Hineni, hineni. I'm ready my Lord.
There's a lover in the story Hay un amante en la historia,
But the story's still the same pero la historia sigue siendo la misma.
There's a lullaby for suffering Hay una nana para el sufrimiento,
And a paradox to blame y una paradoja a la que culpar.
But it's written in the Scriptures Pero está escrito en las Escrituras,
And it's not some idle claim y no es ninguna afirmación inútil.
You want it darker Quieres más oscuridad,
We kill the flame apagamos la llama.
La situación del mundo no es para tirar cohetes. Creo que en eso estamos todos de acuerdo. Se avecinan momentos muy duros para los que creemos que otro mundo es posible, especialmente para los que seguimos a un tal Jesús, crucificado por el Imperio romano hace casi dos mil años. A veces la melancolía se apodera del creyente: "qué fácil sería vivir en un mundo donde reine la paz, el amor y la misericordia". Es lo que hace el profeta cuando imagina el mundo idílico en el que pacen juntos el lobo y el cordero y un niño es capaz de meter su mano en la hura del áspid. Es un momento, pensado como futuro, pero posible, en el que la humanidad y la naturaleza están reconciliadas y los seres humanos pueden vivir en paz y armonía. Pero, esa melancolía debe pasar pronto y ser realistas, ver el mundo como es, no dejarnos llevar por ensoñaciones. La esperanza no se nutre de sueños, sino de realidades. La esperanza está puesta en la belleza del santo decir sí de la humanidad en cada niño que viene a este mundo, que ha de soportar el pecado estructural, pero que puede, en cada generación, hacer un mundo nuevo. La esperanza está puesta en la capacidad de entrega y sacrificio de tantos y tantas como cada día dan su vida por los que sufren las injusticias. La esperanza, al fin, está puesta en nuestro Dios, al que basta un justo para no condenar a toda la humanidad, y ese Justo ya lo tenemos, pero multiplicado por millones que cada día se comprometen con sus hermanos y hermanas: en los campos de concentración de refugiados en Grecia, en los innumerables muros que llenan este mundo donde se estrellan tantos seres humanos en busca de humanidad, en los movimientos populares que trabajan por la paz y la justicia, en todos aquellos que entregan algo de sí mismos por hacer este mundo un poco mejor.
Sí, gracias a Dios, la esperanza no nos falta. Por eso podemos soportar lo que bien sabemos que nos espera: la progresiva destrucción del medio ambiente por las políticas ecocidas de un capitalismo en vías de extinción, las guerras por los recursos que se anuncian en varios lugares del mundo, como Nigeria, y la desestructuración de los Estados de derecho en los países desarrollados, que se deslizan por la pendiente del neofascismo. A todo esto hay que sumar la indiferencia de millones de seres humanos ante el sufrimiento ajeno, que les lleva a perferir levantar muros antes que abrir sus corazones. Este año 2017 es un año de transición hacia un futuro cada vez más incierto. De lo que hagamos en él va a depender mucho de nuestro futuro. Debemos proponernos no perder la esperanza, afianzada en los puntos antes citados, pero ser cada vez más lúcidos en el análisis de cuáles deben ser nuestros compromisos. En todo caso, como el profeta: Hineni, hineni, I'm ready my Lord.
https://www.youtube.com/watch?v=v0nmHymgM7Y