¿Existe, también, una injusticia institucionalizada?

Lamentablemente, sí. Y con unas consecuencias negativas y multiplicadas. Cierto, junto a la injusticia interpersonal existe otra modalidad más profunda,: la injusticia institucionalizada unida a las ideologías, estructuras e instituciones movidas por dirigentes irresponsables, y doblemente injustos, que obstaculizan, un mundo humano y humanizado.

¿En qué consiste la injusticia institucionalizada?
Se puede concretar como la injusticia (violación de los derechos humanos), fruto o consecuencia de ideologías, estructuras e instituciones que enriquecen a unos (pueblos y personas) y empobrecen a otros, pueblos y personas. La que consigue que unos tengan mayor poder económico en detrimento de los más débiles, pobres
En nuestro mundo, aldea global, varios son los responsables de la injusticia institucionalizada: las ideologías que establecen los valores; las estructuras de pecado de toda clase pero especialmente las socio-económicas animadas por las mismas ideologías; las instituciones que están al servicio de las estructuras socio-económicas; algunas multinacionales como brazo ejecutivo de las estructuras; los bancos centrales con su deficiente gestión hipotecaria y financiera; los dirigentes políticos con su omisión o acción injusta, y las personas o grupos humanos que se enriquecieron ilícitamente en el río revuelto de la inestabilidad económica.

Las ideologías establecen los valores
Sin detallar las diferentes ideologías, (conjunto de ideas que configuran el nivel económico, social o político), sí conviene subrayar sus tareas que consiste en seleccionar valores, proponer un programa de acción para un determinado grupo social, juzgar la realidad a la luz de sus principios y acercar el sistema real existente al ideal pretendido.
Como principales ideologías socio-políticas, enumeramos: el capitalismo liberalista, el marxismo comunista y el socialismo moderado. Nos fijamos en el liberalismo económico a escala internacional porque fomenta el desequilibrio creciente entre naciones, pues la metrópoli se reserva la producción y el monopolio industrial; el pueblo colonizado suministra las materias primas y algunos productos alimenticios. Y así se crea una economía totalmente dependiente -satélite- de los países más fuertes frente a los que están en vías de desarrollo, que constituyen un verdadero proletariado de las grandes potencias.
Algunos defectos de las ideologías están presentes en la encíclica “La caridad en la verdad”, de Benedicto XVI (2009).
Una deficiencia general de las ideologías consiste en la alienación (53); otra, en simplificar de modo artificioso la realidad como sucede con la línea de demarcación entre países ricos y pobres (22). Con especial gravedad, la ideología tecnocrática que confía todo el proceso del desarrollo sólo a la técnica dejándolo sin orientación (14). Dentro del proceso de globalización, la técnica transformada en un poder ideológico expone a la humanidad al riesgo de encontrarse encerrada dentro de un a priori del cual no podría salir para encontrar el ser y la verdad. Esta visión refuerza mucho hoy día, la mentalidad tecnicista “que hace coincidir la verdad con lo factible. “ (71).

Las estructuras, animadas por ideologías injustas
La estructura es la disposición y orden de las partes dentro de un todo. En sociología, la estructura describe la forma que adopta el sistema global de las relaciones sistemáticas entre individuos que vinculan a miembros de una determinada comunidad aunque no se encuentren en ningún momento en contacto directo.
Los efectos de muchas estructuras desfasadas. En todos los países, muchas estructuras son factores de la injusticia institucional cuando orientan u organizan la vida económica, social y política y tienden con frecuencia a estabilizarse y cristalizar como mecanismos relativamente independientes de la voluntad humana, paralizando con ello o alterando el desarrollo social y generando la injusticia (LI 74).
En los países en vías de desarrollo: son injustas las estructuras locales que están demasiado orientadas hacia la utilidad de la metrópoli; las que rigen el comercio desequilibrado: exportación a bajo precio de materias primas, que, manufacturadas, son importadas a precios que hipotecan a las naciones pobres con los préstamos que piden. El dualismo económico de estos países donde el sector industrializado está orientado hacia el exterior, y la producción agrícola en manos de grandes sociedades extranjeras, y el resto del país, vegetando en una economía agraria muy retrasada. De este modo, los países desarrollados se benefician de la materia prima barata y cobran fuertemente la manufacturación.
Otros factores: el nacionalismo que se opone a «un mundo más justo y más estructurado dentro de una solidaridad universal» (Populorum Progresio 62). El racismo por su parte, crea un muro de separación entre colonizadores e indígenas, y es fermento de odio entre los mismos Estados.

Las instituciones al servicio de las estructuras socio-económicas
Junto a las ideologías y las estructuras se pueden enumerar como causas de la injusticia institucionalizada otros factores económicos y los fallos de personas dirigentes.
Factores y causas económicas. Hay que añadir además: .
-la depreciación de las materias primas con relación al costo de los productos manufacturados. Así, los países productores de materias primas permanecen cada vez más pobres mientras que los países industrializados se enriquecen cada vez más (PP 57). Últimamente, los productos sintéticos tienden a suplir las materias primas; ahora el amo ya no necesita del esclavo;
-la doble fuga. Por una parte, los capitales de países pobres emigran a donde la inversión es más segura, obligando a pedir mayores empréstitos, que hipotecan cada vez más con los intereses. Y por otra, está la fuga más dolorosa: los jóvenes formados con el dinero de su país pobre que luego emigran como profesionales cualificados a los países ricos que se ahorran el dinero de la formación (PP 24);
-el endeudamiento progresivo: los países pobres piden créditos y se abruman con deudas cuyo pago absorbe la mayor parte de sus ganancias (PP 54);
-los monopolios internacionales y el imperialismo internacional del dinero crean la dependencia económica y conducen a la dictadura económica (PP 26).

Los dirigentes irresponsables y las personas que se enriquecen
Los políticos y dirigentes de multinacionales.
Las estructuras «dependen siempre de la responsabilidad del hombre, que puede modificarlas, y no de un pretendido determinismo de la historia» (L1 74). Son personas concretas quienes implantaron las estructuras, quienes se benefician de su vigencia o quienes, pasivas e irresponsables, pueden cambiarlas. Así sucede con los políticos y personas influyentes en las leyes y costumbres. O los dirigentes que en tiempos posteriores mantienen un orden injusto mediante el uso de la fuerza y reprimen toda reacción contraria (Medellín, Paz, 6).
Los insensibles favorecidos: personas que en la nación o en el extranjero se aferran al pasado para seguir disfrutando de los beneficios; ven «normal» la pobreza, opresión, dependencia, subdesarrollo. Más aún, consideran marxistas subversivos a quienes intentan cambiar el sistema social que les favorece (Medellín, Paz, 5);
Los ciegos ante la injusticia institucionalizada. Los que dan culto al dinero, a su clase social o a su nación y son incapaces de detectar la injusticia. Y los pasivos, que cooperan con su miedo y su silencio, siendo conscientes de la injusticia. O bien, las personas que pueden colaborar en la resolución de la problemática socioeconómica, pero no lo hacen, miran a otro lado.
Metas-desafíos para la justicia
Ante el extenso y complicado tema de las injusticias no intento afrontar el cómo superarla. Me remito a la aplicación de los Derechos humanos y la Doctrina Social de la Iglesia. Para nuestro tema de las Impresiones en el Ser y Vivir hoy será suficiente con enumerar los criterios para caminar hacia la meta de un mundo humanizado.
Un mundo humanizado, hogar-familia para sus moradores
Un mundo humanizado por la verdad, la vida digna, la justicia social, la libertad política y la paz fraterna es la mística que debiera motivar la conducta de toda persona. Y lograr que este mundo “mejor” se convierta en el marco histórico-cultural para el reinado de Dios. Es el gran desafío para todo creyente y, especialmente, para el cristiano. El rostro humanizado del mundo se manifiesta en:
1º la verdad expresada en las relaciones sinceras, la comunicación transparente, el respeto a la fama y la exclusión de la mentira;
2º una vida digna para todos, especialmente para los más desfavorecidos, fruto de la valoración integral de la persona y de la aceptación del plan de Dios. Estos criterios constituyen el fundamento para rechazar el homicidio, el aborto, la eutanasia y la tortura;
3º la justicia social aplicada con fidelidad a los derechos humanos y subordinada al bien común. Debe regir la equidad en las relaciones interpersonales, las estructuras socioeconómicas, el uso de los bienes, el trabajo y la propiedad. Para evitar la injusticia y superar los conflictos se impone, además, el respeto mutuo y la solidaridad corresponsable según posibilidades;
4º la libertad política ejercida con igualdad de oportunidad para todos. Que sea efectivo el dinamismo socio-político para conseguir la liberación de toda opresión;
5º la paz, fruto de la justicia y expresión de la caridad, esté fuera del alcance de los orgullos nacionales y nacionalistas, de la agresividad y del desorden personal que conducen a la división, la violencia y la guerra
6º la fraternidad que aspire al amor entre todos y excluya toda clase de egoísmos.
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