Osoro, nuevo cardenal y hombre de confianza del Papa en España

El Papa Francisco anunció este domingo que nombrará cardenal al actual arzobispo de Madrid, Carlos Osoro Sierra, dentro de la lista de 13 nuevos purpurados que ha adelantado a los fieles congregados durante el Ángelus dominical. Le tocaba, pero con Francisco nada está asegurado hasta que sucede. Una distinción personal para el arzobispo de Madrid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, que queda señalado como el hombre del Papa en España. Un honor, para la capital de España. Y una deferencia con la Iglesia española, a la que Bergoglio quiere ver mucho más activa en el seguimiento de la primavera vaticana.

Ya antes, pero especialmente después de su llegada al Arzobispado de Madrid en 2014, Carlos Osoro (Castañeda, 1945) se convirtió en un bergogliano convencido. De hecho, da un giro copernicano a la pastoral de la sede madrileña y deja atrás a la vieja guardia de la época del cardenal Rouco, que, durante todo este tiempo, le ha seguido haciendo la contra.

Pero Osoro, fiel a sí mismo y a su carácter conciliador, nunca optó por dar un puñetazo en la mesa. Y de hecho, conservó en su equipo de gobierno a varios vicarios de la época rouquiana, amén de permitir que el ya arzobispo emérito se quedase en Madrid, disfrutando de un lujoso ático, al lado de la catedral.

El capelo cardenalicio recompensa su labor pacificadora y lo indica como el hombre de máxima confianza de Francisco en España. Osoro será, más que nunca a partir de ahora, el referente vaticano en España. Tanto a la hora de las relaciones de la Iglesia con las autoridades políticas como hacia el interior de la Iglesia.

Un nuevo Tarancón


Un nuevo Tarancón para la Iglesia española, al que sólo le falta, como al cardenal de Burriana, poder contar con un nuevo Nuncio, tan franciscano como él, para conseguir, como en la época de la transición, el cambio de mentalidad de la institución eclesiástica española.

De hecho, la birreta le coloca en excelente posición para poder aspirar con garantías a la Presidencia de la Conferencia episcopal, dado que el cardenal Blázquez cumplirá su mandato al frente del organismo colegiado episcopal el próximo año. Y, al mismo tiempo, presentará la renuncia al Papa por haber alcanzado la edad de la jubilación.

El nombramiento cardenalicio de Osoro es, asimismo, un aviso a navegantes para algunos jerarcas de la Iglesia española que se muestran reticentes, tanto en público, pero sobre todo en privado, a alinearse a fondo y a las claras con las reformas y con los nuevos vientos primaverales que soplan de Roma. Algunos de ellos siguen diciendo, tres años después de su llegada al solio pontificio, que "el pontificado de Francisco será una tormenta pasajera en la Iglesia".

Osoro, que representa al sector profundamente alineado con Roma, será el encargado de poner el reloj de la Iglesia a la hora de Francisco y de dejar a los antibergoglianos reducidos a un grupo de 10 o 12 nostálgicos. O, como ya se les conoce entre el clero, "los del antiguo régimen".
La Iglesia de los pobres

Otra consecuencia del capelo del arzobispo de Madrid será la del cambio de tendencia en la Iglesia católica española. Una Iglesia volcada en el diálogo a fondo perdido con las autoridades civiles y con la sociedad española, en general. Una Iglesia que pierda lo que aún le queda de aduana, para convertirse en hospital de campaña. Una Iglesia volcada en la atención a los más pobres y de los tirados en las cunetas de la vida. Una Iglesia que propone y nunca impone. Y una Iglesia que, como buena samaritana, recoge a las familias con problemas o a los jóvenes en busca de sentido. Una Iglesia del servicio y no del poder. La Iglesia de Francisco y de Carlos Osoro.

Osoro se ha mostrado muy crítico con los desahucios y con las vallas de Ceuta y Melilla. Es un obispo todoterreno en lo pastoral y moderado en lo eclesial. Francisco lo bautizó como "el peregrino", por ser un prelado que vive a pie de calle

El consistorio para la creación de estos nuevos cardenales tendrá lugar el próximo 19 de noviembre, en la víspera de la clausura del Año Santo Extraordinario de la misericordia.

Los nuevos cardenales proceden de 11 países de todo el mundo, lo que, en opinión del Pontífice, da muestra de la universalidad de la Iglesia.

Cardenales de periferias o afines a la primavera

Las nuevas púrpuras de Francisco se siguen moviendo en las claves de plasmar la universalidad de la institución, premiar a las periferias, asi como a los eclesiásticos afines a las reformas vaticanas. Todos ellos, como dice el propio Papa, son “testigos” que anuncian “el amor misericordioso de Dios en el cuidado cotidiano del rebaño”.

Las periferias marcan la tónica. Con el Nuncio “de la amada y martirizada Siria” (que permanecerá en su puesto), monseñor Zenari, encabezando la lista. Seguido del arzobispo de Bangui, monseñor Nzapalainga, en la también sufriente República Centroafricana. Las periferias continúan con el arzobispo de Daca (Bangladesh), el de Isla Mauricio, el de Papua-Nueva Guinea, el emérito de Kuala-Lumpur, el emérito de una diócesis africana de Lesotho y un simple sacerdote, el rumano Ernest Simoni.

Entre los jerarcas de diócesis importantes, Francisco eligió a hombres de su máxima confianza, como el venezolano, Baltazar Porras, arzobispo de Mérida; Sergio Rocha, arzobispo de Brasilia; Blase Cupich, arzobispo de Chicago; De Kesel, arzobispo de Bruselas; Tobin, de Indianápolis, o el mexicano Aguiar Retes, de Tlalnepantla. La mayoría de los elegidos, pues, de diócesis que no son históricamente cardenalicias.

En otro 'recado' a la Curia, Francisco sólo ha nombrado un cardenal curial, el nuevo prefecto del Dicasterio de Laicos, familia y vida, el estadounidense Kevin Farrell. Y es que el Papa no quiere cardenales príncipes ni alimentar el escalafón clerical, según el cual el obispo que llegaba a una diócesis tradicionalmente cardenalicia, tenía asegurado el capelo. Con él, las birretas son para las periferias y para los prelados servidores.

José Manuel Vidal
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