¿Se debe desobedecer una ley que permite el aborto o la eutanasia? –y 2-
La ética rechaza el aborto y la eutanasia, pero muchas leyes permiten o despenalizan prácticas abortivas y eutanásicas. ¿Ética o ley en el aborto y en la eutanasia? Para el creyente, el problema se agrava porque su fe refuerza los argumentos de la ética, pero como ciudadano tiene que obedecer las leyes. ¿Por quién optar? ¿Obligación a desobedecer? Tengamos presente que lo legal no siempre es moral. Y que la legalización se opone a la razón y contraría el bien común, pues se trata la muerte de una persona.
Acudamos nuevamente a la Encíclica Evangelium vitae de Juan Pablo II (1995) que ilumina las respuestas sobre la posibilidad de una “legalización democrática” que interpela la cooperación del ciudadano y mucho más la del cristiano.
La legalización democrática no es lícita No falta quien defienda que la aprobación democrática sobre el aborto y la eutanasia sea lícita (EV 20). Pero no es así porque tal legalización:
contraría la dignidad de la persona. “En esta 'situación democrática' no se puede hablar de la dignidad de la persona cuando se mata a los débiles, ni de justicia cuando se discriminan a las personas, ni de libertad auténtica cuando se emplea para legalizar el derecho al aborto, al infanticidio y a la eutanasia” (EV 20).
abre la puerta al totalitarismo del Estado que se transforma "en tirano que presume de poder disponer de la vida de los más débiles e indefensos" Y que todo adquiere un tono aceptable de legalidad cuando "las leyes que permiten el aborto o la eutanasia son votadas según las, así llamadas, reglas democráticas" (EV 20).
el problema empeora en detrimento de otros valores más importantes, como es el de la vida y el patrimonio ético de la sociedad. Hay que reconocer que la legalización agrava, pero no resuelve, el problema de los abortos clandestinos Se dan más abortos donde está legalizado (un 30 por 100 en países legalizados sobre un 20 por 100 en países donde no está legalizado el aborto).
El ciudadano ante la ley sobre el aborto o la eutanasia
¿Cómo responder en esta situación que se establece entre ética y ley?
Ni obedecer, ni cooperar. "En el caso pues de una ley intrínsecamente injusta, como es la que admite el aborto o la eutanasia, nunca es lícito someterse a ella, ni participar en una campaña de opinión a favor de una ley semejante, ni darle el sufragio del propio voto". "Leyes de este tipo no sólo no crean ninguna obligación de conciencia, sino que, por el contrario, establecen una grave y precisa obligación de oponerse a ellas mediante la objeción de conciencia" (EV 73).
Actuar según la Palabra de Dios. La respuesta de la Biblia se puede aplicar con toda lógica: «es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hch 5,29). Un cristiano, como cualquier persona, no puede obedecer una ley que sea inmoral en sí misma (EV 73).
Fortalecerse con la gracia de Dios. Para resistir a las leyes injustas, surge la fuerza de la fe, del temor y de la obediencia a los mandatos del Señor. El que obedece a Dios saca fuerza y valor y "está dispuesto incluso a ir a prisión o a morir a espada, en la certeza de que 'aquí se requiere la paciencia y la fe de los santos' (Ap 3, 10)"(EV 73).
No es lícita la cooperación en acciones moralmente malas Nos encontramos ante legislaciones injustas que fuerzan a personas honestas "a participar en acciones moralmente malas". Si no hay obediencia, el profesional hasta puede perder su carrera. Si obedece se dará el escándalo, la colaboración en los atentados contra la vida y el ceder "cada vez más a una lógica permisiva" (EV 74). ¿Qué principios deben regir?
Nunca se puede cooperar en el mal. "Desde el punto de vista moral, nunca es lícito cooperar formalmente en el mal. Esta cooperación nunca puede justificarse invocando el respeto de la libertad de los demás, ni apoyarse en el hecho de que la ley civil la prevea y exija"(EV 74).
La respuesta del cristiano. "Los cristianos, como todos los hombres de buena voluntad, están llamados, por un grave deber de conciencia, a no prestar su colaboración formal a aquellas prácticas que, aun permitidas por la legislación civil, se oponen a la Ley de Dios". Recordar la responsabilidad moral "a la que nadie puede nunca substraerse y sobre la cual cada uno será juzgado por Dios mismo (cf. Rm 2,6; 14,12)" (EV 74).
El “no” como derecho fundamental. "El rechazo a participar en la ejecución de una injusticia no sólo es un deber moral, sino también un derecho humano fundamental." A nadie se puede obligar a obrar algo intrínsecamente malo e incompatible con su dignidad. "Se trata, por tanto, de un derecho esencial que, como tal, debería estar previsto y protegido por la misma ley civil" (EV 74).
El recurso a la objeción de conciencia. Aplicado a los médicos y colaboradores porque "quien recurre a la objeción de conciencia debe estar a salvo no sólo de sanciones penales, sino también de cualquier daño en el plano legal, disciplinar, económico y profesional" (EV 74).
Y colaborar a favor de la vida. Además de las exigencias cívicas, la fe refuerza la obligación de colaborar para erradicar las causas del aborto y estar presente en las campañas a favor de la vida.
Respuesta al interrogante de la ley contra la ética.
Ciertas leyes, lamentablemente están contra la ética por la imposición injusta de políticas contrarias a la vida. La persona, reforzada por la fe, debe seguir el dictamen de la razón en contra de las leyes que atentan directamente contra la vida como sucede con el aborto o con la eutanasia.
Acudamos nuevamente a la Encíclica Evangelium vitae de Juan Pablo II (1995) que ilumina las respuestas sobre la posibilidad de una “legalización democrática” que interpela la cooperación del ciudadano y mucho más la del cristiano.
La legalización democrática no es lícita No falta quien defienda que la aprobación democrática sobre el aborto y la eutanasia sea lícita (EV 20). Pero no es así porque tal legalización:
contraría la dignidad de la persona. “En esta 'situación democrática' no se puede hablar de la dignidad de la persona cuando se mata a los débiles, ni de justicia cuando se discriminan a las personas, ni de libertad auténtica cuando se emplea para legalizar el derecho al aborto, al infanticidio y a la eutanasia” (EV 20).
abre la puerta al totalitarismo del Estado que se transforma "en tirano que presume de poder disponer de la vida de los más débiles e indefensos" Y que todo adquiere un tono aceptable de legalidad cuando "las leyes que permiten el aborto o la eutanasia son votadas según las, así llamadas, reglas democráticas" (EV 20).
el problema empeora en detrimento de otros valores más importantes, como es el de la vida y el patrimonio ético de la sociedad. Hay que reconocer que la legalización agrava, pero no resuelve, el problema de los abortos clandestinos Se dan más abortos donde está legalizado (un 30 por 100 en países legalizados sobre un 20 por 100 en países donde no está legalizado el aborto).
El ciudadano ante la ley sobre el aborto o la eutanasia
¿Cómo responder en esta situación que se establece entre ética y ley?
Ni obedecer, ni cooperar. "En el caso pues de una ley intrínsecamente injusta, como es la que admite el aborto o la eutanasia, nunca es lícito someterse a ella, ni participar en una campaña de opinión a favor de una ley semejante, ni darle el sufragio del propio voto". "Leyes de este tipo no sólo no crean ninguna obligación de conciencia, sino que, por el contrario, establecen una grave y precisa obligación de oponerse a ellas mediante la objeción de conciencia" (EV 73).
Actuar según la Palabra de Dios. La respuesta de la Biblia se puede aplicar con toda lógica: «es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hch 5,29). Un cristiano, como cualquier persona, no puede obedecer una ley que sea inmoral en sí misma (EV 73).
Fortalecerse con la gracia de Dios. Para resistir a las leyes injustas, surge la fuerza de la fe, del temor y de la obediencia a los mandatos del Señor. El que obedece a Dios saca fuerza y valor y "está dispuesto incluso a ir a prisión o a morir a espada, en la certeza de que 'aquí se requiere la paciencia y la fe de los santos' (Ap 3, 10)"(EV 73).
No es lícita la cooperación en acciones moralmente malas Nos encontramos ante legislaciones injustas que fuerzan a personas honestas "a participar en acciones moralmente malas". Si no hay obediencia, el profesional hasta puede perder su carrera. Si obedece se dará el escándalo, la colaboración en los atentados contra la vida y el ceder "cada vez más a una lógica permisiva" (EV 74). ¿Qué principios deben regir?
Nunca se puede cooperar en el mal. "Desde el punto de vista moral, nunca es lícito cooperar formalmente en el mal. Esta cooperación nunca puede justificarse invocando el respeto de la libertad de los demás, ni apoyarse en el hecho de que la ley civil la prevea y exija"(EV 74).
La respuesta del cristiano. "Los cristianos, como todos los hombres de buena voluntad, están llamados, por un grave deber de conciencia, a no prestar su colaboración formal a aquellas prácticas que, aun permitidas por la legislación civil, se oponen a la Ley de Dios". Recordar la responsabilidad moral "a la que nadie puede nunca substraerse y sobre la cual cada uno será juzgado por Dios mismo (cf. Rm 2,6; 14,12)" (EV 74).
El “no” como derecho fundamental. "El rechazo a participar en la ejecución de una injusticia no sólo es un deber moral, sino también un derecho humano fundamental." A nadie se puede obligar a obrar algo intrínsecamente malo e incompatible con su dignidad. "Se trata, por tanto, de un derecho esencial que, como tal, debería estar previsto y protegido por la misma ley civil" (EV 74).
El recurso a la objeción de conciencia. Aplicado a los médicos y colaboradores porque "quien recurre a la objeción de conciencia debe estar a salvo no sólo de sanciones penales, sino también de cualquier daño en el plano legal, disciplinar, económico y profesional" (EV 74).
Y colaborar a favor de la vida. Además de las exigencias cívicas, la fe refuerza la obligación de colaborar para erradicar las causas del aborto y estar presente en las campañas a favor de la vida.
Respuesta al interrogante de la ley contra la ética.
Ciertas leyes, lamentablemente están contra la ética por la imposición injusta de políticas contrarias a la vida. La persona, reforzada por la fe, debe seguir el dictamen de la razón en contra de las leyes que atentan directamente contra la vida como sucede con el aborto o con la eutanasia.