Los viajes ecuménicos del Papa a los 'infiernos'
Son más que viajes a las periferias geográficas. Se trata de visitas a las más duras y sangrantes periferias existenciales. Allí donde los más pobres de los pobres lloran, sufren y gritan su dolor al cielo y a la tierra. Los líderes del mundo hacen oídos sordos. Pero, el Papa, no. Y, como enviado del cielo, acudirá a Sudán del Sur, para intenter apagar el fuego de una guerra étnica fratricida, que apenas tiene eco en la agenda mediática y política mundial.
¡Ojalá se puede realizar el viaje! Porque no es nada fácil visitar un país en guerra. Aunque Francisco ya nos tiene acostumbrados a gestos arriesgados de este tipo. Ya visitó Bangui, la capital de la República Centroafricana, en pleno apogeo del conflicto entre los seleka y los antibalaka. Y consiguió el milagro de la paz, al menos mientras él estuvo allí. Y hasta dicen que, después de su visita, consiguió poner en marcha el proceso de pacificación que, con sus altibajos, sigue adelante.
Eso es lo que intentará hacer en Sudán del Sur: poner en marcha el proceso de paz. Sentarse con los líderes de ambas facciones e invitarles al diálogo y a la búsqueda de la paz. Desde su sola autoridad moral.
Una misión nuevamente arriesgada. Por los riesgos físicos que implica. Y por el riesgo del fracaso papal que conlleva. No está garantizado que le hagan caso los líderes sudaneses enfrentados. Pero, a Francisco, no le importa su fracaso personal. Lo único que busca es iniciar el camino de la paz. Sin importarle que su imagen quede cuestionada. Asume la posibilidad del fracaso. El intento evangélico de la paz está por encima de cualquier otra consideración.
Visita arriesgada y complicada también a nivel interno. Porque los tirapiedras internos seguro que hablan de sincretismo y demás lindezas, para refirirse a una visita conjunta con el líder de la Iglesia anglicana. Pero tampoco eso va a detener a Francisco, que sólo se deja guiar por las mociones del Espíritu.
¡Suerte, Papa valiente y arriesgado! Que tu misión sudanesa sea posible y sea un éxito. El pueblo y los pobres de Sudán del Sur, que lloran y gritan por la paz, te esperan. Y te necesitan. Eres su única esperanza.
José Manuel Vidal