Éxito total del I Encuentro Iberoamericano de Teología
Un encuentro que fue posible, gracias a la generosidad de la famosa universidad de los jesuitas de Boston, el Boston College, que corrió con los gastos del viaje y de la estancia de los participantes. En un espléndido ejercicio de comunión de bienes. Y prestándose, además, a que el Encuentro se celebrase en español. Algo inédito e histórico en este país, donde el español sigue estando marginado en la reflexión teológica de alto nivel.
Un Encuentro que hicieron posible un equipo motor, integrado por dos teólogos laicos venezolanos: Rafael Luciani y Félix Palazzi; el teólogo argentino Carlos Maria Galli, amigo de Francisco, y el editor español Luis Aranguren. ¡Excelente trabajo de los cuatro!
Las ponencia y comunicaciones, de alto nivel, siempre debatidas en un clima de respeto y confianza. Se notaba que son teólogos consagrados. Con obra. Con magníficas ideas, bien expresadas y, sobre todo, vividas. Con celebraciones cuidadas y sencillas, a la vez, en una preciosa casa de los jesuitas, en medio del campo, que se vistió de nieve, al día siguiente de nuestra llegada.
No son teólogos de gabinete ni de despacho, aunque publiquen libros y artículos académicamente impecables. Son de los que han hecho opción preferencial por los pobres. Y desde ellos hacen teología. Desde el marco global de la Teología de la Liberación y sus distintas corrientes. Desde la Teología del Pueblo a la Teología latina o hispana de USA. Unidad en la diversidad. Magnífico poliedro de saberes y de vivencias.
Entre las grandes figuras que no pudieron venir por diversas circunstancias: Jon Sobrino, Pedro Trigo o José Ignacio González Faus. Entre los 'gurús' presentes: Gustavo Gutiérrez, Juan Carlos Scannone, Roberto Goizueta o el propio Carlos Maria Galli.
Gutiérrez y Scannone son dos abuelitos entrañables (de 88 y 86 años, respectivamente), con una lucidez extraordinaria y a los que todo el mundo mira con respeto y admiración. Casi veneración. Son santones de la Teología y la Filosofía. De los que permanecieron en la senda de la opción por los pobres, cuando estaba mal vista en Roma. Y, de hecho, por eso sufrieron persecución. De los que, ahora, comprueban con enorme satisfacción cómo el propio Papa recoge sus teologías y las hace suyas.
Llamó la atención la presencia sencilla y humilde de dos obispos venezolanos: el cardenal Porras y el obispo de La Guaira, Raúl Biord. No es habitual ver a todo un cardenal sin ínfulas, con una cercanía apabullante y asistiendo a todas las sesiones del Encuentro. Desde la primera a la última. Sin alardear de nada, sin sentar cátedra, sin reclamar protagonismo. Realmente, el arzobispo de Mérida es un hombre de Dios, fino pastoralista y amigo de Francisco desde hace muchos años.
Porque lo que quedó claro para todos aquí fue que la Iglesia está viviendo el 'kairós' de Francisco, un momento propicio para avanzar en las reformas del Vaticano II. Un momento que hay que aprovechar rápidamente y a fondo, para subirse al carro del Papa e impulsar su primavera.
A pesar de Trump, al que desde aquí se mira con recelo y hasta con miedo. A pesar de algunos elementos de la Curia, que quieren seguir siendo príncipes. Y a pesar de la mayoría de la jerarquía norteamericana, que continúa sin alinearse abiertamente con Francisco. Con excepciones evidentes, como Cupich, Tobin o el propio cardenal-arzobispo de Boston, O'Malley.
A la espera de las conclusiones y de un eventual documento final, está claro que Francisco puede contar a fondo perdido con los teólogos del Sur, para ayudarle a implantar sus reformas. Fue algo que quedó absolutamente patente en este I Encuentro.
¿Habrá un II Encuentro? Todos esperan que sí, a pesar de las dificultades, sobre todo económicas, que conlleva la organización de un evento de estas características. Pero por encima de todo eso, está la sintonía cordial, que 'acorazonó' a estos grandes pensadores que entregan su vida a la reflexión y a la lucha por los más desfavorecidos. Siempre del lado de las víctimas.
Sólo me da pena que algo así, tan enriquecedor, no haya tenido eco mediático, excepto en la cobertura que hemos hecho en Religion Digital y en la crónica que Carmen Beunza escribió para Vida Nueva. En la Iglesia, se sigue pescando en pecera y cuidando sólo el jardín intraeclesial. Todo el mundo sabe que lo que no sale en los grandes medios no existe, pero no se toman medidas ni se buscan iniciativas, para que se pueda romper el techo de cristal que rodea los eventos eclesiales. ¡Una pena!
José Manuel Vidal