¿Y quién nos acompaña por el valle de la muerte según la Spe Salvi?
Para la Spe Salvi, el final de esta vida es como el valle de la muerte atravesado por tantos cristianos coherentes que siguieron los pasos de Cristo pastor e invocaron a la Virgen María, estrella del mar (6). Ellos, fortalecidos por la oración, son luces de esperanza como un San Agustín, que gracias a su esperanza se dedicó a la gente sencilla; el mártir Pablo Le-Bao-Thin († 1857) que transformó el sufrimiento mediante la fuerza de la esperanza; el Cardenal Nguyen Van Thuan fortalecido por la comunicación con Dios durante los trece años en la cárcel. Y también como santa Josefina Bakhita que también es modelo de lo que significa encontrar realmente a Dios, el verdadero Amo y Señor.
Con Cristo pastor por el valle de la muerte
Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza que siguienron a. Jesucristo, luz por antonomasia, sol que brilla y pastor que guía.
El verdadero pastor es Aquel que conoce también el camino que pasa por el valle de la muerte; Aquel que incluso por el camino de la última soledad, en el que nadie me puede acompañar, va conmigo guiándome para atravesarlo: Él mismo ha recorrido este camino, ha bajado al reino de la muerte, la ha vencido, y ha vuelto para acompañarnos ahora y darnos la certeza de que, con Él, se encuentra siempre un paso abierto. Saber que existe Aquel que me acompaña incluso en la muerte y que con su «vara y su cayado me sosiega», de modo que «nada temo» (cf. Sal 22,4), era la nueva « esperanza » que brotaba en la vida de los creyentes (6).
Con la intercesión de María, estrella de la esperanza La Iglesia saluda a María, la Madre de Dios, como «estrella del mar»: Ave maris stella. La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia (49).
Y ¿quién mejor que María podría ser para nosotros estrella de esperanza, Ella que con su «sí» abrió la puerta de nuestro mundo a Dios mismo? Ella que se convirtió en el Arca viviente de la Alianza, en la que Dios se hizo carne, se hizo uno de nosotros, plantó su tienda entre nosotros (cf. Jn 1,14)? (49).
La Enciclica Spe Salvi termina con la invocación a la Virgen y con esta súplica “por eso tú permaneces con los discípulos como madre suya, como Madre de la esperanza. Santa María, Madre de Dios, Madre nuestra, enséñanos a creer, esperar y amar contigo. Indícanos el camino hacia su reino. Estrella del mar, brilla sobre nosotros y guíanos en nuestro camino” (50).
Caminan los cristianos coherentes, luces de esperanza Ellos pudieron recorrer el gran camino del ser hombre, del mismo modo en que Cristo lo recorrió antes de nosotros, porque estaban repletos de la gran esperanza (39). Algunos ejemplos:
San Agustín, gracias a su esperanza, se dedicó a la gente sencilla y a su ciudad; renunció a su nobleza espiritual y predicó y actuó de manera sencilla para la gente sencilla.(29) (Consciente de que) Cristo murió por todos, (y que) vivir para Él significa dejarse moldear en su « ser-para » (28). Esto supuso para Agustín una vida totalmente nueva.(29)
El mártir vietnamita Pablo Le-Bao-Thin († 1857) resalta esta transformación del sufrimiento mediante la fuerza de la esperanza que proviene de la fe (37)
El Cardenal Nguyen Van Thuan nos ha dejado un precioso opúsculo: Oraciones de esperanza. Durante trece años en la cárcel, en una situación de desesperación aparentemente total, la escucha de Dios, el poder hablarle, fue para él una fuerza creciente de esperanza, que después de su liberación le permitió ser para los hombres de todo el mundo un testigo de la esperanza, esa gran esperanza que no se apaga ni siquiera en las noches de la soledad (32).
Y santa Bakhita. El ejemplo de una santa de nuestro tiempo puede en cierta medida ayudarnos a entender lo que significa encontrar por primera vez y realmente a este Dios. Me refiero a la africana Josefina Bakhita, canonizada por el Papa Juan Pablo II (3).
Fortalecidos por la oración Desde la tierra, el hombre protagonista y peregrino puede comunicarse con Dios, el de la vida eterna, mediante la oración que es encuentro y ocasión para saber esperar y desear. El diálogo con Dios es el lugar primero y esencial de aprendizaje de la esperanza. ¿Razones? ¿Modalidad?
Cuando ya nadie me escucha, Dios todavía me escucha. Cuando ya no puedo hablar con ninguno, ni invocar a nadie, siempre puedo hablar con Dios. Si ya no hay nadie que pueda ayudarme –cuando se trata de una necesidad o de una expectativa que supera la capacidad humana de esperar –, Él puede ayudarme Si me veo relegado a la extrema soledad...; el que reza nunca está totalmente solo (32).
Agustín define la oración como un ejercicio del deseo. Pero su corazón es demasiado pequeño para la gran realidad que se le entrega. Tiene que ser ensanchado. “Dios, retardando [su don], ensancha el deseo; con el deseo, ensancha el alma y, ensanchándola, la hace capaz [de su don]”» (33).
La oración como servicio por un mundo abierto a Dios
Así podemos hablar a Dios, y así Dios nos habla a nosotros. De este modo se realizan en nosotros las purificaciones, a través de las cuales llegamos a ser capaces de Dios e idóneos para servir a los hombres. Así nos hacemos capaces de la gran esperanza y nos convertimos en ministros de la esperanza para los demás (34)
El modo apropiado de orar es un proceso de purificación interior que nos hace capaces para Dios y, precisamente por eso, capaces también para los demás. (El creyente) no puede pedir cosas superficiales y banales que desea en ese momento, la pequeña esperanza equivocada que lo aleja de Dios (33).
(La oración) es esperanza activa, con la cual luchamos para que las cosas no acaben en un « final perverso ». Es también esperanza activa en el sentido de que mantenemos el mundo abierto a Dios. Sólo así permanece también como esperanza verdaderamente humana (34)
¿Qué sucede al caminante cuando pasa el valle de la muerte? Quien atraviesa con Cristo el valle de la muerte sufrirá el proceso previo a la salvación que consiste en el juicio y en el proceso de purificación. Tema del próximo artículo
Con Cristo pastor por el valle de la muerte
Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza que siguienron a. Jesucristo, luz por antonomasia, sol que brilla y pastor que guía.
El verdadero pastor es Aquel que conoce también el camino que pasa por el valle de la muerte; Aquel que incluso por el camino de la última soledad, en el que nadie me puede acompañar, va conmigo guiándome para atravesarlo: Él mismo ha recorrido este camino, ha bajado al reino de la muerte, la ha vencido, y ha vuelto para acompañarnos ahora y darnos la certeza de que, con Él, se encuentra siempre un paso abierto. Saber que existe Aquel que me acompaña incluso en la muerte y que con su «vara y su cayado me sosiega», de modo que «nada temo» (cf. Sal 22,4), era la nueva « esperanza » que brotaba en la vida de los creyentes (6).
Con la intercesión de María, estrella de la esperanza La Iglesia saluda a María, la Madre de Dios, como «estrella del mar»: Ave maris stella. La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia (49).
Y ¿quién mejor que María podría ser para nosotros estrella de esperanza, Ella que con su «sí» abrió la puerta de nuestro mundo a Dios mismo? Ella que se convirtió en el Arca viviente de la Alianza, en la que Dios se hizo carne, se hizo uno de nosotros, plantó su tienda entre nosotros (cf. Jn 1,14)? (49).
La Enciclica Spe Salvi termina con la invocación a la Virgen y con esta súplica “por eso tú permaneces con los discípulos como madre suya, como Madre de la esperanza. Santa María, Madre de Dios, Madre nuestra, enséñanos a creer, esperar y amar contigo. Indícanos el camino hacia su reino. Estrella del mar, brilla sobre nosotros y guíanos en nuestro camino” (50).
Caminan los cristianos coherentes, luces de esperanza Ellos pudieron recorrer el gran camino del ser hombre, del mismo modo en que Cristo lo recorrió antes de nosotros, porque estaban repletos de la gran esperanza (39). Algunos ejemplos:
San Agustín, gracias a su esperanza, se dedicó a la gente sencilla y a su ciudad; renunció a su nobleza espiritual y predicó y actuó de manera sencilla para la gente sencilla.(29) (Consciente de que) Cristo murió por todos, (y que) vivir para Él significa dejarse moldear en su « ser-para » (28). Esto supuso para Agustín una vida totalmente nueva.(29)
El mártir vietnamita Pablo Le-Bao-Thin († 1857) resalta esta transformación del sufrimiento mediante la fuerza de la esperanza que proviene de la fe (37)
El Cardenal Nguyen Van Thuan nos ha dejado un precioso opúsculo: Oraciones de esperanza. Durante trece años en la cárcel, en una situación de desesperación aparentemente total, la escucha de Dios, el poder hablarle, fue para él una fuerza creciente de esperanza, que después de su liberación le permitió ser para los hombres de todo el mundo un testigo de la esperanza, esa gran esperanza que no se apaga ni siquiera en las noches de la soledad (32).
Y santa Bakhita. El ejemplo de una santa de nuestro tiempo puede en cierta medida ayudarnos a entender lo que significa encontrar por primera vez y realmente a este Dios. Me refiero a la africana Josefina Bakhita, canonizada por el Papa Juan Pablo II (3).
Fortalecidos por la oración Desde la tierra, el hombre protagonista y peregrino puede comunicarse con Dios, el de la vida eterna, mediante la oración que es encuentro y ocasión para saber esperar y desear. El diálogo con Dios es el lugar primero y esencial de aprendizaje de la esperanza. ¿Razones? ¿Modalidad?
Cuando ya nadie me escucha, Dios todavía me escucha. Cuando ya no puedo hablar con ninguno, ni invocar a nadie, siempre puedo hablar con Dios. Si ya no hay nadie que pueda ayudarme –cuando se trata de una necesidad o de una expectativa que supera la capacidad humana de esperar –, Él puede ayudarme Si me veo relegado a la extrema soledad...; el que reza nunca está totalmente solo (32).
Agustín define la oración como un ejercicio del deseo. Pero su corazón es demasiado pequeño para la gran realidad que se le entrega. Tiene que ser ensanchado. “Dios, retardando [su don], ensancha el deseo; con el deseo, ensancha el alma y, ensanchándola, la hace capaz [de su don]”» (33).
La oración como servicio por un mundo abierto a Dios
Así podemos hablar a Dios, y así Dios nos habla a nosotros. De este modo se realizan en nosotros las purificaciones, a través de las cuales llegamos a ser capaces de Dios e idóneos para servir a los hombres. Así nos hacemos capaces de la gran esperanza y nos convertimos en ministros de la esperanza para los demás (34)
El modo apropiado de orar es un proceso de purificación interior que nos hace capaces para Dios y, precisamente por eso, capaces también para los demás. (El creyente) no puede pedir cosas superficiales y banales que desea en ese momento, la pequeña esperanza equivocada que lo aleja de Dios (33).
(La oración) es esperanza activa, con la cual luchamos para que las cosas no acaben en un « final perverso ». Es también esperanza activa en el sentido de que mantenemos el mundo abierto a Dios. Sólo así permanece también como esperanza verdaderamente humana (34)
¿Qué sucede al caminante cuando pasa el valle de la muerte? Quien atraviesa con Cristo el valle de la muerte sufrirá el proceso previo a la salvación que consiste en el juicio y en el proceso de purificación. Tema del próximo artículo