Cristo enriquece el amor y la felicidad de la familia
Dios-Amor está en el corazón de una familia feliz y creyente. Jesucristo, para la familia cristiana, es el sacramento eficaz y definitivo de la presencia de Dios. ¿Quién habló mejor que Cristo de Dios como Padre y Amor? ¿Quién ha confirmado mejor que Cristo la doctrina de la felicidad con el testimonio del amor?
Jesús y su madre colaboraron en la felicidad de los novios de Caná de Galilea (Jn 2,1-11). El milagro del agua convertida en vino es además todo un símbolo para las familias de hoy: Cristo sigue interesado en compartir las alegrías y las preocupaciones de la familia. Él transforma con el sacramento del matrimonio el amor –agua- de los esposos en el vino de la caridad, con las gracias correspondientes. La fe enseña que El, Cristo, sigue ayudando de muchas maneras para que la familia consiga su misión y así alcance la felicidad.
Jesucristo transforma al cristiano Frente a la indiferencia religiosa está el sí personalizado de quien contempla la presencia de Cristo, lo acepta y lo incorpora coherentemente a su vida.
Este Cristo es quien llama y transforma por el Bautismo. El Redentor transforma al bautizado en el hombre nuevo por la vida nueva que ha traído. Para el cristiano católico, el bautismo es el sacramento necesario para la salvación de la nueva vida en Cristo que da la filiación divina, incorpora a la Iglesia, configura con Cristo por el carácter indeleble, inserta en su Misterio Pascual, destina al culto, infunde la gracia, borra todo pecado, hace participar del sacerdocio común, ofrece el ideal de vivir como otro Cristo, da la ayuda para testimoniar la fe... y capacita para recibir los otros sacramentos (cf. Mc 16, 16; Jn 3,5; Gál 2,20; Dz 852, 792; LG 11 y 10; SC 6; AG 15; UR 22; cn 849).
Presencia especial por el sacramento del matrimonio De manera especial Jesucristo se hace presente por el sacramento que consagra el amor de los esposos, es necesario para sus vidas y beneficia a toda la familia porque:
1º santifica el amor conyugal. Cristo instituyó este sacramento para que los esposos se amen como El amó a la Iglesia su esposa y para que participen del amor fiel de Dios. La gracia del sacramento enriquece la unión indisoluble del matrimonio con la fuerza redentora de Cristo (cf. Ef 5,21-32 LC 11; GS 48);
2º es una nueva fuerza de Cristo para toda la familia. El matrimonio sacramento es un signo visible y eficaz que confiere la gracia de Cristo. Y por ello se convierte en una fuente de gracia para la salvación y santificación de los cónyuges con repercusión en toda la familia.
Para resolver los problemas de la convivencia, el sacramento ofrece la gracia de la unidad, de la paz, de la confianza, de la comprensión y de la caridad.
Ante los problemas de la paternidad y de la vida sexual, fortalece con la responsabilidad y la castidad conyugal.
Para educar a los hijos, ilumina el camino a seguir.
Ante la invitación a la santidad y el compromiso apostólico los esposos tendrán las gracias llamadas de elevación e irradiación-
Para toda la familia el sacramento del matrimonio es como una fuente de gracia para las relaciones interpersonales y el motor de la espiritualidad cristiana vivida en familia. Es como una motivación fuerte para que la familia sea más feliz.
¿En qué se traduce la presencia de Cristo como relación de amor? En amar a Cristo como persona y en el grupo familiar. No con el amor que se profesa a los héroes o a los difuntos queridos. Cristo vive resucitado. Él me ama y me quiere con amistad personal. Él pide el amor de mi familia. Y todos nosotros somos conscientes de las muchas razones por las cuales debemos amar a Cristo: Él es nuestro Redentor y Amigo.
En vivir en la gracia de Cristo. Lo cual incluye no sólo el rechazo de todo pecado o injusticia, sino el “sí” de fidelidad a las exigencias de su Reino de verdad, justicia, paz, gracia, libertad y amor. Y existe una meta muy sencilla: que los demás conozcan a Cristo y a su Evangelio por lo que ven en mi vida.
En introducir a Cristo en la comunidad y vida familiar. No basta con la vivencia individual de Cristo. Hay que tenerle presente además:
-con la gracia del sacramento del matrimonio;
-con algunas manifestaciones de fe y oración (devociones y prácticas religiosas), realizadas en familia;
-con la manifestación a otras personas de lo que es Cristo, mediante la experiencia compartida de su presencia;
-con la imitación de su amor en la indisolubilidad del matrimonio, la participación de la comunidad familiar, en la eucaristía, etc.
En el seguir a Cristo para implantar el Reino de Dios en el mundo. Por la fe se acepta a Cristo y se le integra en el núcleo de intereses, ideales y vivencias de la persona. Incluye, por tanto, una autodonación, la comunión de vida con Cristo, la aceptación de la doctrina revelada, la fidelidad a la gracia, la confianza en las divinas promesas. Como Dios es Amor y como la creencia es una adhesión de toda la persona, la fe es el SI de mi amor al Amor de Dios que se revela en Cristo.
En convertir la familia en una comunidad de cristianos. No simplemente de bautizados sino de seguidores de Cristo, comprometidos en vivir y en difundir la Buena Nueva que El tiene para nuestro mundo.
Dificultades para la presencia de Cristo en la familia
Muchas familias son grupos de bautizados que no fueron ni evangelizados ni mucho menos catequizados. Recibieron el bautismo pero no son cristianos adultos. A lo sumo tienen “un barniz” de tradición en prácticas y ritos. Como no conocen a fondo a Cristo y a su Evangelio por eso no lo viven.
La dificultad de vivir el Evangelio. Aún los bautizados catequizados les resulta difícil cumplir las exigencias del Evangelio. Cristo da mucho pero también exige mucho. Muchos se desaniman ante la radicalidad del Evangelio. Y por otra parte el ambiente se muestra muy adverso.
Un Cristo mutilado. Muchos bautizados ven en Cristo solamente “un santo más” que les obtiene gracias. Otros se fijan exclusivamente en la personalidad social de Cristo o como líder liberador de toda injusticia. No falta quien acepta de Cristo y de su Evangelio la doctrina y exigencias “que le convienen”. En definitiva, muchos adoran a un Cristo hecho “a su imagen y semejanza”.
No valoran el sacramento del matrimonio
Para muchas familias el sacramento es como “un tesoro escondido” en la casa. Se reduce a un rito que afectó hace tiempo a los esposos. Ni ellos ni sus hijos reciben como debieran las riquezas de este sacramento que se convierte en talento escondido.
La motivación de ¿por qué recibir a Cristo en la familia?
Por lo que significa para cada uno personalmente. El significado de su Persona que nos ama como el camino verdadero (Jn 15, 1-8).
Por su presencia sacramental en el matrimonio. Los esposos directamente y toda la familia de manera indirecta se benefician de las riquezas del sacramento del matrimonio (Ef 5,21-32; Jn 2, 1-11).
Por lo que enriquece a toda la familia. Su doctrina dignifica a los individuos, su amor potencia las relaciones entre los esposos, el ejemplo de la familia de Nazaret es un estímulo para toda familia, la fe abre mayores horizontes a la misión de la familia, la gracia fortalece ante las dificultades.
Los medios para que Cristo se haga presente en la vida familiar.
La Iglesia nos presenta diferentes medios:
-la lectura de los Evangelios y de otros libros que actualizan el mensaje de Cristo. ¿No será posible hacerlo “en familia”?
-la celebración de los misterios de Cristo a través del año litúrgico. ¡Es la familia quien revive a Cristo en Navidad y en Semana Santa!
-la invocación expresa de Cristo. Es la oración familiar que tiene sus momentos apropiados y en variadas fórmulas litúrgicas o populares.
-la fidelidad a la gracia sacramental. Para ello es necesario tomar conciencia de la necesidad del sacramento del matrimonio: lo que pierde la familia sin el sacramento y lo que gana siendo fiel a sus gracias que benefician a toda la familia. No olvidemos que este sacramento es “una fuente y medio original de santificación propia para los cónyuges y para la familia cristiana” (FC 56-a)
-la revisión personal y familiar sobre Cristo. Mucho ayudará reflexionar sobre el conocimiento que se tiene de Cristo y de su Evangelio, de lo que significa en la vida familiar, de cómo se vive su ayuda. Y la pregunta clave: ¿Somos un grupo de bautizados o de cristianos?
Jesús y su madre colaboraron en la felicidad de los novios de Caná de Galilea (Jn 2,1-11). El milagro del agua convertida en vino es además todo un símbolo para las familias de hoy: Cristo sigue interesado en compartir las alegrías y las preocupaciones de la familia. Él transforma con el sacramento del matrimonio el amor –agua- de los esposos en el vino de la caridad, con las gracias correspondientes. La fe enseña que El, Cristo, sigue ayudando de muchas maneras para que la familia consiga su misión y así alcance la felicidad.
Jesucristo transforma al cristiano Frente a la indiferencia religiosa está el sí personalizado de quien contempla la presencia de Cristo, lo acepta y lo incorpora coherentemente a su vida.
Este Cristo es quien llama y transforma por el Bautismo. El Redentor transforma al bautizado en el hombre nuevo por la vida nueva que ha traído. Para el cristiano católico, el bautismo es el sacramento necesario para la salvación de la nueva vida en Cristo que da la filiación divina, incorpora a la Iglesia, configura con Cristo por el carácter indeleble, inserta en su Misterio Pascual, destina al culto, infunde la gracia, borra todo pecado, hace participar del sacerdocio común, ofrece el ideal de vivir como otro Cristo, da la ayuda para testimoniar la fe... y capacita para recibir los otros sacramentos (cf. Mc 16, 16; Jn 3,5; Gál 2,20; Dz 852, 792; LG 11 y 10; SC 6; AG 15; UR 22; cn 849).
Presencia especial por el sacramento del matrimonio De manera especial Jesucristo se hace presente por el sacramento que consagra el amor de los esposos, es necesario para sus vidas y beneficia a toda la familia porque:
1º santifica el amor conyugal. Cristo instituyó este sacramento para que los esposos se amen como El amó a la Iglesia su esposa y para que participen del amor fiel de Dios. La gracia del sacramento enriquece la unión indisoluble del matrimonio con la fuerza redentora de Cristo (cf. Ef 5,21-32 LC 11; GS 48);
2º es una nueva fuerza de Cristo para toda la familia. El matrimonio sacramento es un signo visible y eficaz que confiere la gracia de Cristo. Y por ello se convierte en una fuente de gracia para la salvación y santificación de los cónyuges con repercusión en toda la familia.
Para resolver los problemas de la convivencia, el sacramento ofrece la gracia de la unidad, de la paz, de la confianza, de la comprensión y de la caridad.
Ante los problemas de la paternidad y de la vida sexual, fortalece con la responsabilidad y la castidad conyugal.
Para educar a los hijos, ilumina el camino a seguir.
Ante la invitación a la santidad y el compromiso apostólico los esposos tendrán las gracias llamadas de elevación e irradiación-
Para toda la familia el sacramento del matrimonio es como una fuente de gracia para las relaciones interpersonales y el motor de la espiritualidad cristiana vivida en familia. Es como una motivación fuerte para que la familia sea más feliz.
¿En qué se traduce la presencia de Cristo como relación de amor? En amar a Cristo como persona y en el grupo familiar. No con el amor que se profesa a los héroes o a los difuntos queridos. Cristo vive resucitado. Él me ama y me quiere con amistad personal. Él pide el amor de mi familia. Y todos nosotros somos conscientes de las muchas razones por las cuales debemos amar a Cristo: Él es nuestro Redentor y Amigo.
En vivir en la gracia de Cristo. Lo cual incluye no sólo el rechazo de todo pecado o injusticia, sino el “sí” de fidelidad a las exigencias de su Reino de verdad, justicia, paz, gracia, libertad y amor. Y existe una meta muy sencilla: que los demás conozcan a Cristo y a su Evangelio por lo que ven en mi vida.
En introducir a Cristo en la comunidad y vida familiar. No basta con la vivencia individual de Cristo. Hay que tenerle presente además:
-con la gracia del sacramento del matrimonio;
-con algunas manifestaciones de fe y oración (devociones y prácticas religiosas), realizadas en familia;
-con la manifestación a otras personas de lo que es Cristo, mediante la experiencia compartida de su presencia;
-con la imitación de su amor en la indisolubilidad del matrimonio, la participación de la comunidad familiar, en la eucaristía, etc.
En el seguir a Cristo para implantar el Reino de Dios en el mundo. Por la fe se acepta a Cristo y se le integra en el núcleo de intereses, ideales y vivencias de la persona. Incluye, por tanto, una autodonación, la comunión de vida con Cristo, la aceptación de la doctrina revelada, la fidelidad a la gracia, la confianza en las divinas promesas. Como Dios es Amor y como la creencia es una adhesión de toda la persona, la fe es el SI de mi amor al Amor de Dios que se revela en Cristo.
En convertir la familia en una comunidad de cristianos. No simplemente de bautizados sino de seguidores de Cristo, comprometidos en vivir y en difundir la Buena Nueva que El tiene para nuestro mundo.
Dificultades para la presencia de Cristo en la familia
Muchas familias son grupos de bautizados que no fueron ni evangelizados ni mucho menos catequizados. Recibieron el bautismo pero no son cristianos adultos. A lo sumo tienen “un barniz” de tradición en prácticas y ritos. Como no conocen a fondo a Cristo y a su Evangelio por eso no lo viven.
La dificultad de vivir el Evangelio. Aún los bautizados catequizados les resulta difícil cumplir las exigencias del Evangelio. Cristo da mucho pero también exige mucho. Muchos se desaniman ante la radicalidad del Evangelio. Y por otra parte el ambiente se muestra muy adverso.
Un Cristo mutilado. Muchos bautizados ven en Cristo solamente “un santo más” que les obtiene gracias. Otros se fijan exclusivamente en la personalidad social de Cristo o como líder liberador de toda injusticia. No falta quien acepta de Cristo y de su Evangelio la doctrina y exigencias “que le convienen”. En definitiva, muchos adoran a un Cristo hecho “a su imagen y semejanza”.
No valoran el sacramento del matrimonio
Para muchas familias el sacramento es como “un tesoro escondido” en la casa. Se reduce a un rito que afectó hace tiempo a los esposos. Ni ellos ni sus hijos reciben como debieran las riquezas de este sacramento que se convierte en talento escondido.
La motivación de ¿por qué recibir a Cristo en la familia?
Por lo que significa para cada uno personalmente. El significado de su Persona que nos ama como el camino verdadero (Jn 15, 1-8).
Por su presencia sacramental en el matrimonio. Los esposos directamente y toda la familia de manera indirecta se benefician de las riquezas del sacramento del matrimonio (Ef 5,21-32; Jn 2, 1-11).
Por lo que enriquece a toda la familia. Su doctrina dignifica a los individuos, su amor potencia las relaciones entre los esposos, el ejemplo de la familia de Nazaret es un estímulo para toda familia, la fe abre mayores horizontes a la misión de la familia, la gracia fortalece ante las dificultades.
Los medios para que Cristo se haga presente en la vida familiar.
La Iglesia nos presenta diferentes medios:
-la lectura de los Evangelios y de otros libros que actualizan el mensaje de Cristo. ¿No será posible hacerlo “en familia”?
-la celebración de los misterios de Cristo a través del año litúrgico. ¡Es la familia quien revive a Cristo en Navidad y en Semana Santa!
-la invocación expresa de Cristo. Es la oración familiar que tiene sus momentos apropiados y en variadas fórmulas litúrgicas o populares.
-la fidelidad a la gracia sacramental. Para ello es necesario tomar conciencia de la necesidad del sacramento del matrimonio: lo que pierde la familia sin el sacramento y lo que gana siendo fiel a sus gracias que benefician a toda la familia. No olvidemos que este sacramento es “una fuente y medio original de santificación propia para los cónyuges y para la familia cristiana” (FC 56-a)
-la revisión personal y familiar sobre Cristo. Mucho ayudará reflexionar sobre el conocimiento que se tiene de Cristo y de su Evangelio, de lo que significa en la vida familiar, de cómo se vive su ayuda. Y la pregunta clave: ¿Somos un grupo de bautizados o de cristianos?