Sodano o la "vieja guardia" curial que quiere morir matando

Nunca gozó de excesivas simpatías en la Iglesia. A Angelo Sodano, Secretario de Estado de Juan Pablo II, se le vinculó, durante años, con Pinochet y con la creación de auténticas "cordadas" en el seno de la Curia romana. Nadie imaginaba que, además, era el gran protector de Marcial Maciel, el ahora denostado fundador de los Legionarios, del que aceptó pinguës sobornos para él y para su sobrino, según denuncia documentada del National Catholic Reporter. Y, ahora, que su pasado se desvela, quiere morir matando al Papa Wojtyla, el mismo que lo nombró su número dos y le dejó las manos libres para gobernar la Iglesia, mientras él daba la vuelta al mundo como un párroco de la aldea global.

Cuando todos los dedos apuntan hacia él y exigen su dimisión inmediata, Sodano tira por elevación y apunta al propio Juan Pablo II. De una forma indirecta, claro está, que tonto no es. Sus terminales mediáticas acaban de desvelar que, en 2008, planteó por carta sus reticencias a que se acelerase la beatificación del Papa Wojtyla. ¿Tenía y tiene alguna duda sobre el Papa, al que él mismo llamó Magno en sus funerales, cuando todavía se postulaba para sucederlo?

La vieja guardia se resiste a abandonar del todo el poder. Primero, fue Castrillón, el que le atribuyó a Juan Pablo II la responsabilidad en el encubrimiento directo de un caso de pederastia en Francia y, lo que es peor, la "bendición" del sistema de ocultamiento y encrubrimiento de los casos de abusos sexuales del clero. Ahora, Sodano, lanza indirectas sobre la oportunidad del "santo subito".

Lo que deberían hacer, uno y otro (y alguno más, como Rodé), es cargar con sus responsabilidades, abandonar la Curia y retirarse a un monasterio (mejor, a una Trapa) a hacer penitencia y oración. Y como ellos no lo van a hacer, debería ser el propio Beendicto XVI el que diese un "puñetazo" de autoridad en la mesa (es un decir) y soltase, de una vez por todas, el lastre de la vieja guardia.

José Manuel Vidal
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