Madre nuestra, Vos que con tu sí fuiste la aurora que trajo a Cristo, luz del mundo, te pedimos que, del mismo modo con tu amparo y presencia maternal, acerques a los pueblos de Israel y Palestina a Cristo, que los guiará por los caminos de encuentro y de paz. Para que prime el diálogo, el amor fraterno. Qué Israel sea aquel monte al que sube el hombre de limpio corazón, un remanso de paz en que nadie se alce más en armas, y allí los pueblos puedan ir al encuentro del Señor. Qué a Palestina se le reconozca su dignidad, derechos y soberanía, mientras que en el corazón, ambos pueblos sean uno para Dios, y Dios sea para ellos. María, alcánzanos de Cristo esta gracia para la tierra que te vio nacer como cuna de donde se derramó la gracia. Amén