El tirón mediático de Cáritas

Cáritas es, sin duda, la joya de la corona de la Iglesia española. Gracias a ella, a los misioneros y a los curas de barrio y de pueblo, la institución eclesial ha podido capear, más o menos, el temporal de la falta de credibilidad y de la pérdida de influencia social durante la época del vicepapa español, cardenal Rouco. Con la llegada de Francisco, la Iglesia española va poniendo su reloj poco a poco a la hora del Papa de la misericordia. Apoyándose, como siempre, en Cáritas, que permenece incombustible.

La prueba del algodón del prestigio social del brazo caritativo-social de la Iglesia es la masiva presencia de periodistas en las ruedas de prensa que convoca. En la de hoy, en su sala de prensa no cabía un alfiler. Unos 60 periodistas y más de 10 televisiones. Hay muy pocas instituciones en España que puedan presentar estos números. Ni siquiera la Conferencia episcopal en los días de máxima expectación.

El éxito mediático de Cáritas se debe a varios factores. El primero y principal que es una institución que predica y da trigo. Que anuncia y denuncia. Que está presente en el tejido social, con sus 84.000 voluntarios. Que no hay pueblo ni barrio de España donde no se haga presente.

Cáritas es, como dice el Papa, la caricia de Dios a los pobres en España. Sus frutos son abundantes y evidentes, reflejados en esa cifra (con rostros de personas al fondo) de los 328 millones de euros gastados en ayudar a más de 4 millones de excluidos.

Además, en sus ruedas de prensa y en sus manifiestos (sola o con otras organizaciones de Iglesia), también denuncia las causas de la cultura del descarte. Las cusas sociales, políticas y estructurales que conducen a que la pobreza se consolide, se cronifique y hasta se herede.

Personalmente, me hubiese gustado que Cáritas diese un paso más en el campo de la denuncia profética. Durante los años de la 'vieja guardia' tenía que callar y poner sordina a sus denuncias para no molestar al poder y a sus amigos eclesiásticos.

Con el Papa Francisco en Roma, se han acabado esos vasallajes y Cáritas debería convertirse en la punta de lanza eclesial de la denuncia de las causas de la injusticia, de la promoción social, de la manifestación en la calle contra las políticas injustas. Cáritas española debería perder el miedo a señalar por su nombre a los victimarios, a los causantes de la miseria de los descartados. Sean del partido que sean. Aunque pertenezcan al Partido Popular.

Porque, además, tiene fuerza y credibilidad para hacerlo sin que suene a revancha política ni a juego sucio ni a defensa de intereses corporativos. Y Capacidad de arrastre, para ponerse al frente de la denuncia social y algutinarla. Sin buscar nada a cambio. Colocándose por encima de los intereses partidistas del partido que sea. LLamando desde la Doctrina Social de la Iglesia a la justicia social. Creando un polo, con otras organizaciones sociales de Iglesia, de denuncia y de presión. Altavoz de los que no tienen voz.

Cáritas dispone, además, de un excelente equipo de comunicación, con Ana Abril, Angel Arriví y Ana Girao. Eso sí, necesitaría remozar su página web, que se ha quedado anticuada, y cambiarla por una más moderna, más completa y más interactiva. Y quizás dedicarse a difundir no sólo noticias, sino testimonios, ejemplos, casos de esos que tocan las entrañas y mueven a la misericordia. Los tienen a cientos. Es sólo cuestión de que los pongan en valor y los 'vendan' bien.

Y lo que es más importante, Cáritas tiene un extraordinario portavoz, su secretario general Sebastián Mora. Mora tiene el don de la comunicación, de la palabra exacta, de decir mucho sin enrollarse, de utilizar incluso palabras sonoras y que evocan imágenes. Muy al estilo del papa Francisco. Comunica bien y con credibilidad. Sin afectación, hablando de Dios y de las bienaventuranzas sin poner cara y voz de monjita (con todos los respetos).

Tiene experiencia mediática, conoce los medios por dentro y, encima, es amigo de muchos de los profesionales que vamos a su casa. Y nos gana por su constante disponibilidad. No escapa, no huye, contesta de frente y mirando a la cara. Antes, durante y después de las ruedas de prensa. Se pone siempre el teléfono y no pone disculpas, cuando se le piden entrevistas ¡Qué buen portavoz de la Conferencia episcopal daría! Sin que quiera decir, con ello, que Gil Tamayo lo esté haciendo mal. Pero, pudiendo elegir (y la Iglesia puede hacerlo), el mejor para ese delicado puesto es, sin duda, Mora. De nada, Sebastián.

José Manuel Vidal
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