El General que sabe leer el mundo

Los compañeros de Jesús, sus compañeros dicen de él que “sabe leer el mundo”. O dicho, en lenguaje teológico, Arturo Sosa Abascal, es un experto en los “signos de los tiempos”, las señales a las que el Vaticano II pidió que siempre estuviese atenta la Iglesia. Los jesuitas han elegido, pues, a un General que mira hacia el horizonte y que abre caminos. Arriesgado y sereno, a la vez, que lee mapas y marca rutas de futuro.

Bajo el paraguas de Francisco, el primer Papa jesuita de la historia, la Compañía eligió a un 'Papa negro' latinoamericano como el 30 sucesor de Ignacio de Loyola, que la fundo en 1540. Vientos latinoamericanos siguen soplando con fuerza sobre la Iglesia católica. Primero el Papa, argentino. Y, ahora, el líder de la congregación religiosa más poderosa y numerosa, venezolano. “¡El primer General no europeo en cuatro siglos!”, exclamó el Padre Lombardi, al dar cuenta de su elección.

Con él, la Compañía, que seguirá siendo cada vez más el 'brazo armado' de la primavera de Francisco, continúa hablando español. En estos momentos, parece que, para triunfar en la Iglesia, hay que hablar la lengua de Cervantes.

El padre Sosa no estaba en las quinielas de los 'papables negros', que apuntaban especialmente a la frontera de Asia, sobre todo a la India (jardín feraz de vocaciones jesuitas), como el nuevo salto en el liderazgo de la Compañía. Pero la elección recayó en un venezolano, curtido en mil batallas, de 67 años de edad y, por lo tanto, con un amplio recorrido de, al menos, 13 años de gobierno (hasta que cumpla los 80, la edad en la que renunció su predecesor, porque quiso). Un generalato llamado, pues, a asegurar el paso (y, en cierto sentido, marcarlo) del pontificado de Francisco al de su sucesor.

No hay nada más parecido a un jesuita que otro jesuita, aunque los hijos de Jesús se encuadren en dos grandes categorías: los sociales y los intelectuales. El Padre Sosa representa, sin embargo, la casi perfecta síntesis entre ambos modos de ser jesuita. Por un lado es un intelectual bragado y, por el otro, siempre ha formado parte de la sensibilidad más social, comprometida y liberadora de la Compañía. Un jesuita de acción, desde la teoría o que casa, en su vida, la teoría y la práctica del seguimiento de Jesús. O, como dice el padre Lombardi, “experto en fe y en justicia”, ambas indisociables en la cultura común del discernimiento.

Nacido en Caracas, el padre Sosa es un jesuita de una formación intelectual y política sólida, profunda y articulada. Fue profesor de Ciencias Políticas en diversas Universidades de Venezuela y de Estados Unidos. Tiene numerosos artículos y libros dedicados a la política. De hecho, ha estudiado los mecanismos del poder político, porque está convencido de que, bien entendidos y vividos, pueden ser la forma más alta y noble de servicio al bien común.

Como recuerda a menudo el Papa Francisco, con el que también coincide en esto, la política es un arma de doble filo: Puede servir como nadie al bien común o puede obstaculizar el que las personas y los pueblos alcancen la dignidad y los derechos que les corresponden.

El nuevo General es licenciado en Filosofía por la Universidad Católica Andrés Bello (1972) y doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Central de Venezuela. Amén de profesor e intelectual, director de una revista y de un centro de estudios sociales, el padre Sosa tiene experiencia y dotes de gobierno. Fue provincial de Venezuela de 1996 a 2004 y, en 2014, entró a formar parte de la Curia de la Compañía en Roma, como delegado del General para las casas y las obras interprovinciales de la congregación.

Habla español, italiano e inglés y se defienden en francés y, según Lombardi, su elección expresa perfectamente la “actual situación de la Compañía”, como gran representante del apostolado realizado por los jesuitas en Roma y en el mundo.

El Papa Francisco, al que ya conoce, podrá encontrar en él un aliado incondicional y hasta un buen consejero. Francisco ya ha dado la 'bendición' a su nombre, que le comunicaron antes de hacerlo público, no para su aprobación, pero sí como una deferencia.

Los soldados de élite de la Iglesia ya tienen General y se cuadran a las órdenes de su Comandante en jefe, el Papa Francisco. La Iglesia, en manos de los compañeros de Jesús. El éxito y la continuidad de la revolución tranquila de Bergoglio están asegurados. Un guiño del Espíritu, Ad maoirem Dei gloriam.

José Manuel Vidal
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