Triduo Pascual 2022 "¿Qué es la verdad?": Viernes Santo
Comentario al relato de la Pasión según Juan (18-19)
| Hanzel J. Zúñiga Valerio
La narrativa del proceso de la muerte de Jesús es atrapante. Sea en los sinópticos o en Juan, desde la estancia en Getsemaní (la huerta más allá del Cedrón, como afirma Juan) se incrementa la intriga y crece la tensión en el ambiente hasta su desenlace. Ha llegado "la hora" de Jesús: el cuarto evangelio ha venido continuamente aplazando este momento (cf. Jn 2,4; 7,30; 8,20), pero ya no es posible hacerlo más: "había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre" (13,1) [1].
Luego de ser arrestado por una tropa (una cohorte romana, no judía) empieza su "Pasión". Los detalles de la agonía de Jesús en el huerto no son relatados por Juan, como sí lo hacen los sinópticos, aunque ciertos detalles de crisis se asoman en el texto. En el cuarto evangelio, Jesús es soberano de todo lo que sucede, tiene control de todas las escenas, porque aquel que "Es" ("Yo soy") está siendo conducido a su estrado: la cruz. Paradójicamente, colgando del madero, es entronizado porque su reino "no es de este mundo", no sigue la lógica de la autoridad terrenal. Su poder no se origina, como en el caso de Anás, Caifás o Pilato, de la corrupción, de la avaricia y de las componendas político-religiosas [2], sino que su fuerza se expresa en un gesto autónomo de donación.
En el desarrollo de esta historia, Jesús queda a solas, cara a cara con el prefecto romano. En un juego de "dentro"-"fuera", donde Pilato entra y sale inquieto y a veces titubeante, el emisario de Roma conversa con el Nazareno sobre la naturaleza de su reino y sobre la veracidad de su enseñanza. El procurador se enfrenta a la verdad de sus acciones al tener delante a Jesús y, en este punto, los papeles se invierten: el acusado es ahora el juez que pone en evidencia la incoherencia de quienes lo han traído hasta ahí. En Jn 9,39 tenemos la antesala de lo que estamos viendo: "He venido a este mundo a un juicio [...]" que tiene como resultado "[...] dar testimonio de la verdad" (18,37c). En el evangelio de Juan el tema de la verdad es transversal, pero no se refiere a una verdad intelectual, sino a la confianza que brota de aquel que encarna una vida íntegra: "La noción de 'verdad' describe lo que es fiable, aquello sobre lo que uno se puede apoyar, en lo que se puede confiar, es decir, en definitiva, la realidad de Dios" [3]. Evidentemente, Pilato no comprende, no puede distinguir que quien ha dicho "Yo soy la verdad" (14,6) está delate suyo. En consecuencia, "no es de la verdad" y no podrá atender a su voz. Solo las ovejas de su pertenencia pueden oír ('akouein) la voz del pastor pues esta forma de escucha está acompañada de conocimiento y aceptación [4]. Por eso Pilato pregunta "Quid est veritas?", "¿Qué es la verdad?" (18,39), no con escepticismo filosófico, sino como una forma de rechazar la verdad porque la decisión contra Jesús ya está tomada.
La flagelación y coronación de espinas serán la antesala de la ascensión al trono de Jesús. Su subida al Padre, al lugar de dónde había venido, está siendo precedida de signos irónicos porque, aunque se burlen de él y lo azoten, de verdad es rey. Pero es un rey diferente, un rey que invierte los cánones de la violencia por los del silencio para que puedan hablar otros/as que, en la historia humana, han sido negados de palabra y, así, olvidados. Su condena a muerte representa el rechazo de aquellos que huyen de la verdad, que optan por el camino de la guerra y del interés individual, pero, al mismo tiempo, su crucifixión es el triunfo de los estigmatizados/as, de aquellos que han comprendido una lógica distinta: la lógica de la reconciliación. Esta es la verdad que puede ser captada por quienes oyen la voz del pastor:
[...] a quienes tienen lisiada la mente, la verdad podría parecerles algo horrible y deforme aunque infundiera un destello divino y espiritual en las almas de quienes la miran [5].
Referencias
[1] Usamos la traducción de A. Levorati - A. B. Trusso, La Biblia. Libro del Pueblo de Dios, Estella: Verbo Divino, 2015.
[2] Cf. R. E. Brown, El evangelio y las cartas de Juan, Bilbao: Desclée de Brouwer, 2010, p. 142. Se refiere a la fama negativa de la casa de Anás (por consecuencia, la de su yerno, Caifás) presente en la literatura rabínica.
[3] J. Zumstein, El evangelio según Juan (13-21), Salamanca: Sígueme, 2016, p. 290.
[4] Cf. R. E. Brown, El Evangelio según Juan XIII-XXI, Madrid: Cristiandad, 2000, p. 1241.
[5] Cirilo de Alejandría, "Comentario al Evangelio de Juan" 12,32: J. C. Elowsky y Th. C. Ogden (eds.), La Biblia Comentada por los Padres de la Iglesia. Evangelio según san Juan (11-21), tomo 4b: Nuevo Testamento, Madrid: Ciudad Nueva, 2007, p. 376.