Triduo Pascual 2022 "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?": Pascua
Comentario al evangelio de la Vigilia Pascual (Lc 24,1-12)
| Hanzel J. Zúñiga Valerio
Todos los relatos pascuales tienen un denominador común: quienes se dirigen al sepulcro y lo encuentran vacío son mujeres. Los evangelistas difieren al contarnos quiénes y cuántas eran, pero coinciden en reconocer la función funeraria en el proceso de duelo que, en el s. I, tenían las mujeres en las comunidades mediterráneas. Lo interesante de la narración que hace, en este caso, Lucas es la ironía de los géneros [1]: se contraponen dos mundos, el de las mujeres y el de los varones; las primeras transmiten su desconcierto y las palabras que han recibido, los segundos desacreditan su testimonio; las mujeres son verdaderas apostoloi ("enviadas") mientras que los varones no les creen, solo Pedro queda en la ambigüedad.
La narración de la mañana de Pascua inicia "el primer día de la semana" [2], el domingo, un día laboral normal en la antigüedad, pero que, para los primeros cristianos/as se convirtió en el día octavo (¡!). ¿El octavo día en una semana de siete? Sí, es la imagen para indicar que esa mañana fue diferente: así como en otros cultos del entorno mediterráneo, donde la primavera representaba el renacimiento de la vida natural, la celebración de la Pascua cristiana se convertirá en el símbolo universal de un nuevo comienzo, de la nueva vida que se ha sobrepuesto al mal y a la muerte. La diferencia radica en que Jesús, "el que está vivo" (participio acusativo activo ton zonta, "el viviente"), no es otro que el Jesús de la historia. La manera de participar en su resurrección tiene como condición "recordar sus palabras en Galilea", es decir, hacer memoria de su vida pública para romper esquemas sociales, sobreponerse a los prejuicios de género, cuestionar modelos económicos injustos, ver el rostro humano del sufrimiento y no huir de él. Solo así sus discípulos se podrán convertir en auténticos seguidores.
Aun con toda la perplejidad que la tumba vacía deja en ellas, el narrador nos indica que las mujeres ya intuían que el sepulcro no era un espacio cualquiera, sino donde había estado el cuerpo del "Señor Jesús" (v. 3). Unos hombres "con vestiduras deslumbrantes", signo del origen celeste de su intervención, explican lo que están viendo: "Ante todo, Jesús es 'el viviente', que un lugar mortal no puede retener; 'ha resucitado', literalmente 'ha sido despertado' por Dios y arrancado de la esfera de la muerte" [3]. La fuerza que brota del mensaje de Jesús no puede ser contenida por la muerte y sus distintas facetas presentes en nuestra sociedad: quien asume el Evangelio y lo concreta en la cotidianidad hace presente al resucitado en los lugares más remotos, en los espacios más olvidados y marginalizados. Así brota la vida y la metáfora de la resurrección cobra sentido.
De esta manera, nuestro domingo asoma el alba con una luz distinta, amanece con el resplandor de la Pascua, en razón de que toda vida cristiana, auténticamente conducida, es eternidad primera y última, tal como lo afirmaba Agustín:
Al domingo se le llama también primero del sábado. Pero el primero desaparece cuando llega el segundo. En cambio, aquel día, simbolizado en este octavo y primero a la vez, es la eternidad primera [...] y también la última -la octava-, que recuperaremos cuando haya sido vencida, después de la resurrección, la muerte, el último enemigo [4].
Referencias
[1] Cf. J. L. Sicre, El evangelio de Lucas. Una imagen distinta de Jesús, Estella: Verbo Divino, 2021, p. 517.
[2] Usamos la traducción de A. Levorati - A. B. Trusso, La Biblia. Libro del Pueblo de Dios, Estella: Verbo Divino, 2015.
[3] D. Marguerat - E. Steffek, "Évangile selon Luc": C. Focant - D. Marguerat (dir.), Le Nouveau Testament commenté, Montrouge-Genève: Bayard-Labor et Fides, 2010, p. 393.
[4] Agustín, "Sermón 260 C,5": A. A. Just - Th. C. Ogden (eds.), La Biblia Comentada por los Padres de la Iglesia. Evangelio según san Lucas, tomo 3: Nuevo Testamento, Madrid: Ciudad Nueva, 2016, p. 493.