantenidas por Benedicto XVI que las había criticado cuando era Cardenal Prefecto de la Fe.
Amparando de esta manera, o sosteniendo, el principio revolucionario liberal de la «Fraternidad» con postulados anticristianos y ofensivos al único Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, al que un bautizado en la Iglesia de Cristo debe ofrecer total adhesión en alma, vida y hacienda. "Sólo por Cristo se va al Padre."
De modo que si la admisión en la estructura de la Iglesia post-conciliar ha de ser aceptando plenamente, sin discusión ni reparos, el Concilio Vaticano II y los errores suicidas arriba mencionados la FSSPX les ofrecería un incongruente respaldo, cubriendo con manto de púrpura y oro lo que ningún católico formado puede aprobar. Sería un muy mal negocio por el que los responsables de la singladura de la barca de Pedro recibirían una sanción inmerecida en lugar del obligado aviso de naufragio seguro.
Pero por fortuna, con su insistencia final en la aceptación del Concilio, especialmente en los susodichos errores, expresada ya cuando estaban a punto de firmar, la jerarquía romana echó un órdago con el que se suspendió la partida.
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