¿Por qué, de niños cristianos, adultos paganos y ancianos practicantes?
Escuché en esta semana, en un foro de temas actuales, cómo un participante expresaba que él, sí, era creyente católico pero no practicante. Y añadió “como la mayoría de los españoles”. Lamentablemente la afirmación es cierta.
Constatamos un grave problema pastoral en España: los niños son bautizados, reciben la comunión y muchos hasta son confirmados. Pero de adultos, la gran mayoría, se alejan de la Iglesia aunque sean practicantes ocasionales. Se puede constatar cómo la gran mayoría de los que vienen a la Iglesia son personas “mayores”. Siempre existió este fenómeno religioso pero los porcentajes son alarmantes en las últimas décadas: cristianos de niños, adultos alejados de la Iglesia y practicantes pasados los 60 años. Este blog de Ser y vivir hoy constató el hecho y las causas en varios artículos. Ahora, a modo de resumen, algunos de los datos y criterios más significativos de una situación que preocupa al presente y mucho más al futuro de la Iglesia católica.
Los alejados de la Iglesia y de la fe cristiana
De un estudio sobre la juventud universitaria española, de la fundación BBVA (2007): el 78% ha sido educado en la fe católica pero sólo un 45% se considera católico; y un 9% es practicante; 47% confiesa que no tiene ninguna religión y el 57% opta por una ética relativista.
Desde mi experiencia y en números redondos, con el fundamento de varios estudios consultados, deduzco que en España no llega al 20 % de bautizados adultos con una fe practicante, algunos son niños pero la mayoría pasan de los 60 años; un 50 % manifiesta su fe en algunas ocasiones y de manera débil, escasa, y al margen de la Iglesia. El resto, un 30%, o mucho más, se mantiene en la indiferencia religiosa, en el agnosticismo o permanente en el ateísmo. Constatamos dos bloques: el de niños y mayores de 60 con un 20% y el de adultos entre los 18 y los 55 con el 80%.
Confusión en los criterios sobre la fe
A la fe ausente en la confesión y en la práctica religiosa, se unen los criterios que están al margen de la ortodoxia cristiana. Por ejemplo, enumeramos a los que sostienen la fe como un sentimiento religioso más, un refugio alienante, el opio del pueblo que agrada y da seguridad; un credo ritualista ocasional, la costumbre folklórica y tradicionalista de bautizos, bodas y primeras comuniones; el simple cumplimiento de prácticas piadosas o de unas normas cristianas de moralidad, o la religiosidad supersticiosa que comercia con Dios desde el intimismo egocéntrico; el miedo religioso que ve a Dios solamente como juez castigador, que fomenta exclusivamente el temor al infierno sin amor a Dios; una ideología social, política o moralizante, o a una dictadura intelectual que impone la Iglesia.
El fenómeno gravísimo de la indiferencia religiosa con la fe perdida o dormida. Es un rasgo del mundo occidental la sordera para lo religioso, un problema grave y complejo, pues Dios no interesa, no es valorado por el hombre que vive como si el Tú divino no existiera, no lo necesita para su vidas.
Perfil del creyente de la religión "light", del cristiano no practicante
Al creyente que no practica se le puede definir como la persona que tiene fe y se comunica individualmente con Dios pero sin prácticas religiosas institucionales. Más en concreto, esta persona creyente se tiene por católica, asiste alguna que otra vez asiste a los actos religiosos sociales-culturales pero queda definida como la que "no va a Misa ni se confiesa". Y cuando lo hace, normalmente, es para aprovecharse de los beneficios de la religión o de lo que Dios pueda otorgarle.
Es el creyente de la religión "light" que reduce la fe, la moral y el culto con criterio subjetivo, relativista en la conciencia y en la libertad, que posee escasa formación religiosa o pérdida de la que recibió. Muchos mantienen una situación conflictiva con la Iglesia institución o con la doctrina cristiana; predomina en ellos la carencia de comunión eclesial por la mentalidad o por cambio de vida.
Sentimiento religioso enfermo:“yo ni robo ni mato”
En las relaciones con Dios, también podemos afirmar que al bautizado-adulto de hoy día le falta un elemento fundamental como es el sentimiento de culpa por las ofensas cometidas. Este sentimiento religioso de culpabilidad está enfermo, como dormido, aletargado. Sucede que en el mundo actual, muchos, en su miopía religiosa, se conforman con decir “yo no mato ni robo”. A lo sumo, tienen un sentimiento ético de culpa pero no religioso.
Pero existen las ofensas contra Dios. Así, por ejemplo, la indiferencia religiosa por el amor desordenado a personas y cosas, el culto idolátrico al dinero, poder, sexo, bienestar, comodidad. En ocasiones, la indiferencia es el paso previo al olvido de Dios, a una vida que transcurre sin necesidad de comunicarse con el Señor. En algunos ambientes, muchos bautizados blasfeman como enfadados contra Dios, como simple desahogo o como interjección...y sin conciencia de ofensa grave. La blasfemia, que es considera como un derecho para algunos ateos y un delito en el Islam.
Factores y causas que provocan este fenómeno religioso
¿A qué será debido que la fe infantil desaparezca en tantos adultos? A varios factores externos, al influjo negativo del ambiente y a otros personales
Factores y causas externas
El respaldo de algunas mentalidades. Por una parte el subjetivismo de la ética de situación con los criterios relativistas y la plena autonomía para la conciencia y la libertad. Y por otra, el secularismo que contempla desfasada, no actualizada, la fe católica con sus ritos y con su moral. También respalda la falta de fe la posmodernidad que desplaza a Dios a un segundo lugar y prescinde de las prácticas religiosas "oficiales", y el laicismo que aunque no sea beligerante presiona para relegar la fe al ámbito individual.
Las fuertes presiones contra la moral cristiana que continuamente vienen del ambiente, las lecturas, los medios de comunicación social, los centros universitarios, las amistades. Todo confluye en una cultura permisiva sobre lo religioso y contraria a la Iglesia. Y el factor constante: el bombardeo de los medios de comunicación sobre una vida de placer, “feliz”, al margen de la fe y de la moral cristiana.
La confusión que producen muchas leyes y costumbres. Para muchos, es lícito, es moral y se puede realizar todo lo que está aprobado o permitido por las costumbres o por la normativa legal. Casos: el aborto libre, la píldora para el día después, el matrimonio homosexual, la exaltación gay, la vida en común de la pareja sin ley ni sacramento, el divorcio provocado por la infidelidad, la masturbación en un contexto educacional, el no asistir a la misa, la retirada del crucifijo…
El influjo del ambiente universitario de alumnos, compañeros y lecturas, cuando son contrarios a los valores morales y religiosos recibidos. Se acepta una determinada ideología porque así lo afirma un profesor o la novela que está de moda o el mensaje de la película más reciente. Gran porcentaje de creyentes intelectuales contemplan la fe cristiana como un tanto infantil y, en ocasiones, antipática y ridícula. Prefieren, por lo tanto, relacionarse privadamente con Dios aceptando, rechazando y acomodando los dogmas según sus criterios personales. Lo que en épocas pasadas sería un pecado grave hoy no pasa de ser para ellos sino la praxis de la libertad de pensamiento en un mundo pluralista.
La sociedad del bienestar que propicia una mentalidad materialista y una conducta cómoda. Hoy día, con tantas preocupaciones familiares y económicas, se quiere una vida sin complicaciones. Pero las exigencias de la moral cristiana y de los mandamientos de la Iglesia “complican todavía más la vida”.
La crisis ideológica. Vivimos en este mundo, ese tren alocado por la crisis, cambio o transformación acelerada y profunda que afecta a los criterios, estructuras, las instituciones y personas. En la aldea global predomina la confusión ideológica debido a la mezcla de ideas diferentes y opuestas que bombardean a los ciudadanos. Cada uno se queda con la que más gusta.
Las ideologías aceptadas y que no son compatibles con las enseñanzas de la Iglesia. En ocasiones, es incompatible el compromiso entre la fe y una ideología, social o política. Y para muchos, es primero su partido o su criterio nacionalista antes que la doctrina de la Iglesia y la práctica religiosa.
Los malos ejemplos de algunos que “van a misa”, y también de algunos sacerdotes. En ocasiones con fundamento, pero muchas veces estos malos ejemplos son generalizados, exaltados y hasta inventados. Sin embargo influyen negativamente en los no practicantes.
Factores personales
A las causas externas se unen varios factores que inciden directamente en la conducta religiosa no practicante. Enumeramos algunos de ellos:
-la conciencia, juez supremo que decide sobre lo que está bien o mal y que no necesita intermediarios ni oposición como sería el magisterio de la Iglesia;
-una libertad sin límites y sin obligaciones religiosas. Los mandamientos y prohibiciones de la Iglesia católica son obstáculos. “Como soy libre puedo elegir cuándo y cómo quiera lo que tengo que hacer sin imposiciones externas”;
-una fe débil y poco profunda en las convicciones religiosas. Es como una casa construida sobre arena o como el traje que se quita y se pone. Faltan raíces sólidas y fuertes motivaciones en las creencias cristianas;
-la formación deficiente. Bien porque no se tiene, bien porque no se actualizó la fe del joven, o bien porque forma parte de una experiencia religiosa negativa: "ya escuché de niño y en el colegio misas para toda la vida", “basta con una misa cada año”, “mis devociones suplen las obligaciones cristianas”;
-el pragmatismo. La persona pragmática o utilitarista admite a Dios y a la religión en tanto en cuanto le ayudan a resolver sus problemas humanos. Para muchos, lo que cuenta a la hora de relacionarse con la Iglesia es la experiencia agradable o desagradable;
-la conducta ética. Muchos se apartan de la Iglesia por una vida contraria a la moral cristiana en materia de matrimonio, sexualidad, procreación, vida (aborto y eutanasia), odio, injusticia, robo, corrupción, droga, alcohol, juego ...etc.
-los conflictos con la Iglesia. Así sucede con el que se casó solamente por lo civil, el de la unión homosexual, el divorciado vuelto a casar que se siente “excomulgado por la Iglesia”. En todas estas situaciones permaneció la fe en Dios pero no en la Iglesia que “no me permite comulgar”.
No hay tiempo por las muchas tareas y preocupaciones. El domingo es para descansar de todo. No hay tiempo para rezar, para leer la Biblia o para asistir a la misa dominical. En definitiva, la religión complica la vida y no merece la pena.
Constatamos un grave problema pastoral en España: los niños son bautizados, reciben la comunión y muchos hasta son confirmados. Pero de adultos, la gran mayoría, se alejan de la Iglesia aunque sean practicantes ocasionales. Se puede constatar cómo la gran mayoría de los que vienen a la Iglesia son personas “mayores”. Siempre existió este fenómeno religioso pero los porcentajes son alarmantes en las últimas décadas: cristianos de niños, adultos alejados de la Iglesia y practicantes pasados los 60 años. Este blog de Ser y vivir hoy constató el hecho y las causas en varios artículos. Ahora, a modo de resumen, algunos de los datos y criterios más significativos de una situación que preocupa al presente y mucho más al futuro de la Iglesia católica.
Los alejados de la Iglesia y de la fe cristiana
De un estudio sobre la juventud universitaria española, de la fundación BBVA (2007): el 78% ha sido educado en la fe católica pero sólo un 45% se considera católico; y un 9% es practicante; 47% confiesa que no tiene ninguna religión y el 57% opta por una ética relativista.
Desde mi experiencia y en números redondos, con el fundamento de varios estudios consultados, deduzco que en España no llega al 20 % de bautizados adultos con una fe practicante, algunos son niños pero la mayoría pasan de los 60 años; un 50 % manifiesta su fe en algunas ocasiones y de manera débil, escasa, y al margen de la Iglesia. El resto, un 30%, o mucho más, se mantiene en la indiferencia religiosa, en el agnosticismo o permanente en el ateísmo. Constatamos dos bloques: el de niños y mayores de 60 con un 20% y el de adultos entre los 18 y los 55 con el 80%.
Confusión en los criterios sobre la fe
A la fe ausente en la confesión y en la práctica religiosa, se unen los criterios que están al margen de la ortodoxia cristiana. Por ejemplo, enumeramos a los que sostienen la fe como un sentimiento religioso más, un refugio alienante, el opio del pueblo que agrada y da seguridad; un credo ritualista ocasional, la costumbre folklórica y tradicionalista de bautizos, bodas y primeras comuniones; el simple cumplimiento de prácticas piadosas o de unas normas cristianas de moralidad, o la religiosidad supersticiosa que comercia con Dios desde el intimismo egocéntrico; el miedo religioso que ve a Dios solamente como juez castigador, que fomenta exclusivamente el temor al infierno sin amor a Dios; una ideología social, política o moralizante, o a una dictadura intelectual que impone la Iglesia.
El fenómeno gravísimo de la indiferencia religiosa con la fe perdida o dormida. Es un rasgo del mundo occidental la sordera para lo religioso, un problema grave y complejo, pues Dios no interesa, no es valorado por el hombre que vive como si el Tú divino no existiera, no lo necesita para su vidas.
Perfil del creyente de la religión "light", del cristiano no practicante
Al creyente que no practica se le puede definir como la persona que tiene fe y se comunica individualmente con Dios pero sin prácticas religiosas institucionales. Más en concreto, esta persona creyente se tiene por católica, asiste alguna que otra vez asiste a los actos religiosos sociales-culturales pero queda definida como la que "no va a Misa ni se confiesa". Y cuando lo hace, normalmente, es para aprovecharse de los beneficios de la religión o de lo que Dios pueda otorgarle.
Es el creyente de la religión "light" que reduce la fe, la moral y el culto con criterio subjetivo, relativista en la conciencia y en la libertad, que posee escasa formación religiosa o pérdida de la que recibió. Muchos mantienen una situación conflictiva con la Iglesia institución o con la doctrina cristiana; predomina en ellos la carencia de comunión eclesial por la mentalidad o por cambio de vida.
Sentimiento religioso enfermo:“yo ni robo ni mato”
En las relaciones con Dios, también podemos afirmar que al bautizado-adulto de hoy día le falta un elemento fundamental como es el sentimiento de culpa por las ofensas cometidas. Este sentimiento religioso de culpabilidad está enfermo, como dormido, aletargado. Sucede que en el mundo actual, muchos, en su miopía religiosa, se conforman con decir “yo no mato ni robo”. A lo sumo, tienen un sentimiento ético de culpa pero no religioso.
Pero existen las ofensas contra Dios. Así, por ejemplo, la indiferencia religiosa por el amor desordenado a personas y cosas, el culto idolátrico al dinero, poder, sexo, bienestar, comodidad. En ocasiones, la indiferencia es el paso previo al olvido de Dios, a una vida que transcurre sin necesidad de comunicarse con el Señor. En algunos ambientes, muchos bautizados blasfeman como enfadados contra Dios, como simple desahogo o como interjección...y sin conciencia de ofensa grave. La blasfemia, que es considera como un derecho para algunos ateos y un delito en el Islam.
Factores y causas que provocan este fenómeno religioso
¿A qué será debido que la fe infantil desaparezca en tantos adultos? A varios factores externos, al influjo negativo del ambiente y a otros personales
Factores y causas externas
El respaldo de algunas mentalidades. Por una parte el subjetivismo de la ética de situación con los criterios relativistas y la plena autonomía para la conciencia y la libertad. Y por otra, el secularismo que contempla desfasada, no actualizada, la fe católica con sus ritos y con su moral. También respalda la falta de fe la posmodernidad que desplaza a Dios a un segundo lugar y prescinde de las prácticas religiosas "oficiales", y el laicismo que aunque no sea beligerante presiona para relegar la fe al ámbito individual.
Las fuertes presiones contra la moral cristiana que continuamente vienen del ambiente, las lecturas, los medios de comunicación social, los centros universitarios, las amistades. Todo confluye en una cultura permisiva sobre lo religioso y contraria a la Iglesia. Y el factor constante: el bombardeo de los medios de comunicación sobre una vida de placer, “feliz”, al margen de la fe y de la moral cristiana.
La confusión que producen muchas leyes y costumbres. Para muchos, es lícito, es moral y se puede realizar todo lo que está aprobado o permitido por las costumbres o por la normativa legal. Casos: el aborto libre, la píldora para el día después, el matrimonio homosexual, la exaltación gay, la vida en común de la pareja sin ley ni sacramento, el divorcio provocado por la infidelidad, la masturbación en un contexto educacional, el no asistir a la misa, la retirada del crucifijo…
El influjo del ambiente universitario de alumnos, compañeros y lecturas, cuando son contrarios a los valores morales y religiosos recibidos. Se acepta una determinada ideología porque así lo afirma un profesor o la novela que está de moda o el mensaje de la película más reciente. Gran porcentaje de creyentes intelectuales contemplan la fe cristiana como un tanto infantil y, en ocasiones, antipática y ridícula. Prefieren, por lo tanto, relacionarse privadamente con Dios aceptando, rechazando y acomodando los dogmas según sus criterios personales. Lo que en épocas pasadas sería un pecado grave hoy no pasa de ser para ellos sino la praxis de la libertad de pensamiento en un mundo pluralista.
La sociedad del bienestar que propicia una mentalidad materialista y una conducta cómoda. Hoy día, con tantas preocupaciones familiares y económicas, se quiere una vida sin complicaciones. Pero las exigencias de la moral cristiana y de los mandamientos de la Iglesia “complican todavía más la vida”.
La crisis ideológica. Vivimos en este mundo, ese tren alocado por la crisis, cambio o transformación acelerada y profunda que afecta a los criterios, estructuras, las instituciones y personas. En la aldea global predomina la confusión ideológica debido a la mezcla de ideas diferentes y opuestas que bombardean a los ciudadanos. Cada uno se queda con la que más gusta.
Las ideologías aceptadas y que no son compatibles con las enseñanzas de la Iglesia. En ocasiones, es incompatible el compromiso entre la fe y una ideología, social o política. Y para muchos, es primero su partido o su criterio nacionalista antes que la doctrina de la Iglesia y la práctica religiosa.
Los malos ejemplos de algunos que “van a misa”, y también de algunos sacerdotes. En ocasiones con fundamento, pero muchas veces estos malos ejemplos son generalizados, exaltados y hasta inventados. Sin embargo influyen negativamente en los no practicantes.
Factores personales
A las causas externas se unen varios factores que inciden directamente en la conducta religiosa no practicante. Enumeramos algunos de ellos:
-la conciencia, juez supremo que decide sobre lo que está bien o mal y que no necesita intermediarios ni oposición como sería el magisterio de la Iglesia;
-una libertad sin límites y sin obligaciones religiosas. Los mandamientos y prohibiciones de la Iglesia católica son obstáculos. “Como soy libre puedo elegir cuándo y cómo quiera lo que tengo que hacer sin imposiciones externas”;
-una fe débil y poco profunda en las convicciones religiosas. Es como una casa construida sobre arena o como el traje que se quita y se pone. Faltan raíces sólidas y fuertes motivaciones en las creencias cristianas;
-la formación deficiente. Bien porque no se tiene, bien porque no se actualizó la fe del joven, o bien porque forma parte de una experiencia religiosa negativa: "ya escuché de niño y en el colegio misas para toda la vida", “basta con una misa cada año”, “mis devociones suplen las obligaciones cristianas”;
-el pragmatismo. La persona pragmática o utilitarista admite a Dios y a la religión en tanto en cuanto le ayudan a resolver sus problemas humanos. Para muchos, lo que cuenta a la hora de relacionarse con la Iglesia es la experiencia agradable o desagradable;
-la conducta ética. Muchos se apartan de la Iglesia por una vida contraria a la moral cristiana en materia de matrimonio, sexualidad, procreación, vida (aborto y eutanasia), odio, injusticia, robo, corrupción, droga, alcohol, juego ...etc.
-los conflictos con la Iglesia. Así sucede con el que se casó solamente por lo civil, el de la unión homosexual, el divorciado vuelto a casar que se siente “excomulgado por la Iglesia”. En todas estas situaciones permaneció la fe en Dios pero no en la Iglesia que “no me permite comulgar”.
No hay tiempo por las muchas tareas y preocupaciones. El domingo es para descansar de todo. No hay tiempo para rezar, para leer la Biblia o para asistir a la misa dominical. En definitiva, la religión complica la vida y no merece la pena.