Alegres testigos del Evangelio de la misericordia
Dicen que la Iglesia católica agoniza, que ya no hay sitio en el mundo de hoy para su mensaje de paz y amor. Pero en Cracovia se reunieron casi dos millones de jóvenes procedentes de los cinco continentes. Dicen que en España se apaga la fe y que la misa es cosa de viejos, pero en Cracovia estuvieron cerca de 50.000 jóvenes españoles. ¿Qué institución mundial, qué partido político, que organización puede presumir de otro tanto? ¡Ni el fútbol ni los Juegos Olímpicos ni la Superwolrd!
La JMJ ha demostrado, una vez más, que el mensaje del Nazareno sigue teniendo tirón entre los jóvenes que buscan sentido profundo a sus vidas, en los antisistema de Dios. El sistema les dice que sólo serán felices con el consumo, la belleza física y externa, la fiesta, la apariencia y la consecución del máximo placer inmediato. Y, por supuesto, a través del dinero y, si hace falta, de pisar a los demás.
Francisco, en cambio, les enseña otro camino y les dice a los jóvenes, con el Evangelio en la mano, que, si quieren, pueden cambiar el mundo. Porque la felicidad es como una mariposa: si la sigues, nunca consigues cogerla, pero, si te quedas tranquilo, puede incluso posarse sobre ti.
La mariposa de la felicidad que puede posarse incluso sobre los muy pequeños y pecadores. Y para ilustrar su mensaje, el Papa utiliza el ejemplo de Zaqueo, el rico recaudador de impuestos para los romanos y odiado por ello, pequeño de estatura, que se sube a un árbol para ver a Jesús por las calles de Jericó. Al pasar a su lado y para sorpresa de todos, Jesús le invita a bajar y se autoinvita a su casa, provocando la murmuración de todos los bienpensantes, escandalizados de que Jesús quiera entrar en casa de un pecador.
Zaqueo tenía tres obstáculos para ver a Jesús: ser pequeño de estatura, sufrir vergüenza paralizante y tener que hacer frente al qué dirán. Los mismos tres obstáculos que los jóvenes pueden toparse en la vida, según el Papa. Pero, si Zaqueo fue capaz de superarlos (y no lo tenía nada fácil), ellos también.
Lo primero que tienen que tener claro los jóvenes para seguir a Jesús, es que son “hijos amados de Dios”. No caben, pues, los complejos de inferioridad. “Eres importante para Dios”. El que se cree y se siente amado por Dios, está alegre y evita el “virus de la tristeza”. Sano orgullo y cabeza alta, porque “es tiempo de amar y ser amado” y “la vida no hay que encerrarla en un cajón”.
En segundo lugar, para seguir a Jesús, hay que arriesgar y jugársela, como Zaqueo. Porque éste es el secreto de la alegría: jugársela. Una juventud que lucha, que no se cruza de brazos, que no tiene miedo y que “no se deja anestesiar el alma”. Una juventud capaz de decir “un no fuerte al doping del éxito a cualquier precio y a la droga de pensar solo en sí mismo y en la propia comodidad”.
El tercer obstáculo a superar es el del qué dirán y las murmuraciones de los demás, los bienpensantes que sostienen que “Dios no es bueno con los buenos y malo con los malos”. Ante estos murmuradores, el joven católico tiene que ser “más fuerte que el mal amando a todos, incluso a los enemigos”. Es decir, creer en “la fuerza mansa y humilde de la misericordia”.
Y con la misericordia por bandera, el joven católico tiene que soñar. Y soñar a lo grande, porque “no acepta el odio entre los pueblos, ni ve las fronteras de los países como una barrera y custodia las propias tradiciones sin egoísmo y resentimiento”.
Jóvenes de “brazos abiertos”, para “predicar la esperanza” y para “luchar pacíficamente por la honestidad y la justicia”. Jóvenes nada superficiales, que no se alinean con “las liturgias mundanas de la apariencia y del maquillaje” y que transmiten gratis la alegría que gratis recibieron y que muchos esperan.
Proclamas seductoras del Papa anciano-joven. Consejos de Francisco a los jóvenes para vivirlos en la vida diaria. Porque “la JMJ comienza hoy y continúa mañana en casa...en tu vida cotidiana”. Con una meta siempre clara: convertir al Evangelio en “navegador en el camino de la vida”, conscientes de que la memoria de Dios “no es un disco duro rígido”, sino “un corazón tierno de compasión”.
Palabras evocadoras y actuales, repletas de imágenes, para conectar con el universo juvenil y con los sueños de un mundo mejor. La primavera de Francisco puede afianzarse en la Iglesia de la mano de sus 'Papaboys', que, dentro de tres años, se darán cita, de nuevo, en Panamá, el país puente entre Sudamérica y Centroamérica. Aunque en Cracovia corría el rumor de que el sueño de Francisco sería celebrar la próxima JMJ en Alepo, la ciudad mártir de Siria. Porque Bergoglio sigue creyendo en el “Evangelio de los milagros”.
José Manuel Vidal