16 cosas que he aprendido (y compartido) el 2016

La educación es el arte y oficio sublime de aprender mientras se enseña y de enseñar mientras se aprende

UNO. Que aceptar las limitaciones tiene un punto doloroso y otro de liberador. Sueltas peso, y te puedes entregar en cuerpo y alma a lo que te queda, si aprendes a dejar de lamentar lo que pierdes. Cuando se cierra una puerta se abren solitas un montón de ventanas.

DOS. Que la amabilidad puede ser la idea más revolucionaria. Tiene el poder transformador de las personas que llevan la sonrisa puesta, que transmiten optimismo, que nos hacen reír, que por donde pasan mejoran el ambiente.

TRES. Que en lugar de lamentarnos cuando el cuerpo se nos queja y soltar un “maldita rodilla”, tocaría valorar los años que hace que nos soporta y se dobla a nuestro servicio. En lugar de maldecir nuestros huesos tendríamos que celebrar este esqueleto que hace lo que puede y más para mantenernos firmes.

CUATRO. Que la alegría de vivir no tiene métodos pero tiene maestros. Conviene acercarnos, a la espera del contagio, a gente sencilla, que tiene en la bondad y la estima y el cuidado de los demás el foco, que pasan desapercibidos en un mundo que premia más el cinismo que la ingenuidad.

CINCO. Que hemos venido aquí, aunque lo disimulamos demasiado bien, a amar y ser amados, y por tanto a cuidarnos. Y que el cuidado de las personas es la tarea más importante del mundo, y la menos valorada.

SEIS. Que no se puede discutir nunca con un imbécil. La clave es detectarlos y frenarlos antes, pero esto requiere una sociedad madura y respetuosa que ignore la provocación barata y admire más los valores que no los resultados a cualquier precio.

SIETE. Que la persona con la que no te sepa mal llorar y que te haga la compañía adecuada es a la fuerza un muy buen amigo. Sobre todo si también sabe reír juntos.

OCHO. Que nunca es tarde para aprender a caminar, y que con el amigo con el que más salimos a caminar somos mucho más amigos desde que andamos juntos: haciendo camino somos más sinceros, más directos, más profundos.

NUEVE. Que sin confianza no hay motivación, porque confiar a menudo da más fruto que vigilar.

DIEZ. Que me seducen los optimistas currantes. Los que saben que todo es un desastre y todo puede ir mal, si no ponemos remedio pronto. Y por eso se ponen manos a la obra. Y mantienen este punto de ingenuidad necesaria para creer que podrán. Porque sin confianza no hay convicción y sin convicción no hay resultados y sin resultados no hay motivos para mantener la esperanza.

ONCE. Que priorizar significa descartar. Para poder dar el sí entusiasta y posible a lo que quieres deberás dar el no contundente y desculpabilizado a lo que no cabe.

DOCE. Que lo peor del miedo es cuando nos pilota, cuando se instala al volante. Porque el miedo nos puede hacer traidores. O nos puede paralizar por completo. El miedo a la verdad nos hace mentirosos, el miedo a sentir emociones fuertes nos hace fríos, el miedo al riesgo nos hace tirar demasiado toallas, y el miedo a morir nos puede impedir vivir.

TRECE. Que somos más lo que hacemos que lo que decimos, somos más lo que decidimos que lo que pensamos, somos cuando actuamos y no cuando reflexionamos. Y ya que hemos venido aquí a relacionarnos, la educación es el arte y oficio sublime de aprender mientras se enseña y de enseñar mientras se aprende. Sólo estando de verdad, de corazón, siempre, puedes aprender y enseñar a estar allí.

CATORCE. Que necesitamos más mala leche y más esperanza. Tenemos que estar más cabreados y más ilusionados a la vez. Nos conviene señalar y denunciar a los culpables, mirarles a los ojos, no asumir que esto toca, mostrarles toda la rabia que sentimos. Y simultáneamente ir arreglando con las manos el día a día, desde el inconformismo, con ambición y con la certeza absoluta de que es posible.

QUINCE. Que hacen falta médicos y maestros con visión de cabecera, que en lugar de dedicarse al trocito asignado, sean capaces de tomar distancia y cuidar de personas enteras, de pies a cabeza.

DIECISÉIS. Que la belleza está en la mirada, y no hay privilegio más hermoso que ser observado desde el amor incondicional y la alegría de vivir. No hay inversión más segura y rentable que rodearnos de personas que nos quieren tal como somos, que nos encuentran guapísimos al margen de lo que dicte el espejo. Que nos miran siempre con buenos ojos.

La educación es el arte y oficio sublime de aprender mientras se enseña y de enseñar mientras se aprende.

Carles Capdevila
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