¿Pueden relacionarse los pacíficos con los violentos?
El reino de Dios es de paz y sus miembros están comprometidos, como protagonistas pacíficos, en la realización de los derechos humanos. Pero los pacíficos viven con frecuencia inmersos en estructuras sociales de violencia y con dirigentes violentos, enemigos de la libertad, y, por lo tanto, de la paz. Los discípulos de Jesús tienen que construir la paz, don personal y comunitario, no solamente en su interior y en situaciones sociales ordinarias, sino en legítima oposición a la violencia y a los violentos. ¿Cómo hacerlo? Cristo, príncipe de la paz tuvo que relacionarse con la violencia y los violentos hasta dar su vida para conseguir la paz y la reconciliación. Posteriormente, dentro y fuera del cristianismo, muchas personas lucharon por la paz con respuestas diferentes. Son los testimonios de Gandhi, Luter Kung, Nelson Mandela y la Madre Teresa de Calcuta, entre otros.
Cristo, príncipe de la paz
La vida y obra de Cristo estuvieron orientadas a dar la paz al hombre de buena voluntad y como. anticipo en la tierra de lo que será la vida eterna (Jn 16,33; Rom 14,17). El “Príncipe de la paz” manifestó serenidad, por ejemplo, cuando iba a ser despeñado en Nazaret, en la respuesta a los sacerdotes y escribas que se indignaron por su entrada triunfal en Jerusalén. El buen Pastor, dio la paz a los discípulos y al despedirse en la cena les dejó su mensaje: “mi paz os dejo, mi paz os doy: no os la doy como la da el mundo” (Jn 14,27).
Sereno y con mansedumbre.
En el prendimiento, Jesús corrige a Pedro que reacciona con violencia. También a los hijos del trueno por su reacción contra Samaria por no querer recibirle (Lc 9,53-56). Él por su parte trató a los enemigos de modo cordial cuando se deja besar por el discípulo que le traiciona, se entrega pacíficamente a la cohorte y responde con dominio al que le da una bofetada. Especial autoridad tiene el Maestro al enseñar que son bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra; los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Y bienaventurados los pacíficos porque de ellos es el reino de los Cielos (Mt 5, 6.7.9).
Las obras de la paz.
De manera indirecta, Cristo siembra la paz con sus obras de amor, con los milagros para favorecer a los necesitados o atribulados, con la doctrina para una conviencia pacífica y, sobre todo, con su testimonio de compasión con todos y de amor a los enemigos (Mt 26,50). ¿De dónde procedía su actitud de paz y amor? Además de la condición divina de su Persona, el secreto radicaba en el amor a Dios Padre, alimentado por la oración y la la confianza (Mt 26,43; Jn 16,32).
Conquistó la paz:
El pecado es vencido en él y por él. Jesús, con su muerte y resurrección, ha proyectado las bases de una paz nueva que supera la ruptura de los hombres con Dios y entre sí; Cristo ha matado en su carne la enemistad entre Dios y el hombre: él ha unido en un mismo pueblo a los que estaban cerca y a los lejanos (Ef 2,14-17;Col 1,20). El Maestro de la verdad condenó duramente la hipocresía de los fariseos; el Justo defendió a la persona concreta frente a normas, el Profeta se opuso y hasta desobedeció determinadas tradiciones conservadoras, el Redentor declaró su identidad y misión. Jesús de Nazaret sufrió la persecución de las autoridades que le sentenciaron a morir en la cruz. El Príncipe de la paz fue víctima de la violencia a manos de los violentos.
Es el rey de paz
Así lo anunciaron los ángeles en su nacimiento (Lc 2,14). En la boca del rey pacífico, los deseos de paz terrena se convierten en un anuncio de salvación como sucedió con la hemorroisa (Lc 8,48). Jesús da la paz y la salud cuando predica (Lc 10,5-9). Con su ejemplo y enseñanza, el Señor vino a restablecer la paz entre los hombres para que sean hermanos entre sí. Ahora bien, la paz de Jesús no es como la del mundo, es la paz de los fuertes que provoca violencia y engendra división (Lc 12,51).
¿Y la actitud de Jesús ante la violencia y ante los violentos?
Aunque paciente y humilde (Mt 11,29), Jesús actuó en ocasiones de modo fuerte (¿violento?), pero con justicia, para defender la verdad, la auténtica religión y el honor de Dios. Así sucedió en la expulsión de los mercaderes del templo y en la denuncia que hizo de los fariseos (Mt 23,ls; Lc 19,45-46). Pero la actitud ordinaria de Jesús fue de paz, concordia, evitando toda violencia (Mt 5,23-26; 18,15-17). Todo el mensaje de Jesús está sellado por e! amor. Él no quiere ser rey ni cree en el poder de la espada, no se resiste a que le tomen preso y perdona a sus enemigos (Mt 12,19-20; Jn 6,15; Mt 26,52; Jn 14,4-11). Sin embargo, el Salvador, a lo largo de su vida y en especial durante la pasión, fue víctima de toda clase de violencia y de torturas hasta el suplicio de la cruz. Ahora bien, su lucha por la paz, su muerte redentora en la cruz con el triunfo de la resurrección, han sido las motivaciones decisivas para los cristianos que llevaron el Evangelio de la paz en su oposición a la violencia y a las relaciones con los violentos.
Rasgos comunes de los pacíficos ante la violencia y los violentos Gandhi, King, Mandela y Teresa de Calcuta, las cuatro personas pacíficas y pacificadoras elegidas, poseían personalidades totalmente diferentes pero estaban unidas por objetivos comunes, la relación yo-tú estaba caracterizada por la violencia, compartían motivaciones muy parecidas y les unía una fuerza interior común humana o divina.
Qué pretendían El objetivo común de estos protagonistas consistía en superar la violencia restaurando la justicia. Ellos lucharon para que la utopía de la paz fuera una realidad. Sus esfuerzos iban dirigidos para que la vida se impusiera a la muerte, la libertad a la opresión, la justicia a las desigualdades, la paz a la opresión, el diálogo a la dictadura, la reconciliación a la división, el perdón al odio, el bien nacional e internacional al egoísmo de un grupo.
Con quienes se tenían que relacionar
Se enfrentaron a los enemigos de la justicia, la libertad y la paz. Porque si la paz se entiende como un estado de tranquilidad, orden, sosiego, buena convivencia, unión, concordia, armonía, quietud, etc.; los defensores de los derechos humanos vivieron en una situación de conflictos, discriminaciones, pobreza extrema, agitaciones, disturbios, disensiones, riñas, peleas, pleitos,. la inseguridad, desunión y desorden.
Si la paz pide un trato justo sin ofensas, expresarse con libertad, sentirse aceptado, apreciado y amado, gozar de los derechos humanos más elementales, ellos, los amantes de una vida digna, sufrieron al comprobar cómo sus hermanos (o conciudadanos) no gozaban de un trato digno debido a la opresión, desigualdad, discriminación o desamparao en la enfemedad y en la pobreza. Los mismos protagonistas de la liberación sufrieron la violencia como acción injusta contra su libertad. La situación estructural de opresión propició la reacción violenta subversiva, sofocada por la autoridad con medios violentos. Sin embargo, nuestros protagonistas optaron por la no-violencia.
Qué les motivaba para enfrentarse a la “violencia de los violentos” Fundamentalmente, restablecer una vida digna para las personas de su Nación. Motivación básica que se manifestaba en el deseo de la realización de los derechos humanos relacionados con la justicia, la libertad, la vida-salud, la paz y la fraternidad-amor. Desde la ética, las motivaciones para vivir en paz personal y fraterna brotaron de los valores que este don encierra y de la fuerza que otorga para superar los obstáculos que encuentra. Y junto a las motivaciones humanas, están las religiosas, el influjo de la Palabra de Dios en general y del testimonio de Jesucristo en particular.
Cuáles fueron los recursos que emplearon
Al emprender su lucha contra la injusticia, la discriminación, el hambre o el desamparo del enfermo, eran conscientes del precio que tenían que pagar y las virtudes que eran necesario practicar. Eligieron el camino de la no-violencia pero no renunciaron a respuesta firmes realizadas con respeto, diálogo y amor. Ellos personalmente, cada uno según su personalidad, respondieron con energía de carácter que capacitaba la voluntad para no desistir ante el peligro, la adversidad o las dificultades de cualquier nivel.. Con mayor o menor éxito armonizaron el valor con la prudencia, la comprensión con la humildad, la protesta con el mínimo de heridas, el perdón y el olvido, el deseo de la paz con el espíritu franciscano de quien reza “Señor, hazme instrumento de tu paz”. En un caso, madre Teresa, el gran recurso fue la práctica de las «obras de misericordia». En todos, el espíritu de reconciliación, el perdón y amor a los enemigos
Queda un interrogante: ¿cómo respondieron a la violencia Gandhi, King, Mandela y Teresa de Calcuta? Tema del próximo artículo
Cristo, príncipe de la paz
La vida y obra de Cristo estuvieron orientadas a dar la paz al hombre de buena voluntad y como. anticipo en la tierra de lo que será la vida eterna (Jn 16,33; Rom 14,17). El “Príncipe de la paz” manifestó serenidad, por ejemplo, cuando iba a ser despeñado en Nazaret, en la respuesta a los sacerdotes y escribas que se indignaron por su entrada triunfal en Jerusalén. El buen Pastor, dio la paz a los discípulos y al despedirse en la cena les dejó su mensaje: “mi paz os dejo, mi paz os doy: no os la doy como la da el mundo” (Jn 14,27).
Sereno y con mansedumbre.
En el prendimiento, Jesús corrige a Pedro que reacciona con violencia. También a los hijos del trueno por su reacción contra Samaria por no querer recibirle (Lc 9,53-56). Él por su parte trató a los enemigos de modo cordial cuando se deja besar por el discípulo que le traiciona, se entrega pacíficamente a la cohorte y responde con dominio al que le da una bofetada. Especial autoridad tiene el Maestro al enseñar que son bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra; los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Y bienaventurados los pacíficos porque de ellos es el reino de los Cielos (Mt 5, 6.7.9).
Las obras de la paz.
De manera indirecta, Cristo siembra la paz con sus obras de amor, con los milagros para favorecer a los necesitados o atribulados, con la doctrina para una conviencia pacífica y, sobre todo, con su testimonio de compasión con todos y de amor a los enemigos (Mt 26,50). ¿De dónde procedía su actitud de paz y amor? Además de la condición divina de su Persona, el secreto radicaba en el amor a Dios Padre, alimentado por la oración y la la confianza (Mt 26,43; Jn 16,32).
Conquistó la paz:
El pecado es vencido en él y por él. Jesús, con su muerte y resurrección, ha proyectado las bases de una paz nueva que supera la ruptura de los hombres con Dios y entre sí; Cristo ha matado en su carne la enemistad entre Dios y el hombre: él ha unido en un mismo pueblo a los que estaban cerca y a los lejanos (Ef 2,14-17;Col 1,20). El Maestro de la verdad condenó duramente la hipocresía de los fariseos; el Justo defendió a la persona concreta frente a normas, el Profeta se opuso y hasta desobedeció determinadas tradiciones conservadoras, el Redentor declaró su identidad y misión. Jesús de Nazaret sufrió la persecución de las autoridades que le sentenciaron a morir en la cruz. El Príncipe de la paz fue víctima de la violencia a manos de los violentos.
Es el rey de paz
Así lo anunciaron los ángeles en su nacimiento (Lc 2,14). En la boca del rey pacífico, los deseos de paz terrena se convierten en un anuncio de salvación como sucedió con la hemorroisa (Lc 8,48). Jesús da la paz y la salud cuando predica (Lc 10,5-9). Con su ejemplo y enseñanza, el Señor vino a restablecer la paz entre los hombres para que sean hermanos entre sí. Ahora bien, la paz de Jesús no es como la del mundo, es la paz de los fuertes que provoca violencia y engendra división (Lc 12,51).
¿Y la actitud de Jesús ante la violencia y ante los violentos?
Aunque paciente y humilde (Mt 11,29), Jesús actuó en ocasiones de modo fuerte (¿violento?), pero con justicia, para defender la verdad, la auténtica religión y el honor de Dios. Así sucedió en la expulsión de los mercaderes del templo y en la denuncia que hizo de los fariseos (Mt 23,ls; Lc 19,45-46). Pero la actitud ordinaria de Jesús fue de paz, concordia, evitando toda violencia (Mt 5,23-26; 18,15-17). Todo el mensaje de Jesús está sellado por e! amor. Él no quiere ser rey ni cree en el poder de la espada, no se resiste a que le tomen preso y perdona a sus enemigos (Mt 12,19-20; Jn 6,15; Mt 26,52; Jn 14,4-11). Sin embargo, el Salvador, a lo largo de su vida y en especial durante la pasión, fue víctima de toda clase de violencia y de torturas hasta el suplicio de la cruz. Ahora bien, su lucha por la paz, su muerte redentora en la cruz con el triunfo de la resurrección, han sido las motivaciones decisivas para los cristianos que llevaron el Evangelio de la paz en su oposición a la violencia y a las relaciones con los violentos.
Rasgos comunes de los pacíficos ante la violencia y los violentos Gandhi, King, Mandela y Teresa de Calcuta, las cuatro personas pacíficas y pacificadoras elegidas, poseían personalidades totalmente diferentes pero estaban unidas por objetivos comunes, la relación yo-tú estaba caracterizada por la violencia, compartían motivaciones muy parecidas y les unía una fuerza interior común humana o divina.
Qué pretendían El objetivo común de estos protagonistas consistía en superar la violencia restaurando la justicia. Ellos lucharon para que la utopía de la paz fuera una realidad. Sus esfuerzos iban dirigidos para que la vida se impusiera a la muerte, la libertad a la opresión, la justicia a las desigualdades, la paz a la opresión, el diálogo a la dictadura, la reconciliación a la división, el perdón al odio, el bien nacional e internacional al egoísmo de un grupo.
Con quienes se tenían que relacionar
Se enfrentaron a los enemigos de la justicia, la libertad y la paz. Porque si la paz se entiende como un estado de tranquilidad, orden, sosiego, buena convivencia, unión, concordia, armonía, quietud, etc.; los defensores de los derechos humanos vivieron en una situación de conflictos, discriminaciones, pobreza extrema, agitaciones, disturbios, disensiones, riñas, peleas, pleitos,. la inseguridad, desunión y desorden.
Si la paz pide un trato justo sin ofensas, expresarse con libertad, sentirse aceptado, apreciado y amado, gozar de los derechos humanos más elementales, ellos, los amantes de una vida digna, sufrieron al comprobar cómo sus hermanos (o conciudadanos) no gozaban de un trato digno debido a la opresión, desigualdad, discriminación o desamparao en la enfemedad y en la pobreza. Los mismos protagonistas de la liberación sufrieron la violencia como acción injusta contra su libertad. La situación estructural de opresión propició la reacción violenta subversiva, sofocada por la autoridad con medios violentos. Sin embargo, nuestros protagonistas optaron por la no-violencia.
Qué les motivaba para enfrentarse a la “violencia de los violentos” Fundamentalmente, restablecer una vida digna para las personas de su Nación. Motivación básica que se manifestaba en el deseo de la realización de los derechos humanos relacionados con la justicia, la libertad, la vida-salud, la paz y la fraternidad-amor. Desde la ética, las motivaciones para vivir en paz personal y fraterna brotaron de los valores que este don encierra y de la fuerza que otorga para superar los obstáculos que encuentra. Y junto a las motivaciones humanas, están las religiosas, el influjo de la Palabra de Dios en general y del testimonio de Jesucristo en particular.
Cuáles fueron los recursos que emplearon
Al emprender su lucha contra la injusticia, la discriminación, el hambre o el desamparo del enfermo, eran conscientes del precio que tenían que pagar y las virtudes que eran necesario practicar. Eligieron el camino de la no-violencia pero no renunciaron a respuesta firmes realizadas con respeto, diálogo y amor. Ellos personalmente, cada uno según su personalidad, respondieron con energía de carácter que capacitaba la voluntad para no desistir ante el peligro, la adversidad o las dificultades de cualquier nivel.. Con mayor o menor éxito armonizaron el valor con la prudencia, la comprensión con la humildad, la protesta con el mínimo de heridas, el perdón y el olvido, el deseo de la paz con el espíritu franciscano de quien reza “Señor, hazme instrumento de tu paz”. En un caso, madre Teresa, el gran recurso fue la práctica de las «obras de misericordia». En todos, el espíritu de reconciliación, el perdón y amor a los enemigos
Queda un interrogante: ¿cómo respondieron a la violencia Gandhi, King, Mandela y Teresa de Calcuta? Tema del próximo artículo