¿Es admisible un pluralismo cristiano en la sexualidad?
Ciero que la Iglesia puede y debe proponer la sexualidad desde la fe. Puede en nombre de la libertad religiosa que garantiza todo país democrático. Y debe porque la sexualidad es parte del mensaje moral cristiano: el sexto y el noveno mandamiento, el sacramento del matrimonio, la doctrina del NT sobre temas relacionados con la sexualidad. Además, la sexualidad, como otras dimensiones de la opción del cristiano, es interpretada y concretada por el Magisterio de la Iglesia.
No obstante preguntamos: ¿hasta qué punto es admisible un pluralismo cristiano en la moral sexual cristiana? La historia reciente nos habla de la diversidad de opiniones como expresión de la pluralidad eclesial. En la comunidad eclesial antes y después de la Humanae Vitae no todos aceptan los criterios del Magisterio sobre la sexualidad. Muchos cristianos y teólogos moralistas encuentran dificultades para armonizar la Moral tradicional con la moderna Antropología. Enumeramos algunas opiniones que fueron rechazadas de modo directo o indirecto en las citas que ofrecemos del Magisterio de la Iglesia,
El respeto, la sinceridad y el amor constituyen la norma de la conducta sexual. La regla moral no se encuentra ni en la naturaleza ni en la ley revelada. La única norma absoluta está en la caridad de quien sinceramente respeta al prójimo (cf GS 50 y 51; HV 13,14; PH 4).
A veces se puede justificar el quebranto de la naturaleza porque el bien de la familia o de la nación compensa el daño físico de la anticoncepción (HV 14).
Cualquier conflicto de valores justifica la opción por el mal menor. Un ejemplo: en situaciones conflictivas el mal menor de la esterilización o la píldora anticonceptiva es una solución que aplica el criterio tradicional del principio de doble efecto (HV 14).
El balance positivo de una conducta anula los factores negativos.
Una aplicación: el principio de totalidad anula el desorden biológico que puede ser relegado en el conjunto de una vida conyugal fecunda y de los bienes que reporta al amor y a la paz conyugal (HV 14).
Lo intrínsecamente inmoral no es gravemente pecaminoso.
Toda mentira es intrínsecamente inmoral, pero no por ello es pecado grave. Así, aunque determinada actividad sexual sea biológicamente inmoral, hay que buscar otros factores antropológicos para determinar su gravedad (HV 14, 11).
Si la rigidez de la normativa sexual se empleara en otros mandamientos ¿quién podría vivir en gracia?
La ética antropológica es más flexible que la biológica:
La moral fisicista (apoyada sólo en la biología) es consecuente al condenar el anticoncepcionismo; pero se debe preferir una moral que apoye una norma integral más complexiva, como sucede con la moral antropológica (GS 50 y 51; HV 11-14 ).
La conciencia tiene derecho a disentir del Magisterio Claro está que necesita actuar con determinadas condiciones. Y así puede justificar medios anticonceptivos no abortivos (GS 50 y 51, 16; HV 11 al 14).
Lo importante es ser fieles a la opción fundamental Por ejemplo: si en determinada falta periférica, (fruto de la pasión, que atenta a valores secundarios), no se cuestiona la opción fundamental, no existe pecado grave (PH 10).
Existe una ley gradual aplicable a cada situación.
Además de la gradualidad de la ley hay que admitir varios grados o formas de precepto de la ley divina que se acomodan a los diversos hombres y situaciones (FC 34).
A veces son lícitos los anticonceptivos no abortivos Sobre todo cuando se obra bajo control médico, se cumple con la paternidad responsable, se actúa sinceramente según la conciencia de los esposos para salvar valores mayores o evitar males mayores (HV 14; FC 32).
Lo que se permite para sanar el cuerpo también se debe permitirr para sanar la persona:
Es lo que sucede con los anovulatorios y la esterilización que son permitidos por razones terapéuticas somáticas. ¿No es superior el valor de la persona, de la pareja y de la misma familia?
Es bueno perfeccionar el dinamismo de la naturaleza Si es lícito utilizar los ritmos naturales que aprovecha el dinamismo sabio de la naturaleza, que hace infecunda a la mujer en determinados días (HV 16; FC 32), ¿por qué no es lícito también el uso de «la píldora», que refuerza y completa: el dinamismo no siempre procreador de la naturaleza?
La «Humanae Vitae es antropológicamente cuestionable ¿Razones? Porque subyace en ella un concepto biologístico de naturaleza opuesto a otro más personal. Además, prohíbe los métodos artificiales y propone el del ritmo, contrario a la naturaleza procreadora del acto porque separa lo procreativo de lo unitivo y se opone a la apetencia psicológica.
También convierte la intimidad conyugal en algo igualmente «artificial» porque no tiene en cuenta la intención no procreadora de la naturaleza en la mayoría de los días del ciclo femenino (A estas objeciones, dudas y cuestionamientos contestaron el Sínodo de 1980 sobre la familia y Juan Pablo II en la Familiaris Consortio y en innumerables discursos).
La respuesta a estos criterios e interrogantes está contenida en la exposición de la normativa según el Magisterio y en la calificación dada a cada método. Se trata de verdades a medias que por su carácter ambiguo y parcial pueden desorientar a quien le falte madurez cristiana para disentir del Magisterio.El próximo artículo concretará algunos criterios del Magisterios de la Iglesia.
No obstante preguntamos: ¿hasta qué punto es admisible un pluralismo cristiano en la moral sexual cristiana? La historia reciente nos habla de la diversidad de opiniones como expresión de la pluralidad eclesial. En la comunidad eclesial antes y después de la Humanae Vitae no todos aceptan los criterios del Magisterio sobre la sexualidad. Muchos cristianos y teólogos moralistas encuentran dificultades para armonizar la Moral tradicional con la moderna Antropología. Enumeramos algunas opiniones que fueron rechazadas de modo directo o indirecto en las citas que ofrecemos del Magisterio de la Iglesia,
El respeto, la sinceridad y el amor constituyen la norma de la conducta sexual. La regla moral no se encuentra ni en la naturaleza ni en la ley revelada. La única norma absoluta está en la caridad de quien sinceramente respeta al prójimo (cf GS 50 y 51; HV 13,14; PH 4).
A veces se puede justificar el quebranto de la naturaleza porque el bien de la familia o de la nación compensa el daño físico de la anticoncepción (HV 14).
Cualquier conflicto de valores justifica la opción por el mal menor. Un ejemplo: en situaciones conflictivas el mal menor de la esterilización o la píldora anticonceptiva es una solución que aplica el criterio tradicional del principio de doble efecto (HV 14).
El balance positivo de una conducta anula los factores negativos.
Una aplicación: el principio de totalidad anula el desorden biológico que puede ser relegado en el conjunto de una vida conyugal fecunda y de los bienes que reporta al amor y a la paz conyugal (HV 14).
Lo intrínsecamente inmoral no es gravemente pecaminoso.
Toda mentira es intrínsecamente inmoral, pero no por ello es pecado grave. Así, aunque determinada actividad sexual sea biológicamente inmoral, hay que buscar otros factores antropológicos para determinar su gravedad (HV 14, 11).
Si la rigidez de la normativa sexual se empleara en otros mandamientos ¿quién podría vivir en gracia?
La ética antropológica es más flexible que la biológica:
La moral fisicista (apoyada sólo en la biología) es consecuente al condenar el anticoncepcionismo; pero se debe preferir una moral que apoye una norma integral más complexiva, como sucede con la moral antropológica (GS 50 y 51; HV 11-14 ).
La conciencia tiene derecho a disentir del Magisterio Claro está que necesita actuar con determinadas condiciones. Y así puede justificar medios anticonceptivos no abortivos (GS 50 y 51, 16; HV 11 al 14).
Lo importante es ser fieles a la opción fundamental Por ejemplo: si en determinada falta periférica, (fruto de la pasión, que atenta a valores secundarios), no se cuestiona la opción fundamental, no existe pecado grave (PH 10).
Existe una ley gradual aplicable a cada situación.
Además de la gradualidad de la ley hay que admitir varios grados o formas de precepto de la ley divina que se acomodan a los diversos hombres y situaciones (FC 34).
A veces son lícitos los anticonceptivos no abortivos Sobre todo cuando se obra bajo control médico, se cumple con la paternidad responsable, se actúa sinceramente según la conciencia de los esposos para salvar valores mayores o evitar males mayores (HV 14; FC 32).
Lo que se permite para sanar el cuerpo también se debe permitirr para sanar la persona:
Es lo que sucede con los anovulatorios y la esterilización que son permitidos por razones terapéuticas somáticas. ¿No es superior el valor de la persona, de la pareja y de la misma familia?
Es bueno perfeccionar el dinamismo de la naturaleza Si es lícito utilizar los ritmos naturales que aprovecha el dinamismo sabio de la naturaleza, que hace infecunda a la mujer en determinados días (HV 16; FC 32), ¿por qué no es lícito también el uso de «la píldora», que refuerza y completa: el dinamismo no siempre procreador de la naturaleza?
La «Humanae Vitae es antropológicamente cuestionable ¿Razones? Porque subyace en ella un concepto biologístico de naturaleza opuesto a otro más personal. Además, prohíbe los métodos artificiales y propone el del ritmo, contrario a la naturaleza procreadora del acto porque separa lo procreativo de lo unitivo y se opone a la apetencia psicológica.
También convierte la intimidad conyugal en algo igualmente «artificial» porque no tiene en cuenta la intención no procreadora de la naturaleza en la mayoría de los días del ciclo femenino (A estas objeciones, dudas y cuestionamientos contestaron el Sínodo de 1980 sobre la familia y Juan Pablo II en la Familiaris Consortio y en innumerables discursos).
La respuesta a estos criterios e interrogantes está contenida en la exposición de la normativa según el Magisterio y en la calificación dada a cada método. Se trata de verdades a medias que por su carácter ambiguo y parcial pueden desorientar a quien le falte madurez cristiana para disentir del Magisterio.El próximo artículo concretará algunos criterios del Magisterios de la Iglesia.