¡La vergüenza y el ridículo de los rigoristas!

Se están pasando de la raya. Dan vergüenza y hacen el ridículo los rigoristas, que arremeten, por todos los medios, contra el Papa y contra su revolución del Evangelio. Con pasquines, con un falso Osservatore romano y, ahora, con el video de una cancioncilla que da pena. Están que trinan, que echan las muelas. No soportan que el Papa de Roma les descabalgue de su cristinismo doctrinario e ideológico.

Algunos ya dan la cara abiertamente, como el autor del video, un pro-life americano, o como las terminales mediáticas talibanizadas, tanto de España como del extranjero. Ya no aguantan más. El Evangelio sine glosa del Papa se les hace insoportable y, como el hermano mayor de la parábola del hijo proódigo, creen tener derecho (en exclusiva) al amor del Padre.

Son los mismos que, en los anteriores pontificados, tocaban a rebato cada vez que alguien proponía alguna de las ideas que ahora proclama el Papa desde Roma. Y encendían sus piras y azuzaban a sus perros. Y eso que, en aquella época, los que ellos llaman 'progresaurios' sufrían y callaban casi siempre en silencio. Y, por supuesto, sin romper la comunión. Y si no, que se lo pregunten a Marciano Vidal, a Torres Queiruga y a tantos otros...

En aquel entonces, en la época del "antiguo régimen", la palabra comunión era un tabú, que no se podía rozar ni de lejos. Hoy la rompen en añicos un día sí y otro también y arremeten, sin piedad, contra el "garante de la unidad", el Papa Francisco. La eterna doble moral ideologizada.

Dan vergüenza y pena. Se desacreditan solos, rompiendo la comunión afectiva y efectiva con Pedro. Se retratan ante los de dentro y pasan por 'trogloditas' ante los de fuera. Y, en consecuencia, contribuyen decisivamente a que aumente el enorme flujo de creyentes (y no creyentes) que admiran e intentan seguir la revolución del Evangelio de Francisco.

Como acaba de decir el cardenal Amigo, "ladran, luego cabalgamos". Y fortalecen al Papa Francisco y a todos los que se identifican con su "revolución de la ternura". ¡No le doblarán el pulso! Le asiste el Espíritu del Señor, que lo fue a buscar al 'fin del mundo', para que rapare su Iglesia. Amén.

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José Manuel Vidal
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