Miedo al cambio y falta de líderes en el episcopado
"Ninguno de nosotros tenemos el reloj parado. Estoy seguro que vuestros relojes, el de Cañizares y el mío, marcan la misma hora. El que los obispos hayan de nuevo confiado la responsabilidad a los que ya lo hicimos hace unos años no significa vuelta atrás, sino una segunda vez", explicó, en su breve comparecencia, el reelegido presidente del episcopado, para justificar su elección y la de su vicepresidente.
Vuelven Blázquez y Cañizares, pero cambiados por el paso del tiempo y de los nuevos aires que soplan en Roma desde hace ya cuatro años. Blazquez ya no tiene que hacer frente a las leyes de Zapatero. Por su parte, Cañizares ha pasado por Roma, ha dejado de ser Recaredo redivivo y, en su nueva sede de Valencia, apuesta por la línea más social del Papa Francisco.
Esperado lo de Blázquez, la gran sorpresa ha sido Cañizares, elegido, además, con un resultado de 45 votos. Queda claro, tras las elecciones (tanto a la cúpula de la CEE como al Comité Ejecutivo) que el sector conservador sigue vivo y actuante en el episcopado español. Rouco se fue hace tres años, pero los suyos se resisten a ser barridos por los prelados del sector moderado y más afines a Francisco.
Miedo al cambio y falta de líderes. Éstas son dos de las claves interpretativas de los resultados electorales de la Conferencia episcopal española. Si por algo pecan los obispos es por ser un colectivo prudente. Tan prudente que, a menudo, se convierte en un colectivo miedoso y reacio al cambio. Y eso que la Iglesia católica, con Francisco en Roma, vive, desde hace cuatro años, una época de cambio esperanzado y de revolución del Evangelio.
Los prelados españoles optan por la continuidad, con guiños al pasado. Primero, porque Blázquez genera mucho consenso y no tiene enemigos. Segundo, porque no quedan grandes líderes entre los obispos y tienen que agarrarse a los más viejos. Y tercero, porque se trata de un escalafón muy jerarquizado, al que le cuesta mucho dar paso a las nuevas generaciones.
Entramos, pues, en un trienio de transición. Blázquez, que cumple los 75 años dentro de un mes, tiene que presentar, precisamente por eso, la renuncia a Roma. Lo más probable es que, dadas las circunstancias, el Papa le conceda una prórroga de dos o tres años, para que concluya su mandato al frente de los obispos.
Un trienio para el que el reelegido presidente ofrece más de lo mismo: sinodalidad, colegialidad, diálogo y sintonía con Roma. Y con un presidente que, más que presidente de los obispos, se denomina a sí mismo "moderador".
Un presidente-moderador, para garantizar "la libertad" de los prelados y "que haya espacio para que las diversas voces sean escuchadas". Disponibilidad total, para repartir juego. "Hacia afuera, sé que represento a la CEE en la comunicación con Roma y con otras instituciones del Gobierno central". Hacia adentro, "la expresión es la de moderar, hacer que las instituciones de la CEE funcionen correctamente. De esta forma entiendo yo lo que significa moderar la CEE".
En sus relaciones con la sociedad, Blázquez quiso dejar claro que va a defender los derechos humanos, especialmente el de la libertad religiosa. "La libertad religiosa es un derecho fundamental", explicó, tras recordar que, en su discurso de ayer, incidió en que "los derechos humanos forman una especie de constelación. Todos forman parte de esta constelación, y ningún derecho puede ser separado y convertido en absoluto, tienen que convivir unos y otros".
En el Comité Ejecutivo mandan los 'francisquitas'
Han perdido una ocasión de oro para colocar decididamente a la Conferencia episcopal española en la senda de Francisco. Tampoco es que le hayan dado la espalda al Papa (algo impensable), pero los obispos han frustrado esa gran oportunidad por temor de sus juegos de equilibrios internos, entre el poder que todavía detentan los conservadores y la incapacidad de los progresistas de unirse y presentar un frente común.
De ahí que hayan querido buscar, ante todo, en los órganos rectores de la CEE el equilibrio y la pluralidad. Tanto en la cúpula, con Blázquez y Cañizares, como en el Comité Ejecutivo, que es una especie de Consejo de ministros reducido. Junto al secretario general, este órgano, que toma decisiones habituales, se reúne al menos dos veces al mes y gestiona los temas más espinosos.
José Manuel Vidal