¿Quién admiró y quién siguió a Jesús? M. Domingo y Sol
Desde la fe, muchos han sido los cristianos coherentes que no solamente admiraron a Jesús sino que lo siguieron en su vida. Uno de ellos fue el Beato Manuel Domingo y Sol (mañana se cumplen 101 años de su muerte), sacerdote tortosino (1836-1909) del que se ha dicho: fue “uno de los sacerdotes que más han influido en el último siglo en la Iglesia española”. ¿Qué rasgos caracterizan al que vivió una fe dinámica, al “Santo apóstol de las vocaciones Sacerdotales” como le nombró Pablo VI en 1970 para toda la Iglesia universal? ¿Por qué admiramos al siervo de Dios Manuel Domingo y Sol, beatificado por Juan Pablo II en 1987? Varias son las razones
1ª. Fue en líder con una personalidad excepcional Sacerdote carismático fue Don Manuel que gozaba de una personalidad excepcional. Mosén Sol testimonió muchos valores y virtudes humanas; poseyó los rasgos del líder social; logró la difícil ecuación entre corazón, cabeza y vida, y manifestó una madurez humana sorprendente que la fe transformó en el “santo apóstol de las vocaciones sacerdotales”. "Difícilmente se encontrará quien tuviera una sola vez en su vida trato con nuestro don Manuel, que no quedara prendado de su persona...Todo en él era atrayente: su figura simpática y digna: su conversación deliciosa y a la vez edificante”. De “temperamento equilibrado, bondadoso, trabajador, infatigable, podemos decir que Don Manuel cultivó todas las virtudes por modo extraordinario"
2ª. Supo transmitir ilusiones y proyectos
Como líder y hombre de Dios supo transmitir sus ilusiones a muchas personas. Y así durante los primeros años de funcionamiento de sus Colegios de san José de vocaciones eclesiásticas, fue cayendo en la cuenta de que el hombre y sus obras pasan y los problemas permanecen. Pero él quería dar consistencia a su "Obra" e irradiar su actividad a otras diócesis de España y de Latinoamérica. A fin de perpetuar todas las tareas que llevaba entre manos, Dios le inspiró el 29 de enero de 1883 que fundase también una Institución de sacerdotes seculares: la “Hermandad de Sacerdotes Operarios del Corazón de Jesús”, declarada Instituto secular por su Santidad Pío XII. Y desde el 22 mayo de 2008 ha sido constituida como una Asociación clerical de Derecho Pontificio “para lograr -sus miembros- más fácilmente su santificación en medio del mundo y promover con mayor eficacia en las diócesis los intereses de la gloria de Dios”.
3ª. Acertó con la “clave” para la Iglesia de su tiempo
Comprendió que la formación de los futuros sacerdotes “es la llave de la cosecha” y que «entre todas las obras de celo no hay ninguna tan grande y de tanta gloria de Dios como contribuir a dar muchos y buenos sacerdotes a la Iglesia”. Por ello, desde febrero de 1873, con el encuentro con un seminarista pobre, Mosén Sol vio muy claro y para siempre que la clave de sus anhelos era “dar pan y cariño, ilusión sacerdotal y formación adecuada a los futuros sacerdotes”. Y a la tarea vocacional dedicó la mayoría de sus trabajos que fueron tan fructíferos que al morir dejó a los 75 operarios que componían la Hermandad 10 colegios de vocaciones, 18 seminarios, 2 templos de reparación y el Colegio Español de Roma. .
4ª. Trabajó con entusiasmo en varios apostolados
El sacerdote tortosino, Manuel Domingo, impulsado por una ambición santa, insatisfecho con los trabajos realizados pues ”quería llegar a todas partes” y aunar sus esfuerzos con otros sacerdotes, todos disponibles y desinteresados, para trabajar por la gloria de Dios donde fuera, y porque ”una ambición santa parecía que hubiera querido lanzarnos a todos los campos”. Y así desde sus primeros años de sacerdote, motivado por el reinado de Dios y el amor a Jesús sacramentado trabajó en diversos ambientes y tareas: jóvenes, pueblo fiel, religiosas, Adoración noctuna, en la prensa (un periódico y una revista) y en la comunicación epistolar: se conservan 4.630 cartas.
5ª. Estaba fascinado por Cristo en la Eucaristía
Don Manuel que exclamaba con gozo: “mi vida es Cristo, porque a él hemos consagrado nuestro cuerpo, alma, intereses, ambiciones, fuerzas, y cuanto tenemos”. Pero su amor a Cristo estaba dirigido hacia el sacramento de la eucaristía. En efecto, como seminarista y como sacerdote fue un ardiente enamorado de Jesús presente en este sacramento. Su amor era tal que centró su espiritualidad en la reparación al Corazón de Jesús, principalmente en la santísima Eucaristía. También su actividad vocacional y reparadora fue una manifestación de su “instintivo amor a Jesús sacramentado”. Y para superar dificultades el Beato Manuel Domingo aconsejaba una visita al Santísimo “que disipará nuestras dudas, calmará nuestra agitación y temores, devolverá la alegría y la paz”
6ª. Enseñó y vivió con radicalidad el Evangelio
Algunos textos como muestra.
Amor obediente. “La perfección consiste en cumplir la voluntad de Dios y con la mayor perfección que podamos en el ejercicio de nuestros ministerios, con constancia y docilidad”.
Pobreza absoluta. “Conociendo lo desprendido que debe estar el sacerdote de todas las cosas, y lo feo que resulta el ser interesado, además de no tener apego a nada, procuraré con el permiso de mi director, en las festividades principales, quedarme sin nada”.
Donación total al prójimo necesitado: “debemos practicar la caridad cuantas veces sea conveniente y, una vez convencidos de la necesidad, socorrerla, aunque para ello tengamos que vender la camisa”.
Indiferencia ante sí mismo. “Gracias a Dios no teníamos, aun antes de nuestra ordenación, ninguna mira humana, ni aún de ésas que son licitas en la carrera eclesiástica”.
7ª Suscitó mucha admiración
Como persona: “difícilmente se hallará un hombre más accesible, más amable, más llano, más sencillo… Su carácter era el de esos grandes hombres que aparecen de tarde en tarde en el mundo, que llevan en su corazón, escrito por el dedo de Dios. Rostro majestuoso, mirada serena, afable, tranquila, capaz de apaciguar las tempestades del espíritu; corazón grande, sensible, generoso, ardiente, caldeado siempre por intensa llama de amor divino” (Don José Solé, Obispo Auxiliar electo de Madrid)
Como hombre de Dios: :“el concepto que de Mosén Sol saqué, fue el de un alma entregada a Dios, poseída plenamente por Dios, llena de Dios… Por eso hablaba siempre de Dios, y eso con un agrado y facilidad encantadoras, sin esfuerzos, sin intermitencias. Se sentía a su lado la compañía de un hombre de Dios, que al mismo tiempo atraía y subyugaba, sin que pareciera que a su lado era posible ni la tristeza ni el pecado”. (El jesuita P. Meseguer)
1ª. Fue en líder con una personalidad excepcional Sacerdote carismático fue Don Manuel que gozaba de una personalidad excepcional. Mosén Sol testimonió muchos valores y virtudes humanas; poseyó los rasgos del líder social; logró la difícil ecuación entre corazón, cabeza y vida, y manifestó una madurez humana sorprendente que la fe transformó en el “santo apóstol de las vocaciones sacerdotales”. "Difícilmente se encontrará quien tuviera una sola vez en su vida trato con nuestro don Manuel, que no quedara prendado de su persona...Todo en él era atrayente: su figura simpática y digna: su conversación deliciosa y a la vez edificante”. De “temperamento equilibrado, bondadoso, trabajador, infatigable, podemos decir que Don Manuel cultivó todas las virtudes por modo extraordinario"
2ª. Supo transmitir ilusiones y proyectos
Como líder y hombre de Dios supo transmitir sus ilusiones a muchas personas. Y así durante los primeros años de funcionamiento de sus Colegios de san José de vocaciones eclesiásticas, fue cayendo en la cuenta de que el hombre y sus obras pasan y los problemas permanecen. Pero él quería dar consistencia a su "Obra" e irradiar su actividad a otras diócesis de España y de Latinoamérica. A fin de perpetuar todas las tareas que llevaba entre manos, Dios le inspiró el 29 de enero de 1883 que fundase también una Institución de sacerdotes seculares: la “Hermandad de Sacerdotes Operarios del Corazón de Jesús”, declarada Instituto secular por su Santidad Pío XII. Y desde el 22 mayo de 2008 ha sido constituida como una Asociación clerical de Derecho Pontificio “para lograr -sus miembros- más fácilmente su santificación en medio del mundo y promover con mayor eficacia en las diócesis los intereses de la gloria de Dios”.
3ª. Acertó con la “clave” para la Iglesia de su tiempo
Comprendió que la formación de los futuros sacerdotes “es la llave de la cosecha” y que «entre todas las obras de celo no hay ninguna tan grande y de tanta gloria de Dios como contribuir a dar muchos y buenos sacerdotes a la Iglesia”. Por ello, desde febrero de 1873, con el encuentro con un seminarista pobre, Mosén Sol vio muy claro y para siempre que la clave de sus anhelos era “dar pan y cariño, ilusión sacerdotal y formación adecuada a los futuros sacerdotes”. Y a la tarea vocacional dedicó la mayoría de sus trabajos que fueron tan fructíferos que al morir dejó a los 75 operarios que componían la Hermandad 10 colegios de vocaciones, 18 seminarios, 2 templos de reparación y el Colegio Español de Roma. .
4ª. Trabajó con entusiasmo en varios apostolados
El sacerdote tortosino, Manuel Domingo, impulsado por una ambición santa, insatisfecho con los trabajos realizados pues ”quería llegar a todas partes” y aunar sus esfuerzos con otros sacerdotes, todos disponibles y desinteresados, para trabajar por la gloria de Dios donde fuera, y porque ”una ambición santa parecía que hubiera querido lanzarnos a todos los campos”. Y así desde sus primeros años de sacerdote, motivado por el reinado de Dios y el amor a Jesús sacramentado trabajó en diversos ambientes y tareas: jóvenes, pueblo fiel, religiosas, Adoración noctuna, en la prensa (un periódico y una revista) y en la comunicación epistolar: se conservan 4.630 cartas.
5ª. Estaba fascinado por Cristo en la Eucaristía
Don Manuel que exclamaba con gozo: “mi vida es Cristo, porque a él hemos consagrado nuestro cuerpo, alma, intereses, ambiciones, fuerzas, y cuanto tenemos”. Pero su amor a Cristo estaba dirigido hacia el sacramento de la eucaristía. En efecto, como seminarista y como sacerdote fue un ardiente enamorado de Jesús presente en este sacramento. Su amor era tal que centró su espiritualidad en la reparación al Corazón de Jesús, principalmente en la santísima Eucaristía. También su actividad vocacional y reparadora fue una manifestación de su “instintivo amor a Jesús sacramentado”. Y para superar dificultades el Beato Manuel Domingo aconsejaba una visita al Santísimo “que disipará nuestras dudas, calmará nuestra agitación y temores, devolverá la alegría y la paz”
6ª. Enseñó y vivió con radicalidad el Evangelio
Algunos textos como muestra.
Amor obediente. “La perfección consiste en cumplir la voluntad de Dios y con la mayor perfección que podamos en el ejercicio de nuestros ministerios, con constancia y docilidad”.
Pobreza absoluta. “Conociendo lo desprendido que debe estar el sacerdote de todas las cosas, y lo feo que resulta el ser interesado, además de no tener apego a nada, procuraré con el permiso de mi director, en las festividades principales, quedarme sin nada”.
Donación total al prójimo necesitado: “debemos practicar la caridad cuantas veces sea conveniente y, una vez convencidos de la necesidad, socorrerla, aunque para ello tengamos que vender la camisa”.
Indiferencia ante sí mismo. “Gracias a Dios no teníamos, aun antes de nuestra ordenación, ninguna mira humana, ni aún de ésas que son licitas en la carrera eclesiástica”.
7ª Suscitó mucha admiración
Como persona: “difícilmente se hallará un hombre más accesible, más amable, más llano, más sencillo… Su carácter era el de esos grandes hombres que aparecen de tarde en tarde en el mundo, que llevan en su corazón, escrito por el dedo de Dios. Rostro majestuoso, mirada serena, afable, tranquila, capaz de apaciguar las tempestades del espíritu; corazón grande, sensible, generoso, ardiente, caldeado siempre por intensa llama de amor divino” (Don José Solé, Obispo Auxiliar electo de Madrid)
Como hombre de Dios: :“el concepto que de Mosén Sol saqué, fue el de un alma entregada a Dios, poseída plenamente por Dios, llena de Dios… Por eso hablaba siempre de Dios, y eso con un agrado y facilidad encantadoras, sin esfuerzos, sin intermitencias. Se sentía a su lado la compañía de un hombre de Dios, que al mismo tiempo atraía y subyugaba, sin que pareciera que a su lado era posible ni la tristeza ni el pecado”. (El jesuita P. Meseguer)