¿Coherencia o pragmatismo en el uso de los medios? La 4ª Clave
Para escalar el Everest no es suficiente el entusiamo, la decisión radical y la capacidad para superar obstáculos. Es preciso que el alpinista cuente con los medios, recursos y ayudas oportunas. Lo mismo se puede afirmar: para los virtuosos de un instrumento, que será, sí, necesario el entusiasmo, el propósito firme y las cualidades mínimas. Pero sin el método apropiado, no se conseguirá lo que se pretende. Lo confirma la experiencia: para llegar a la meta es necesario recorrer el camino (carretera o autopista) apropiado. Dicho con categorías: sin los medios adecuados de nada sirve el entusiasmo, el deseo de la radicalidad y la capacidad del esfuerzo. Es decir: urge que los apoyos, los instrumentos, los medios internos o externos y los auxilios adecuados, se usen por la persona de manera coherente afin de alcanzar las metas propuestas. Sin los medios, la mística se queda en una abstracta ideología. Con los medios puestos en marcha, el ideal se convierte en vida.
Esta ley pragmática es la que está presente en todo individuo que aspira a la madurez personal, en el creyente fiel a su religión y en el seguidor de Jesús, coherente con su vocación cristiana. Cada persona, gracias a la coherencia pondrá en práctica su proyecto de vida de manera pragmática con todos los medios (ayudas, apoyos, instrumentos o recursos) y atendiendo a otros factores personales;
Medios y coherencia
Los vocablos medio, apoyo, recurso o instrumento, se utilizan cuando deseamos conseguir una cosa, un determinado fin o un objetivo concreto. En nuestro caso, se trata de la praxis adecuada para la mística, del vivir en armonía con el ser, del camino mejor para llegar a la meta, del procedimiento para satisfacer una necesidad o para llevar a cabo una tarea o para conseguir algo. El medio puede surgir de la propia persona o del exterior, y entonces se llama cooperación, colaboración.
Con un calificativo o con otro, nos referimos al medio coherente que utiliza la persona como respuesta lógica, siempre consecuente con los valores aceptados. En la coherencia se da la conexión, unión, entre el principio que dimana del ser-mística con la respuesta de la praxis-vivir. La armonía está garantizada con la respuesta coherente entre la ortodoxia y la ortopraxis, entre lo que cualquier individuo dice y lo que hace.
La coherencia es el final de un proceso dinámico existente en quien interioriza los valores, se llena de entusiasmo y fuerza por el ser de su persona; posee una “mística” que fundamenta la radicalidad y el deseo de vivir en plenitud. Con estas cuatro disposiciones (entusiasmo y fuerza, radicalidad y plenitud), la persona afronta con firmeza los obstáculos y utiliza de modo apropiado los recursos y ayudas que armonizarán el vivir con el ser de su persona. El ideal, como la opción fundamental, da a la conducta un sentido de totalidad (plenitud o perfección); favorece la decisión para seguir el camino que le conduzca a la vivencia de su opción fundamental y la coherencia para combatir los obstáculos que impidan la realización de los valores aceptados. En definitiva, la coherencia pide poner en práctica las exigencias de los valores aceptados.
1º COHERENCIA PARA LA MADUREZ PERSONAL
Seleccionamos algunos criterios para que la persona llegue a la madurez en la mente, afectividad y libertad .
En la mente: definirse ante la vida
Para nuestro propósito destacamos la necesidad de una definición ante la vida con un proyecto concreto.
Definición ante la vida.
Quien busca un ideal o proyecto necesita definir su vida según el ideal elegido y el proyecto que se propone. Así mismo, la meta con el proyecto incluirá las raíces que sostienen el tronco, las ramas o relaciones diferentes de la persona.
Como base, el autoconocimiento.
Se impone como criterio seguro, el “conócete a tí mismo” con las posibilidades y limitaciones. Para lograr la meta de la madurez personal se impone tomar conciencia de quiénes somos, cuál es nuestra dignidad, los valores, responsabilidades y defectos que poseemos.
Con una recta valoración de la propia personalidad. No existe un modelo único para la madurez en la personalidad. De la antropología destacamos dos conclusiones comunes: la naturaleza predispone o hipoteca para determinados valores, y da facilidad para determinadas actitudes humanas. Por lo tanto, habrá que valorar y juzgar a cada persona por los valores-talentos recibidos.
Buscar y adherirse a la verdad. Cada uno tiene el deber de buscar la verdad y adherirse a ella, ordenando la propia vida según las exigencias de la verdad. En definitiva, la responsabilidad se guía por el concepto y amor hacia la verdad que caracteriza la madurez mental. Pero este amor a la verdad se manifiesta en el equilibrio de juicio y de comportamiento, en la prudencia, en el juicio firme, objetivo, reflexivo, equilibrado y sincero.
Un gran desafío: el encuentro con la verdad objetiva.
Urge el encuentro entre la subjetividad del yo pensante y los acontecimientos. Y así, el crecimiento se dará en tanto en cuanto la persona sea capaz de encontrarse consigo misma mediante la verdad como armonía entre el yo y el no-yo.
¿Con qué medios? Ante todo, los de la reflexión filosófica. Pero ahora nos fijamos en otros más personales como la reflexión y el silencio. Para lograr este objetivo habrá que utilizar los medios que ofrece la espiritualidad y las técnicas del yoga, zen, meditación trascendental, control de la mente, etc.
He ahí expuesta la cuarta clave para la praxis, para poder vivir coherentemente la mística de nuestro ser humano y cristiano.
Esta ley pragmática es la que está presente en todo individuo que aspira a la madurez personal, en el creyente fiel a su religión y en el seguidor de Jesús, coherente con su vocación cristiana. Cada persona, gracias a la coherencia pondrá en práctica su proyecto de vida de manera pragmática con todos los medios (ayudas, apoyos, instrumentos o recursos) y atendiendo a otros factores personales;
Medios y coherencia
Los vocablos medio, apoyo, recurso o instrumento, se utilizan cuando deseamos conseguir una cosa, un determinado fin o un objetivo concreto. En nuestro caso, se trata de la praxis adecuada para la mística, del vivir en armonía con el ser, del camino mejor para llegar a la meta, del procedimiento para satisfacer una necesidad o para llevar a cabo una tarea o para conseguir algo. El medio puede surgir de la propia persona o del exterior, y entonces se llama cooperación, colaboración.
Con un calificativo o con otro, nos referimos al medio coherente que utiliza la persona como respuesta lógica, siempre consecuente con los valores aceptados. En la coherencia se da la conexión, unión, entre el principio que dimana del ser-mística con la respuesta de la praxis-vivir. La armonía está garantizada con la respuesta coherente entre la ortodoxia y la ortopraxis, entre lo que cualquier individuo dice y lo que hace.
La coherencia es el final de un proceso dinámico existente en quien interioriza los valores, se llena de entusiasmo y fuerza por el ser de su persona; posee una “mística” que fundamenta la radicalidad y el deseo de vivir en plenitud. Con estas cuatro disposiciones (entusiasmo y fuerza, radicalidad y plenitud), la persona afronta con firmeza los obstáculos y utiliza de modo apropiado los recursos y ayudas que armonizarán el vivir con el ser de su persona. El ideal, como la opción fundamental, da a la conducta un sentido de totalidad (plenitud o perfección); favorece la decisión para seguir el camino que le conduzca a la vivencia de su opción fundamental y la coherencia para combatir los obstáculos que impidan la realización de los valores aceptados. En definitiva, la coherencia pide poner en práctica las exigencias de los valores aceptados.
1º COHERENCIA PARA LA MADUREZ PERSONAL
Seleccionamos algunos criterios para que la persona llegue a la madurez en la mente, afectividad y libertad .
En la mente: definirse ante la vida
Para nuestro propósito destacamos la necesidad de una definición ante la vida con un proyecto concreto.
Definición ante la vida.
Quien busca un ideal o proyecto necesita definir su vida según el ideal elegido y el proyecto que se propone. Así mismo, la meta con el proyecto incluirá las raíces que sostienen el tronco, las ramas o relaciones diferentes de la persona.
Como base, el autoconocimiento.
Se impone como criterio seguro, el “conócete a tí mismo” con las posibilidades y limitaciones. Para lograr la meta de la madurez personal se impone tomar conciencia de quiénes somos, cuál es nuestra dignidad, los valores, responsabilidades y defectos que poseemos.
Con una recta valoración de la propia personalidad. No existe un modelo único para la madurez en la personalidad. De la antropología destacamos dos conclusiones comunes: la naturaleza predispone o hipoteca para determinados valores, y da facilidad para determinadas actitudes humanas. Por lo tanto, habrá que valorar y juzgar a cada persona por los valores-talentos recibidos.
Buscar y adherirse a la verdad. Cada uno tiene el deber de buscar la verdad y adherirse a ella, ordenando la propia vida según las exigencias de la verdad. En definitiva, la responsabilidad se guía por el concepto y amor hacia la verdad que caracteriza la madurez mental. Pero este amor a la verdad se manifiesta en el equilibrio de juicio y de comportamiento, en la prudencia, en el juicio firme, objetivo, reflexivo, equilibrado y sincero.
Un gran desafío: el encuentro con la verdad objetiva.
Urge el encuentro entre la subjetividad del yo pensante y los acontecimientos. Y así, el crecimiento se dará en tanto en cuanto la persona sea capaz de encontrarse consigo misma mediante la verdad como armonía entre el yo y el no-yo.
¿Con qué medios? Ante todo, los de la reflexión filosófica. Pero ahora nos fijamos en otros más personales como la reflexión y el silencio. Para lograr este objetivo habrá que utilizar los medios que ofrece la espiritualidad y las técnicas del yoga, zen, meditación trascendental, control de la mente, etc.
He ahí expuesta la cuarta clave para la praxis, para poder vivir coherentemente la mística de nuestro ser humano y cristiano.