Familia católica sin comunión eclesial
Uno de los desafíos más grandes que tiene planteada la Iglesia en el siglo XXI, (especialmente en algunos países europeos), es un porcentaje alarmante de los bautizados que dejan de sentirse católicos. Más aún, sostienen respuestas y criterios falsos contrarios a su identidad. Algunos, hasta les da vergüenza confesar que son católicos.
Tenemos presente la tipología de la familia, expuesta en un artículo anterior. Por razón de la fe, la familia de bautizados puede ser, familia de creyentes o con miembros indiferentes o ateos. Según sea la práctica religiosa, familia practicante o alejada de la Iglesia. Y por el vínculo de comunión-fidelidad, familia fiel, en comunión o sin comunión eclesial. Con razón se puede afirmar que sin comunión eclesial en todos los miembros, no existe una comunidad familiar católica “perfecta” (completa) aunque todos sus miembros hayan sido bautizados en la Iglesia.
Es muy importante para la Evangelización saber la existencia de fe en los bautizados dentro de la Iglesia católica. El mensaje cristiano sobre la familia es el mismo, pero la difusión y recepción depende de la fe. Es muy diferente dirigirse a una familia de creyentes que a otra de indiferentes ante la religión. O intentar motivar a una comunidad familiar practicante que a otra alejada de la Iglesia. O dialogar con católicos convencidos que con otros que por x razones se mantienen separados de la Iglesia viviendo sin comunión.
Familia de creyentes y practicantes Todos sus miembros se confiesan creyentes y respetuosos con la Iglesia. En la convivencia no existe conflicto alguno por motivos religiosos. ¿Porcentaje? Teniendo presente el número de católicos que de ordinario asisten a la misa dominical, en España, no llegan ni al 15% de estas familias creyentes y practicantes aunque más del 70% de sus miembros hayan recibido el bautismo y hasta la primera comunión.
En esta modalidad de familia cristiana destaca el testimonio de la caridad y la fidelidad de las personas mayores, especialmente madres y abuelas, piadosas y practicantes. Ellas afirman que muchos de los momentos felices de su vida giran en torno a la vivencia religiosa. Y necesitan la fe para una vida feliz, o menos desafortunada. La misma fe les ayuda para cumplir las exigencias como personas y como miembros de familia.
Familia practicante o alejada.
La asistencia a los cultos religiosos (especialmente a la misa dominical), identifica a las familias como practicantes o como alejadas de la Iglesia católica
Familia practicante De ordinario, aunque no siempre, padres o hijos asisten a misa y mantienen alguna vinculación con su parroquia. En ocasiones, siguen las prácticas religiosas tradicionales. Y es frecuente que algún miembro, o varios, pertenezcan a las asociaciones apostólicas, de oración, o alguna cofradía en semana santa. O, lo que es más difícil, que surja alguna vocación para la vida sacerdotal o religiosa. La abuela se distingue por sus muchas devociones y por la asistencia diaria a la misa.
La felicidad de la familia practicante dependerá de la presencia-ausencia de los conflictos, y de la menor o mayor protección sociopolítica. Desde luego que la religiosidad coherente es un factor positivo para la felicidad. Y la asistencia al culto ayuda a la madurez espiritual y cristiana. Pero no conviene reducir la práctica religiosa a la misa. Muchos jóvenes prefieren vivir su fe “por libre” y oran con frecuencia aunque no asistan a la misa dominical.
Familias católicas pero alejadas de la Iglesia.
Es comprensible que, en principio, las familias de personas indiferentes ante Dios, estén alejadas de la Iglesia: abuelos, padres e hijos no mantienen contacto con la parroquia. Como es cierto que algún miembro de esta modalidad familiar afirme que, sí, que él es católico pero no practicante y “no va a Misa”. Él vive por libre su fe y sus relaciones con Dios. Su presencia en la iglesia es por obligación social o tradicional. Tampoco es raro que en esta familia dividida por la práctica religiosa, la abuela o la madre asistan frecuentemente a Misa. Y que exista algún que otro conflicto por el precepto de la misa o por alguna que otra conducta moral desaprobada por los mayores.
No faltan abuelos que siguen como practicantes y se consuelan porque sus hijos “son muy buenos, muy honrados y que a ellos los quieren mucho”. Pero e su interior les duele la frialdad espiritual y se sienten fracasados al recordar la práctica religiosa que impartieron, compartieron y facilitaron a los hijos en colegios religiosos.
Por la comunión eclesial: familia fiel o con problemas
Familia fiel y en comunión En esta modalidad de familia, abuelos, hijos y nietos, han recibido el sacramento del bautismo, la confirmación y el matrimonio; aceptan la doctrina de la Iglesia sobre la vida moral en general, y en particular sobre la indisolubilidad y la vida sexual en el matrimonio. Es una familia fiel y en comunión.
Familias sin comunión eclesial
Carecen de fidelidad-comunión eclesial las parejas que deciden vivir sin el sacramento del matrimonio o que rehúsan bautizar a los hijos. También las parejas de divorciados vueltos a casar. Se sienten fuera de la Iglesia por no poder comulgar. También viven sin la debida comunión eclesial quienes practican o defienden el aborto, o rechazan la doctrina de la Iglesia sobre anticonceptivos. Mayor problemática especial existe en los grupos familiares con algún miembro homosexual. Los problemas religiosos y eclesiales repercuten fuertemente en los abuelos, especialmente cuando su mentalidad es muy radical.
Obstáculos
Los criterios deficientes sobre la Iglesia
Falla la comunión eclesial porque se desconoce lo que es la Iglesia o porque se mutila su realidad.
Un porcentaje de católicos desconoce lo que es la Iglesia. ¡Y no se ama lo que no se conoce! No hay comunión si antes no existió una doctrina sobre las mutuas relaciones entre la familia y la Iglesia. Nada se arriesga cuando no se aprecian las ventajas. Y para una gran mayoría de familias faltó instrucción sobre su dignidad eclesial y la solidaridad que tiene con otras familias y con los Pastores.
Otro porcentaje alimenta falsas ideas. Muchos católicos sobre la Iglesia no tienen sino ideas falsas preconcebidas. Se consideran cristianos (¿católicos también?) pero anticlericales y antieclesiales:
-”la Iglesia es la Jerarquía que se aprovecha de nosotros los fieles”;
-”en la Iglesia reina el poder lleno de riquezas y al margen de los pobres”;
-”el Magisterio de la Iglesia enseña una doctrina conservadora, impropia de nuestro tiempo, sobre el divorcio, los anticonceptivos, el aborto, la moral conyugal, y la misma justicia social...”;
-”los curas y obispos son los que tienen que resolver los problemas de la Iglesia, a nosotros sólo nos toca el obedecer”.;
Y otros que afirman claramente: “Cristo, sí, pero curas, no”. Rechazan toda vinculación con la Iglesia jerárquica;
Las respuestas La actitud rebelde, contestataria, que critica el “autoritarismo” jerárquico, la poca participación del laico en la marcha de la Iglesia, la disciplina canónica eclesial que considera desfasada; la opción de la Iglesia por la riqueza y el poder; todo lo cual le lleva a no “sentirse miembro” de esta Iglesia “infiel al Evangelio”. Esta respuesta rebelde exige un ministerio sacerdotal pluralista (para la mujer, para los casados), la opción coherente por los pobres con la aceptación del marxismo y de la violencia); la libertad intelectual en la formulación de la fe y de la conducta (secularismo, ética de situación, ecumenismo sin fronteras, supresión de la legislación que coarte la conciencia).
La aceptación parcial del Magisterio. Sin escrúpulo alguno, muchos toman de la Iglesia lo que le conviene y pacíficamente rechazan los aspectos que le molestan (de la moral y de la disciplina); viven un catolicismo sincretista y oportuno. De hecho fabrican una iglesia “a la carta”. Son los católicos que se creen “más papistas que el Papa”. Entre ellos está el tipo fariseo, muy ortodoxo, pero carente de amor y humildad; muy fiel a sus prácticas religiosas pero alejado del Evangelio; a veces está apegado a la tradición de tal manera que hasta niega consignas del Vaticano II o de sus obispos, a quienes considera muy progresistas.
La actitud subjetivista. “Yo me las entiendo directamente con Dios”;
-”para mis problemas morales la Iglesia no tiene por qué darme lecciones ni asustarme con el infierno”;
-”yo no tengo tiempo ni dinero para colaborar con los problemas de la Iglesia”.
El alejamiento de la práctica religiosa. Como es la no participación en la Misa, la confesión, o la recepción del matrimonio sacramento.
La familia encuentra muchos obstáculos para ser una “familia perfecta”. Los próximos artículos propondrán el camino a seguir para que la familia pueda ser humana y cristiana, familia perfecta.
Tenemos presente la tipología de la familia, expuesta en un artículo anterior. Por razón de la fe, la familia de bautizados puede ser, familia de creyentes o con miembros indiferentes o ateos. Según sea la práctica religiosa, familia practicante o alejada de la Iglesia. Y por el vínculo de comunión-fidelidad, familia fiel, en comunión o sin comunión eclesial. Con razón se puede afirmar que sin comunión eclesial en todos los miembros, no existe una comunidad familiar católica “perfecta” (completa) aunque todos sus miembros hayan sido bautizados en la Iglesia.
Es muy importante para la Evangelización saber la existencia de fe en los bautizados dentro de la Iglesia católica. El mensaje cristiano sobre la familia es el mismo, pero la difusión y recepción depende de la fe. Es muy diferente dirigirse a una familia de creyentes que a otra de indiferentes ante la religión. O intentar motivar a una comunidad familiar practicante que a otra alejada de la Iglesia. O dialogar con católicos convencidos que con otros que por x razones se mantienen separados de la Iglesia viviendo sin comunión.
Familia de creyentes y practicantes Todos sus miembros se confiesan creyentes y respetuosos con la Iglesia. En la convivencia no existe conflicto alguno por motivos religiosos. ¿Porcentaje? Teniendo presente el número de católicos que de ordinario asisten a la misa dominical, en España, no llegan ni al 15% de estas familias creyentes y practicantes aunque más del 70% de sus miembros hayan recibido el bautismo y hasta la primera comunión.
En esta modalidad de familia cristiana destaca el testimonio de la caridad y la fidelidad de las personas mayores, especialmente madres y abuelas, piadosas y practicantes. Ellas afirman que muchos de los momentos felices de su vida giran en torno a la vivencia religiosa. Y necesitan la fe para una vida feliz, o menos desafortunada. La misma fe les ayuda para cumplir las exigencias como personas y como miembros de familia.
Familia practicante o alejada.
La asistencia a los cultos religiosos (especialmente a la misa dominical), identifica a las familias como practicantes o como alejadas de la Iglesia católica
Familia practicante De ordinario, aunque no siempre, padres o hijos asisten a misa y mantienen alguna vinculación con su parroquia. En ocasiones, siguen las prácticas religiosas tradicionales. Y es frecuente que algún miembro, o varios, pertenezcan a las asociaciones apostólicas, de oración, o alguna cofradía en semana santa. O, lo que es más difícil, que surja alguna vocación para la vida sacerdotal o religiosa. La abuela se distingue por sus muchas devociones y por la asistencia diaria a la misa.
La felicidad de la familia practicante dependerá de la presencia-ausencia de los conflictos, y de la menor o mayor protección sociopolítica. Desde luego que la religiosidad coherente es un factor positivo para la felicidad. Y la asistencia al culto ayuda a la madurez espiritual y cristiana. Pero no conviene reducir la práctica religiosa a la misa. Muchos jóvenes prefieren vivir su fe “por libre” y oran con frecuencia aunque no asistan a la misa dominical.
Familias católicas pero alejadas de la Iglesia.
Es comprensible que, en principio, las familias de personas indiferentes ante Dios, estén alejadas de la Iglesia: abuelos, padres e hijos no mantienen contacto con la parroquia. Como es cierto que algún miembro de esta modalidad familiar afirme que, sí, que él es católico pero no practicante y “no va a Misa”. Él vive por libre su fe y sus relaciones con Dios. Su presencia en la iglesia es por obligación social o tradicional. Tampoco es raro que en esta familia dividida por la práctica religiosa, la abuela o la madre asistan frecuentemente a Misa. Y que exista algún que otro conflicto por el precepto de la misa o por alguna que otra conducta moral desaprobada por los mayores.
No faltan abuelos que siguen como practicantes y se consuelan porque sus hijos “son muy buenos, muy honrados y que a ellos los quieren mucho”. Pero e su interior les duele la frialdad espiritual y se sienten fracasados al recordar la práctica religiosa que impartieron, compartieron y facilitaron a los hijos en colegios religiosos.
Por la comunión eclesial: familia fiel o con problemas
Familia fiel y en comunión En esta modalidad de familia, abuelos, hijos y nietos, han recibido el sacramento del bautismo, la confirmación y el matrimonio; aceptan la doctrina de la Iglesia sobre la vida moral en general, y en particular sobre la indisolubilidad y la vida sexual en el matrimonio. Es una familia fiel y en comunión.
Familias sin comunión eclesial
Carecen de fidelidad-comunión eclesial las parejas que deciden vivir sin el sacramento del matrimonio o que rehúsan bautizar a los hijos. También las parejas de divorciados vueltos a casar. Se sienten fuera de la Iglesia por no poder comulgar. También viven sin la debida comunión eclesial quienes practican o defienden el aborto, o rechazan la doctrina de la Iglesia sobre anticonceptivos. Mayor problemática especial existe en los grupos familiares con algún miembro homosexual. Los problemas religiosos y eclesiales repercuten fuertemente en los abuelos, especialmente cuando su mentalidad es muy radical.
Obstáculos
Los criterios deficientes sobre la Iglesia
Falla la comunión eclesial porque se desconoce lo que es la Iglesia o porque se mutila su realidad.
Un porcentaje de católicos desconoce lo que es la Iglesia. ¡Y no se ama lo que no se conoce! No hay comunión si antes no existió una doctrina sobre las mutuas relaciones entre la familia y la Iglesia. Nada se arriesga cuando no se aprecian las ventajas. Y para una gran mayoría de familias faltó instrucción sobre su dignidad eclesial y la solidaridad que tiene con otras familias y con los Pastores.
Otro porcentaje alimenta falsas ideas. Muchos católicos sobre la Iglesia no tienen sino ideas falsas preconcebidas. Se consideran cristianos (¿católicos también?) pero anticlericales y antieclesiales:
-”la Iglesia es la Jerarquía que se aprovecha de nosotros los fieles”;
-”en la Iglesia reina el poder lleno de riquezas y al margen de los pobres”;
-”el Magisterio de la Iglesia enseña una doctrina conservadora, impropia de nuestro tiempo, sobre el divorcio, los anticonceptivos, el aborto, la moral conyugal, y la misma justicia social...”;
-”los curas y obispos son los que tienen que resolver los problemas de la Iglesia, a nosotros sólo nos toca el obedecer”.;
Y otros que afirman claramente: “Cristo, sí, pero curas, no”. Rechazan toda vinculación con la Iglesia jerárquica;
Las respuestas La actitud rebelde, contestataria, que critica el “autoritarismo” jerárquico, la poca participación del laico en la marcha de la Iglesia, la disciplina canónica eclesial que considera desfasada; la opción de la Iglesia por la riqueza y el poder; todo lo cual le lleva a no “sentirse miembro” de esta Iglesia “infiel al Evangelio”. Esta respuesta rebelde exige un ministerio sacerdotal pluralista (para la mujer, para los casados), la opción coherente por los pobres con la aceptación del marxismo y de la violencia); la libertad intelectual en la formulación de la fe y de la conducta (secularismo, ética de situación, ecumenismo sin fronteras, supresión de la legislación que coarte la conciencia).
La aceptación parcial del Magisterio. Sin escrúpulo alguno, muchos toman de la Iglesia lo que le conviene y pacíficamente rechazan los aspectos que le molestan (de la moral y de la disciplina); viven un catolicismo sincretista y oportuno. De hecho fabrican una iglesia “a la carta”. Son los católicos que se creen “más papistas que el Papa”. Entre ellos está el tipo fariseo, muy ortodoxo, pero carente de amor y humildad; muy fiel a sus prácticas religiosas pero alejado del Evangelio; a veces está apegado a la tradición de tal manera que hasta niega consignas del Vaticano II o de sus obispos, a quienes considera muy progresistas.
La actitud subjetivista. “Yo me las entiendo directamente con Dios”;
-”para mis problemas morales la Iglesia no tiene por qué darme lecciones ni asustarme con el infierno”;
-”yo no tengo tiempo ni dinero para colaborar con los problemas de la Iglesia”.
El alejamiento de la práctica religiosa. Como es la no participación en la Misa, la confesión, o la recepción del matrimonio sacramento.
La familia encuentra muchos obstáculos para ser una “familia perfecta”. Los próximos artículos propondrán el camino a seguir para que la familia pueda ser humana y cristiana, familia perfecta.